Disparos y granadas en Yemen: la reflexión de un médico

Reflexión de Helmut Shoengen, anestesista y médico que recientemente regresó de trabajar en Aden, Yemen, junto a MSF.

Esta fue la primera vez que me enfrenté a heridas causadas por disparos, granadas y minas terrestres, y frecuentemente eran heridas terribles,” reflexiona Helmut Shoengen, anestesista y médico que recientemente regresó de trabajar en Aden, Yemen, junto a MSF. 
 
Atendimos a muchos pacientes gravemente heridos (hombres, mujeres, e incluso niños) con heridas de bala en la cabeza, pecho, abdomen, brazos y piernas,” continúa. “Las heridas provocadas por granadas eran terribles, porque frecuentemente también causan heridas de quemadura en la cara. Pero las peores heridas eran las causadas por minas terrestres, en las que los miembros simplemente eran arrancados del cuerpo.
 
MSF comenzó a trabajar en Yemen en 1986. Los elevados niveles de pobreza y desempleo, combinados con la continua inseguridad, dificultaban a los yemenís el acceso a la atención médica. 
 
Sin embargo, desde el estallido de violencia en marzo de 2015, muchas instalaciones médicas en Yemen han sido destruidas o dañadas, el personal médico ha huido y el transporte se ha vuelto una dificultad debido a los elevados precios del combustible y a la inseguridad de las carreteras. MSF ha proporcionado apoyo a los hospitales locales a través del Ministerio de Salud, y actualmente tiene a más de 2,000 personas como parte de su equipo en el país. 
 
En Aden, MSF ha estado gestionando un centro independiente de cirugía de emergencia. Entre marzo de 2015 y marzo de 2016, MSF recibió a más de 8,000 heridos.
 
Pero los cambiantes frentes de combate, la grave inseguridad política y la escasez de ambulancias e instalaciones médicas en funcionamiento, han hecho prácticamente imposible que muchas de las personas atrapadas en el conflicto tengan acceso a atención médica. 
 
A menudo, los pacientes llegaban de muy lejos,” dice Shoengen. “Ellos eran heridos y viajaban durante horas soportando el dolor. Y una vez que llegaban, todo lo que podíamos hacer era amputar el miembro afectado. Y puedes decir que ellos eran los afortunados, ya que fueron quienes lograron llegar al hospital.
 
Pero aunque sus vidas hayan sido salvadas, sus heridas provocan otras complicaciones.
 
Durante las rondas en el hospital puedes ver cómo las amputaciones de los miembros inferiores del cuerpo a menudo provocan problemas significativos en términos de salud mental. También en términos de lidiar con la situación y con la voluntad de vivir, de hecho,” recalca Shoengen. 
 
Aden fue la segunda misión de Shoengen junto a MSF. La primera fue en Jahun, Nigeria, en 2015. Era otra misión en la que realizaba cirugía, pero era muy diferente a su misión en Yemen. 
 
 
Hay proyectos muy diferentes”, dice Shoengen. “Ambos son hospitales establecidos, pero Aden se convirtió en un centro para trauma agudo el año pasado, cuando comenzó el conflicto. En Jahun, trabajamos en una sección del hospital del Ministerio de Salud que fue ‘otorgada’ a MSF. Allí, atendimos casi exclusivamente a pacientes de obstetricia y a neonatos. El objetivo del proyecto en Jahun es reducir la tasa de mortalidad materno infantil y atender algunas emergencias ginecológicas.”
 
Ahí simplemente estabas ocupado, muy ocupado,” continúa. “Diariamente 10,20 o a veces más pacientes cruzaban la puerta, algunos de ellos convulsionándose, sangrando o tras haber estado en trabajo de parto obstruido durante días…así que en Jahun había una afluencia constante de pacientes y en Aden llegaban más como en ‘olas’. Te encontrabas con uno o dos días en los que la situación era tranquila, en donde te ponías a pensar ‘Oh, finalmente se detuvieron los enfrentamientos.’ Pero no, al día siguiente había una nueva ola de pacientes y todo comenzaba otra vez.”
 
El contexto de víctimas masivas de Aden requería que los equipos médicos aplicaran el sistema triage a los pacientes utilizando cuatro categorías: negro para quienes no podían ser salvados, rojo para quienes necesitaban tratamiento o cirugía urgentemente, amarillo para quienes el tratamiento podía esperar hasta 12 horas, y verde para quienes podían caminar (pues sugiere lesiones relativamente menores). 
 
También significaba que no había un ‘día típico’: “Teníamos labores rutinarias,” explica Shoengen, “sabía que podía ser llamado por los doctores y enfermeras locales a cualquier hora, fuera de día o de noche. Y sucedió muchas veces.
 
Las misiones de cirujanos y anestesistas con MSF son cortas, normalmente de cuatro a seis semanas, y esto se debe a una muy buena razón. 
 
Trabajar en el terreno es agotador,” afirma Shoengen. “Básicamente estás trabajando 24/7, y está bien cuando lo haces durante un tiempo limitado, pero es difícil mantener el ritmo durante un largo periodo.
 
Estas experiencias te recuerdan qué tan bien estamos con nuestro fácil acceso a un sistema de salud impresionantemente bueno. Hace que pongas las cosas en perspectiva.” Pero ambos tipos de trabajo tienen su lugar respectivo. “No es que crea que es mejor o tiene más sentido trabajar en un contexto de emergencia que en un contexto normal, porque en este último también realizas un buen trabajo y marcas la diferencia un paciente a la vez. Y haces lo mismo en un contexto de emergencia. No cambias el mundo, pero marcas una gran diferencia para el paciente al que estás atendiendo en ese momento.
 
 

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