República Democrática del Congo: El cólera persiste en una de las epidemias más graves de los últimos años

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MSF trata a más de 18.000 pacientes afectados por la enfermedad en todo el país.

“Tratamos el agua en casa, pero los niños juegan en el lago, tal vez beben de él  mientras juegan, comparten la comida y si la han comprado en la calle, es posible que no esté hecha de forma higiénica, cogen fruta y la comen directamente,…, hay muchas maneras por las que mi hijo ha podido enfermar”. Lo explica Aline Kaendo, en el Centro de Tratamiento de Cólera  que Médicos Sin Fronteras (MSF)  ha instalado en la ciudad de Minova, en Kivu del Sur, en el este de la República Democrática del Congo (RDC).
 
El cólera persiste y con más de 18,000  casos tratados por MSF este año (de los más de 38,000 registrados en el país), se calcula que aún faltan muchas semanas para poder controlarlo, dado que si en algunos lugares va a la baja, en otros se mantiene estable, pero aparecen nuevos casos en localidades en las que no se había registrado nunca el cólera. 
 
Aline, campesina de 22 años, recibió toda la información necesaria para evitar el contagio: lavarse las manos, mantener las letrinas limpias, tratar el agua recogida para consumo humano, limpiar bien fruta y verdura,…pero aún así su pequeño, Aristide, de cinco años, cayó enfermo. Lo llevó directamente al Centro de Tratamiento de Cólera (CTC) de Minova, porque muchos de sus vecinos tuvieron que hacer el mismo recorrido y estar los mismos días, -un mínimo de cuatro-, para ser convenientemente tratados. En Minova hay ahora 21 pacientes ingresados. Hace unas semanas, en su momento más álgido se ingresaron de 50 a 55 pacientes nuevos al día. Aline vive en el barrio de Budondo, el más cercano al lago Kivu, un lago que domina la región de Kivu del Sur, alrededor del cual se desarrolla la vida y que ahora es portador también de una enfermedad potencialmente mortal.
 
Otra de las causas de la persistencia del cólera en 21 de las 26 provincias del país –algo inédito en la historia de la enfermedad en RDC- es la respuesta errática en prevención e información a la población. En Minova también se encuentra Kahindo Chiraba, con su hijo enfermo. Kahindo llega de Nyamasasa, a tan sólo 42 kilómetros. En su pueblo las fuentes están dañadas, así que coge agua de un río, “en no muy buenas condiciones”  y no se han dispuesto puntos de cloración (allí donde la gente recoge el agua, se distribuyen tabletas para tratarla), ni se ha informado a la población. Mucha gente de su pueblo ha enfermado. 
 
“Una de las causas principales que explican por qué el cólera ha aumentado de tal manera este año es por la sequía que ha afectado el país. Los pozos se han secado o bajado de nivel y mucha gente se ha visto abocada a recoger agua de fuentes insalubres como el lago o ríos, porque las autoridades no son capaces de proveer agua potable a la población.  La respuesta al cólera no puede ser únicamente el tratamiento médico, también hay que trabajar en desarrollo para ofrecer agua y saneamiento adecuado a la población. Mientras eso no suceda, el cólera seguirá siendo una amenaza real”, apunta Francisco Otero Villar, jefe de misión de MSF en RDC.
 
 
Otra de las causas de la rápida propagación de la enfermedad es que arrasó en ciudades densamente pobladas: la capital de Kivu del Norte, Goma, también bañada por el lago, está afectada; así como Minova, pero también Bukavu, la capital de Kivu del Sur, donde se han hallado casos en muchos  de sus barrios y donde MSF ha dispuesto asimismo de un CTC. 
 
Y si en muchos casos el cólera afecta de manera devastadora a los niños menores de cinco años, últimamente se están detectando niños más mayores en los centros gestionados por MSF: “Creemos que el inicio de la escuela también ha contribuido a la extensión del cólera,  vemos que hay niños de más de seis años más afectados, y eso puede ser debido a que en el camino de la escuela  los alumnos están expuestos a alimentos o bebidas contaminadas”, explica Innocent Kunywana, coordinador del equipo de urgencias de MSF en la provincia, responsable de la respuesta a la epidemia.
 
Este supuesto es confirmado por Jacqueline Niganda. Con 42 años, tiene nueve hijos y fue Awezaye, de diez años, el que enfermó, con unas diarreas muy violentas. Cogen agua de una fuente, “mal  construida”, dice y añade que el niño tiene que caminar más de una hora para llegar a la escuela, “y ahí yo no puedo controlar lo que hace, come o bebe”.  
 
El cólera es endémico en varias de las provincias de RDC y se van produciendo casos esporádicos de forma regular. Pese a ser endémico, en muchas ocasiones, el personal sanitario desconoce cómo tratarlo. “Nos hemos encontrado algunos hospitales en los que los enfermos de cólera se habían mezclado con otros enfermos. O las camas no disponían de los agujeros de evacuación de líquidos (los afectados pueden perder unos diez litros de fluido vía vómitos y diarrea) con lo que el  riesgo de infección a sus acompañantes u otros enfermos era muy elevado”, añade Kunywana. 
 
“De acuerdo con las regulaciones del Ministerio de Salud, el tratamiento del cólera debería ser gratuito, pero a veces los hospitales no son abastecidos para ello, deben comprar por su cuenta el material y medicamentos y, al funcionar con un sistema de recuperación de costes  y para no constar como deficitarios, acaban cobrando igualmente al enfermo”, apunta Otero. 
 
“Antes de que llegara MSF te dejaban ingresado si no tenías dinero para abonar los 80 o 100 dólares de la factura. Tenía que avalarte algún conocido o el jefe del pueblo tenía que hacerse responsable y decir que pagarías la factura y sólo así el hospital accedía a darte el alta”, explica Ressancement Kisakalaba, que ya pronto podrá salir del CTC de MSF instalado en la isla de Idjwi. Ressancement, un agricultor de 42 años, con nueve hijos, vive en un islote, Ntaligeza, situado frente a Idjwi, a la que acceden en piraguas. En Idjwi, el último centro abierto por MSF en Kivu del Sur, -y al que se enviaron por barco cerca de cuatro toneladas de material para poder montar tiendas y aislar a los pacientes, instalar camas y desarrollar un circuito según la gravedad de los enfermos-,  aún se tardarán semanas en dar la epidemia por controlada.
 
Pese a que los dos Kivus, en la frontera con Ruanda y a miles de kilómetros de la capital del país, Kinshasa, siguen afectados por un conflicto con dos décadas de duración y una multiplicidad de grupos armados en dominio de buena parte de la región, “cada vez más, especialmente en Kivu del Sur, vemos cómo hay menos ONG, menos presencia de agencias y organizaciones de ayuda humanitaria capaces, con medios suficientes y adecuados, para hacer frente a emergencias de este tipo. Kivu del Sur, pese a las necesidades enormes, pese a la violencia, pese a los desplazamientos regulares a los que mucha población está sometida para huir del conflicto, está siendo paulatinamente abandonada”, denuncia Cisco Otero, “lo vimos este año en la epidemia de sarampión, lo vemos cada día al acudir a ayudar a gente desplazada y ha quedado de nuevo evidenciado en esta epidemia de cólera. Son situaciones que se van a repetir y que se van a agravar si esta situación no es revertida. Las Naciones Unidas han elevado ahora el nivel de emergencia al máximo en la provincia, al nivel 3. Tendremos que ver cómo se traduce eso en el territorio”. 
 
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