Sierra Leona: “Trabajo en MSF por la gente”

Daniela es una enfermera que trabaja en Sierra Leona, país en el que el sistema sanitario ha sido gravemente afectado por la guerra civil y la epidemia de Ébola. En su texto, ella nos explica la razón por la que trabaja en MSF. 

 

"Frecuentemente me preguntan por qué “renuncié” a mi vida en Alemania.  También me preguntan por qué vivo sin tantas comodidades y me pongo en peligro de cosas como la guerrra y las enfermedades; y por qué trabajo en MSF.
 
Mi vida ha cambiado drásticamente en el último año. Por supuesto, vivo la vida sin varias comodidades, y lo más difícil para mí es la distancia que existe entre mis seres queridos y yo. Pero recibo mucho más de regreso. Para empezar, por supuesto, el trabajo es muy diferente al de mi vida como enfermera en un hospital de Alemania. Mi trabajo en el proyecto de MSF es más diverso, y tengo más responsabilidades y autonomía, algo que realmente aprecio. 
 
MSF ha puesto mucha confianza en mí y a me ha apoyado a cada minuto. Mis responsabilidades me han hecho ganar mucha confianza en mí misma, algo que me ha ayudado tanto profesional como personalmente.  Además, ha abierto mis ojos a nuevas perspectivas y posibilidades.
 
Todos los días conozco a muchas personas interesantes gracias a mi trabajo. Enriquecen mi vida. He aprendido mucho acerca de mí misma gracias a mis colegas y a mis pacientes: me han hecho ver qué tan afortunada soy en muchas cosas, lo segura que es mi vida en Alemania, un lugar en el que siempre tengo suficiente alimento, agua y ropa. Y cuando estoy enferma, siempre doy por hecho que puedo ir con un médico o a un hospital. 
 
 
En todas mis misiones con MSF he sido recibida con los brazos abiertos. He trabajado con mucha felicidad y compromiso. Y eso es lo más valioso que podría desear: estar satisfecha en mi trabajo y saber que mis actividades diarias marcan una diferencia. Cuando tengo eso mi vida personal es muy feliz, por supuesto, es diferente mientras estoy en un proyecto. 
 

La vida en el proyecto

 
Por supuesto, las condiciones de vida varían de proyecto a proyecto. En Sudán del Sur me quedé con un colega en una tienda de campaña; y en Sierra Leona tenemos nuestros propios cuartos y baños. Actualmente no hay casos de Ébola, pero MSF presta gran atención y proporciona la mejor gestión de seguridad posible. En mi caso, eso tuvo una gran influencia al momento de tomar la decisión de trabajar en MSF. 
 
Amo mi pequeño reino. Mi cama es genial, a diferencia de la que tenía en Bentiu o en Sudán del Sur. Aquí tengo una cama con un buen colchón. Mi baño funciona, tiene un inodoro y una ducha. Cada uno de nosotros comparte una pequeña casa con un colega, en donde tenemos una veranda en la que pasamos nuestras tardes con música y buena compañía. Sin embargo, nuestras reuniones nunca se prolongan demasiado entre semana, ya que estamos muy cansados por el trabajo. 
 
Los fines de semana, del viernes por la noche al lunes por la mañana, disfruto regresar con el resto del equipo internacional en Magburaka, en donde está la base de MSF y el hospital cercano más grande. Durante la semana, me quedo en la pequeña ciudad “Mile 91”, en donde vivo en una pequeña casa con Maura, mi colega americana que es partera. Cada una tiene un cuarto que siempre es demasiado caluroso como para poder dormir bien durante la noche. 
 
El ruido de la carretera es agobiante, pero nuestro café de las 6 am nos ayuda bastante. Disfrutamos de nuestro desayuno antes de salir hacia la clínica. 

 

Hasta 250 pacientes al día

 
Maura normalmente va directo hacia el departamento de maternidad para pacientes externos, yo voy a encontrarme con mis colegas del Ministerio de Salud de Sierra Leona. Vamos a ver a los niños que se encuentran en nuestro departamento, vemos quién se quedó a pasar la noche o quiénes fueron admitidos recientemente. Revisamos si debemos dar o cambiar medicamentos, y discutimos los futuros planes de tratamiento. Una vez que están estables, podemos llegar a referir a los niños al hospital cercano a Magburakam, que está a dos horas de camino. 
 
Después, rápidamente revisamos y rellenamos el gabinete de emergencia antes de que nuestros pequeños pacientes lleguen con sus madres en la ambulancia. Tenemos varias áreas en la clínica, incluyendo una para pesar y medir a los niños, otra para realizar pruebas de malaria y una para atender emergencias. Ha comenzado un día ocupado. Atendemos entre 150 o 250 pacientes por día. 
 
Tengo que hacer muchas cosas en Mile 91. Peter, mi colega del Ministerio de Salud, y yo somos responsables de asegurar que todos los procesos del lugar funcionen adecuadamente. Mohammed, nuestro enfermero, y Michael, otro colega del Ministerio de Salud, lideran las examinaciones y el tratamiento con nuestro apoyo. Así que me pueden llamar repetidamente para atender a niños enfermos de gravedad o con enfermedades raras, y para hablar con el equipo sobre los tratamientos a seguir. 
 

Se rompe la rutina

 
Las guardias matutinas son una buena oportunidad para ayudar a mis colegas a aprender y a desarrollarse. Realizo entrevistas individuales para explicarles temas médicos importantes. Las necesidades del personal de enfermería y de los asistentes son diferentes, pero hacemos un entrenamiento conjunto sobre enfermedades diarréicas, respiratorias, malaria y temas de higiene. Estoy muy orgullosa de lo mucho que han aprendido mis colegas. 
 
En medio de todo esto, llegan pacientes de emergencia que necesitan ser atendidos inmediatamente. Eso rompe nuestra rutina, peor el equipo ya está muy bien acoplado y maneja muy bien las interrupciones. 
 
 
Maura y yo intentamos pasar nuestro almuerzo en casa para poder tener un verdadero descanso. Por razones de seguridad, no podemos manejar nosotras mismas, así que nuestro chofer nos lleva a casa, en donde recuperaremos nuestra fuerza con un delicioso almuerzo en la veranda. Normalmente platicamos sobre lo que hemos experimentado, para sacarlo de nuestras cabezas. Maura me habla de muchas mujeres embarazadas enfermas de gravedad y de partos difíciles. La admiro, trabaja casi sin descanso. Aquí en Sierra Leona, la mortalidad infantil es extremadamente alta. Su trabajo es muy importante para las familias en este lugar. 
 

Sin gente en quien confiar, esto no funcionaría

 
He aprendido mucho sobre obstetricia gracias a Maura, y es un honor trabajar junto a esta gran mujer. A veces no es fácil trabajar tan cerca de alguien durante meses y además vivir juntos. Pero con los meses nos hemos convertido en buenas colegas, amigas y confidentes. Cuando tienes un trabajo estresante necesitas a alguien a tu lado.
 
Sierra Leona es un país maravilloso. Los paisajes son hermosos y me hacen pensar en todo lo que ha pasado en Sierra Leona. Después de la guerra civil, el sistema de salud estaba por los suelos, gran parte fue destruido y hubo un proceso de reconstrucción lento. Y después llegó el Ébola. 
 
El Ébola mató a muchas personas y, en especial, a muchos trabajadores sanitarios.  Es decir, el sistema se debilitó aún más. Muchas personas ya no podían acceder a la atención médica que necesitaban.
 

El Ébola ha cambiado a la familia

 
Estoy muy orgullosa de mi equipo porque ellos intentan cualquier cosa para ayudar a su país a pesar de la situación difícil que atraviesan. A pesar de que actualmente no hay Ébola, todavía puedo ver sus efectos. Una colega perdió a su esposo a causa de la enfermedad y ahora está sola junto a sus seis hijos.  Su familia está intentando ayudarla tanto como le es posible, pero ella carga con la parte más pesada. Durante cinco años, ella ha trabajado como una enfermera en la clínica. Desde que estoy aquí, nunca se ha tomado un día. Siempre está motivada y lista para trabajar. 
 
Escribí demasiado, pero creo que está clara la razón por la que hago todo esto: hay gente con la que puedo convivir.Día con día, me enseñan a ser agradecida por lo que tengo y también me enseñan que las cosas pueden cambiar mucho y repentinamente." 

 

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