“La salud de personas migrantes está gravemente afectada por aumento de secuestros y violencia sexual en el noreste de México”: MSF

La organización médica humanitaria alerta que estas poblaciones están siendo víctimas de afectaciones en su bienestar físico y emocional por la inseguridad en la zona y hace un llamado a las autoridades para que les brinden protección integral.

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Albergue Senda de Vida en Reynosa, México
Un hombre camina por el albergue para migrantes "Senda de Vida" en Reynosa, México, en la frontera sur de Estados Unidos. © Yael Martínez/Magnum
  • En Reynosa y Matamoros, en el último trimestre de 2023 se registró un aumento del 70% de las consultas por violencia sexual con respecto al tercer trimestre del mismo año. En el último trimestre de 2023 y enero de este año, los equipos de salud mental y trabajo social en Reynosa y Matamoros atendieron 395 casos de pacientes que fueron víctimas de violencia, así como 129 casos de consultas de personas que fueron secuestradas en la zona.
  • En Piedras Negras, MSF atendió durante el 2023 un total de 95 casos de violencia sexual y a 177 personas que fueron víctimas de algún tipo de violencia.

Yo no era así antes, yo sabía sobrellevar los problemas, pero esto se me ha hecho bastante difícil”, dice entre lágrimas Camila* desde un albergue para personas migrantes en Matamoros, noreste de México. Su llanto es apenas una de las muestras de su tragedia. Esta mujer nicaragüense carga en su cuerpo y en su mente todas las atrocidades que les ocurren en esta zona del país a quienes buscan bienestar y seguridad al otro lado de la frontera.

En agosto del año pasado, Camila huyó de su país por cuenta de la persecución política contra ella y su familia. Exceptuando los múltiples cobros ilegales en los retenes de las autoridades a lo largo de la ruta, su trayecto ocurrió sin inconvenientes hasta que llegó a San Luis Potosí, ya en el norte de México. “El autobús venía lleno y nos bajaron a toditos. Solo quedó una familia mexicana. Nos montaron en unos camiones y nos devolvieron a Guatemala”, relata la mujer.

Camila no se dio por vencida y volvió a intentar el viaje hacia el norte. Logró llegar hasta Monterrey y comprar un boleto de autobús a Reynosa junto a varias personas. “Durante el trayecto nos secuestraron, ahí empezó lo peor. Nos llevaron a una casa donde nos separaron a varones y a mujeres y teníamos que estar de pie porque no cabía más gente. En las noches llegaban unos hombres y nos sacaban solo a las mujeres. Ellos nos violaban constantemente, después de uno venía el otro, no tenían piedad”, cuenta Camila intentando reprimir de nuevo el llanto.

Luego de 17 días, Camila fue liberada en Matamoros y recibida en uno de los pocos albergues de la ciudad. “Aquí acudí a los Médicos Sin Fronteras porque me sentía muy mal, no conciliaba momentos de tranquilidad. Hay momentos muy sensibles de crisis, por ejemplo me estoy tomando un café y no logro sostener mis lágrimas al recordar lo que me pasó. Las psicólogas me han ayudado mucho, estoy en tratamiento y sé que aún me falta mucho para poder volver a ser la que yo era”, dice la mujer.

Desafortunadamente, testimonios como el de Camila son cada vez más frecuentes en las consultas de Médicos Sin Fronteras (MSF) en ciudades como Reynosa y Matamoros. “En los últimos meses hemos visto un aumento de los casos relacionados con afectaciones por secuestros y violencia sexual contra las personas migrantes. Nuestros pacientes nos cuentan que durante el cautiverio son maltratados, no reciben alimentación suficiente ni de calidad y la mayoría de las mujeres son víctimas de abusos sexuales y violencia”, afirma Pooja Iyer, coordinadora del proyecto de MSF en estas dos localidades de la frontera noreste del país.

Migraciòn y Salud Mental en la ruta migratoria en México y Centroamérica
Foto de archivo: Las principales afectaciones de la población migrante y desplazada en la frontera norte de México están directamente relacionadas con las duras condiciones del viaje y de refugio. México, mayo de 2022. © MSF/Yesika Ocampo

 

La grave situación de seguridad para las personas migrantes es una constante en toda la región. En Piedras Negras, Coahuila, los equipos de MSF también han atestiguado los impactos de la violencia y violencia sexual contra esta población. Rosaura* es una mujer venezolana que fue secuestrada durante una semana y sufrió abusos sexuales por parte de sus captores. Por no pagar a tiempo el dinero que le pedían, perdió la cita que le habían asignado a través de la aplicación CBP One. Nuevamente quedó a la deriva y con graves secuelas en su salud mental en esta ciudad peligrosa.

“La encontramos en un terminal del estado de Coahuila mientras parte de nuestro equipo distribuía kits de invierno para enfrentar las bajas temperaturas. Al vernos, las 15 personas que estaban con ella desde hace dos días esperando para seguir su viaje negaron ser migrantes por el miedo que sentían de que fueran llevados de vuelta después de estar tan cerca de la frontera, cuenta Gustavo Marangoni, coordinador de logística del proyecto de MSF en Piedras Negras.

Las historias de Camila y Rosaura no son aisladas. Cada día en los puntos de atención de MSF en la zona se repiten los testimonios de personas migrantes que han sufrido distintos hechos victimizantes. En Reynosa y Matamoros, en el último trimestre del 2023 se registró un aumento del 70% de las consultas por violencia sexual con respecto al tercer trimestre del mismo año. Además, tan solo en enero de este año se atendieron 28 casos, una cifra que supera el registro de cada mes del año pasado.

Así mismo, persiste la búsqueda de atención por afectaciones relacionadas con los secuestros y la violencia, tanto en la ruta como en la frontera. En el último trimestre de 2023 y enero de este año, los equipos de salud mental y trabajo social en Reynosa y Matamoros atendieron 395 casos de pacientes que fueron víctimas de violencia, así como 129 casos de consultas de personas que fueron secuestradas en la zona.

En Piedras Negras, los equipos atendieron durante el 2023 un total de 95 casos de violencia sexual. A 177 personas que fueron víctimas de algún tipo de violencia, incluyendo secuestro, heridas, golpes, amenazas, desaparición forzada de familiares derivadas de hechos de violencia durante el trayecto migratorio y en la frontera. Las personas migrantes tienen miedo de cruzar el río por los ahogamientos. Quienes tienen citas por CBP los devuelven o no los dejan pasar, quebrando su dignidad.

“Estos hechos tienen un grave impacto en la salud física y emocional de las personas. Las consecuencias van desde contusiones y traumatismos físicos, embarazos no deseados y contagios de enfermedades de transmisión sexual hasta desencadenar síntomas de ansiedad, depresión, estrés agudo y estrés postraumático, entre otros, que requieren atención integral e inmediata para evitar mayores afectaciones en el futuro. Al llegar, la mayoría está siendo rechazada, lo que desencadena en el colapso de las aduanas”, explica Ryan Ginter, coordinador del proyecto de MSF en Piedras Negras.

MSF ayuda a personas migrantes en Piedras Negras, México
El equipo de MSF distribuye artículos de primera necesidad a las personas que lo necesitan. © Yesika Ocampo / MSF

 

Espera indefinida en ciudades hostiles

A los graves riesgos de seguridad que enfrentan las poblaciones en movimiento en la frontera noreste se le suman climas extremos tanto en invierno como en verano, limitaciones para acceder a albergues adecuados, dificultades de acceso a alimentos, agua, suministros sanitarios, así como escasa oferta de cuidados médicos y psicológicos. En este ambiente hostil deben esperar indefinidamente a obtener una cita con las autoridades migratorias estadounidenses a través de la aplicación digital CBP One.

Esta aplicación, que es una de las pocas vías legales que existen para acceder al derecho de asilo y protección en Estados Unidos, en realidad expone a las personas migrantes a una mayor incertidumbre y a experiencias de violencia inimaginables, que ponen en peligro sus vidas. En estas ciudades del noreste de México se multiplican los testimonios de personas que llevan varios meses a la espera de la asignación de la cita para comenzar su proceso migratorio de manera regular en ese país.

“Eso sin contar con las personas que no tienen posibilidad de acceder a un teléfono adecuado para realizar el trámite, ni de asumir los costos económicos de la conexión a internet, o aquellas que no saben hablar castellano ni leer y escribir. Pese a que sin duda ha representado un pequeño avance en el objetivo de organizar los flujos migratorios, esta herramienta ha mostrado ser insuficiente para gestionar los procesos de ingreso legal de las poblaciones que buscan bienestar y seguridad en ese país”, afirma .

Sofía* y Ligia* son dos hermanas hondureñas que salieron hace cuatro meses. Huyeron después que mataran a varios miembros de su familia en su país de origen. Cada una tiene cuatro hijos, decidieron viajar con los más pequeños y dejar a los mayores bajo resguardo de un familiar. “Estando en Coahuila tuvimos que caminar más de ocho horas en la fría noche para llegar al albergue de la capilla de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la ciudad de Rio Bravo. Los niños más pequeños ya no lloraban, casi ni se movían del frío que teníamos, no tenemos celular, ni cita, ni sabemos qué hacer”, cuenta Sofia mientras prepara la comida dentro del albergue.

Ante la gravedad de la situación que se vive en la frontera noreste, Médicos Sin Fronteras hace un llamado a las autoridades mexicanas y estadounidenses a que aumenten sus esfuerzos para atender integralmente a la población migrante frente a estos múltiples hechos de violencia, eviten la persecución y la devolución hacia zonas del sur del país. También que amplíen las vías legales y brinden mejores espacios de albergue con servicios adecuados y dignos para estas personas.

 

*Nombres cambiados por seguridad

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