Refugiados en Idomeni: la evacuación

Conor Kenny es médico y trabaja en la clínica de MSF en Idomeni. Nos cuenta qué sucedió el día de la evacuación.

Conor Kenny es médico de MSF y trabaja en la clínica de MSF en Idomeni, un campo de tránsito para refugiados que está en la frontera de Grecia con la Antigua República Yugoslava de Macedonia. El martes 24 de mayo, la policía comenzó a evacuar a los residentes del campo, proporcionándoles poca información sobre el lugar al que serían reubicados. Los eventos descritos en este blog fueron presenciados por Tamim Elnaggar, Stavroula Maggou, Conor Kenny, Naimat Hassan y Dimitris Hatzivasiliou. 
 
 
La espectacular salida del sol sobre las montañas da luz a quienes están soportando este oscuro capítulo de la historia de Europa. El martes, la salida del sol fue interrumpida por grandes batallones de policía que llegaban a través de la entrada del campo de Idomeni. Una por una, cada tienda fue abierta sistemáticamente por grupos policíacos, incluyendo a policías antidisturbios y fuerzas especiales; y se le dijo los residentes que empacaran sus cosas y abordaran los autobuses que tenían como destino los campos oficiales a lo largo del norte de Grecia. 
 
Recolectando sus posesiones, la procesión de refugiados marchó pacíficamente a través del despliegue de policias y hacia el transporte que los esperaba. 
 
Una familia de 5 que iba bien vestida resaltaba entre la desmoralizada multitud. Liderados por un padre que estaba claramente decidido a mantener su dignidad en esta indignante situación, marchó junto a su familia hacia la bahía de equipaje que estaba abierta debajo del autobús. El inquietante silencio que llenaba el aire desde la mañana fue roto por el sonido de un bulldozer que demolía los refugios improvisados detrás de ellos. Hechos con la madera de ramas de árboles y cubiertos con mantas, había sido su hogar durante tres meses. 
 
Otras familias siguieron. Una niña de tres años tropezó mientras caminaba a través de un campo de amapolas y grandes pastos, intentando seguirle el paso a su hermano adolescente. A pesar de su tamaño, él luchaba por balancear la carretilla que cargaba sus posesiones. 
 
Los reportes iniciales sugieren que muchos de estos nuevos campos no son mejores que el Idomeni, y que muchos son incluso peor. 
 
Muchos refugiados llegaron a nuestra clínica ese día. Algunos se apresuraron a ir antes de abordar los autobuses. ‘¿Habrá un médico allí? ¿En dónde puedo conseguir mis medicamentos?’. Muchos llegaron a la clínica para intentar entender qué estaba pasando, no para recibir asistencia médica. El ambiente era sombrío. Muchos vinieron a agradecernos. Muchos vinieron a llorar. Algunos estaban asustados. Otros estaban confundidos. ‘¿A dónde nos enviarán?’,’¿Cómo son los campos?’, ‘¿tendremos comida?’. Lamentablemente, no tenemos respuesta a sus preguntas. No estamos involucrados en los planes del gobierno. Estamos descubriendo qué está sucediendo conforme va sucediendo. Sabemos que los informes iniciales sugieren que muchos de estos nuevos campos no son mejores que el de Idomeni, y que muchos son incluso peores. 
 
Este es sólo el último capítulo en una serie de eventos que han despojado a estas personas del poder y control sobre sus propias vidas. Terminamos nuestro turno sintiéndonos decaídos, sin saber qué pasará después, y ansiosos por el futuro de las personas que hemos llegado a conocer tan bien durante los últimos meses. 
 
 

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