La respuesta global a la COVID-19 ha fallado a gran parte del mundo; los gobiernos deben darle un giro

Los errores de la respuesta a la COVID-19 no deben repetirse en futuras pandemias.

Los errores de la respuesta a la COVID-19 no deben repetirse en futuras pandemias. 

Mientras los gobiernos se reúnen en la Asamblea General de la ONU para discutir la respuesta a la COVID-19, Médicos Sin Fronteras (MSF) destaca nuevamente las acciones concretas urgentes que deben tomarse para dar un giro a esta pandemia. 

 

Por la doctora María Guevara, secretaria médica internacional de MSF. 

 

“Hasta la fecha, la respuesta global a la pandemia no ha conseguido brindar un acceso igualitario y equitativo, con el mundo dividido entre un número limitado de países donde las personas pueden protegerse de esta enfermedad mortal, y la mayoría de países donde las personas quedan vulnerables a ella. Cuanto más tiempo esté dividido el mundo entre quienes tienen COVID-19 y quienes no tienen, la pandemia se prolongará, más variantes podrán desarrollarse y se producirán más muertes y sufrimiento. No es demasiado tarde para dar un giro y corregir el rumbo, para que el mundo pueda por fin estar un paso adelante de esta pandemia.

En los lugares donde trabaja MSF, hemos sido testigos de sistemas de salud casi colapsados bajo la carga de una enfermedad que ahora es en gran medida prevenible. La dramática falta de acceso a las vacunas, tratamientos y diagnósticos en países de África, Asia y América Latina es devastadora e inconcebible. La inequidad prolongada y el impacto socioeconómico general de la pandemia corren el riesgo de deteriorar aún más el acceso a la atención médica en muchos países de ingresos bajos y medios.

A medida que el mundo se acerca a los cinco millones de muertes a causa de la COVID-19, los gobiernos de ingresos altos deben hacer tres cosas urgentes para que podamos dar la vuelta a esta pandemia: deben redistribuir de inmediato sus excedentes de vacunas contra la COVID-19, mucho antes de que estas dosis expiren y a través de COVAX u organismos regionales de adquisición, a los países de ingresos bajos y medios que continúan rezagados dramáticamente en la cobertura de vacunación, y deben asegurarse de que estos países reciben apoyo para la distribución de las vacunas. Deben usar todo su poder para obligar a las corporaciones farmacéuticas a compartir su tecnología y conocimientos de ARNm con el Centro de Transferencia de Tecnología de Vacunas de ARNm COVID-19 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Sudáfrica, y compartir la tecnología y conocimientos para producir tratamientos con anticuerpos monoclonales; adicionalmente, todos los gobiernos deben respaldar la exención de los ADPIC respaldado por más de 100 países en la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que permitirá a todos los gobiernos eliminar las barreras de propiedad intelectual y aumentar el suministro y la disponibilidad de tratamientos, diagnósticos y vacunas contra la COVID-19 durante la pandemia, de modo que se puedan salvar muchas más vidas.

Basándonos en nuestra experiencia en entornos con recursos limitados, sabemos que los gobiernos deben priorizar el financiamiento no solo para el suministro, sino también para una sólida promoción de la salud y el diálogo con las comunidades para contrarrestar la desinformación y el miedo que dan lugar a dudas sobre las vacunas. También es urgente llegar a personas "fuera" del sistema: personas refugiadas, desplazadas internamente, migrantes y aquellas que viven en áreas no controladas por el gobierno. 

Una barrera importante que debe superarse es la cuestión de la responsabilidad legal que ha impedido llegar realmente a las personas más vulnerables, dondequiera que se encuentren en el sistema. A medida que las vacunas reciban la plena autorización para su uso, esto debería ir seguido inmediatamente de la reasunción por parte de las empresas farmacéuticas de la responsabilidad de sus propios productos. La aceptación continua de esta transferencia de responsabilidad y las conversaciones de exenciones solo sirven para normalizar una configuración que no debería existir en primer lugar.

Es hora analizar de forma crítica las causas fundamentales de la crisis de acceso en esta pandemia: la desigualdad estructural del sistema sanitario mundial que concentra el poder de decisión y la propiedad de las tecnologías sanitarias que salvan vidas en manos de unas pocas naciones poderosas y sus corporaciones farmacéuticas. Cualquier mecanismo para mejorar la actual respuesta a la pandemia y la futura preparación y respuesta a la misma no debe repetir los errores cometidos durante la COVID-19 hasta la fecha, y debe estar firmemente arraigado en la cooperación multilateral con una clara responsabilidad para los gobiernos de altos ingresos y las corporaciones farmacéuticas en particular. 

Cada día que pasa, otras 10,000 personas mueren a causa de esta enfermedad. ¿Qué esperan los gobiernos que tienen el poder de cambiar esta terrible estadística?"

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