Declaración de MSF sobre el programa de ABC Noticias sobre Kayla Mueller

El 26 de agosto de 2016, la cadena ABC en su programa 20/20 transmitirá un episodio de una hora que documenta la extraordinaria vida de Kayla Mueller y las circunstancias que llevaron a su muerte.
 
En Médicos Sin Fronteras (MSF) deseamos reiterar nuestro más sentido pésame a la familia y amigos de Kayla. Su muerte fue una pérdida terrible y trágica. Kayla dedicaba su vida a ayudar a personas que sufren en medio de crisis humanitarias; la clase de personas que forman parte del personal de MSF y que todos los días se dedican a prestar ayuda en cerca de 70 países en todo el mundo.
  
"De todo lo que he aprendido al hablar con los padres de Kayla, Carl y Marsha, y a partir de su escritura apasionada y su trabajo a favor de las personas en situación de crisis, ya fuera en Darfur, en los Territorios Palestinos Ocupados, en el Tíbet, o en la India, ella demostraba la misma increíble compasión y conexión con la gente marginada que veo en mis colegas todos los días", dice Jason Cone, director ejecutivo de MSF Estados Unidos. "Todos nosotros en MSF queremos expresar nuestras condolencias y solidaridad por la horrible experiencia que la familia Mueller ha vivido en los últimos tres años. Nadie debería tener que soportar una experiencia así".
 
Adicionalmente, MSF quiere explicar las decisiones que se tomaron después del secuestro de Kayla en agosto de 2013, algunas de las cuales fueron referidas en un artículo publicado en el sitio web de ABC News el 24 de agosto y que probablemente se aborden de nuevo en la emisión del siguiente programa. Esta declaración es una extensión de nuestra participación en dicha emisión, que se produjo después de que representantes de alto nivel de MSF se reunieran en privado con Carl y Marsha Mueller en su casa en Arizona, y que se llevó a cabo por respeto al trauma que ellos y su familia han sufrido.
 
El 3 de agosto de 2013, aproximadamente a las 16 horas, Kayla llegó a un hospital de MSF en Alepo, Siria, acompañando a un técnico en internet satelital, de nacionalidad siria, que había sido contratado para reparar la red de comunicaciones de internet del hospital.
 
Llegaron juntos desde el sur de Turquía. La presencia de Kayla no se esperaba y nadie en el hospital tenía ninguna indicación de que iba a llegar. Si lo hubieran sabido, le habrían informado en términos muy claros que no debía venir, o cancelado la visita por completo. Esto se debe a que Alepo era bien conocido por ser un lugar muy peligroso, una ciudad en guerra (que se mantiene hasta nuestros días), en el que el nivel de riesgo para los occidentales, y los estadounidenses en particular, es muy elevado. Por lo tanto, la política de seguridad de MSF prohíbe que personas de ciertos países, incluyendo los ciudadanos de EE.UU., trabajen o incluso visiten el hospital. Sin importar cuántas tareas en el terreno hubieran realizado, o la cantidad de experiencia que tuvieran en zonas de conflicto, o lo buenas que fueran sus intenciones. La prohibición era total y absoluta por la ubicación de este proyecto.
 
No obstante, el técnico y Kayla llegaron al final del día, por lo que al técnico no le dio tiempo suficiente para completar su trabajo. Había pocas o ninguna opción para encontrar un alojamiento seguro en el exterior de la zona industrial de la ciudad de Alepo, donde se ubicaba el proyecto, por lo que nuestro personal les pidió que se quedaran a dormir dentro del complejo. Al día siguiente, después de que el técnico completó su trabajo, solicitó asistencia para regresar a la estación de autobuses de la ciudad. El personal organizó un coche de alquiler con un conductor para llevarlos a la estación de autobuses. El coche tenía sólo un pequeño cartel con el logotipo de MSF en el lado derecho del salpicadero y no estaba señalizado de ninguna otra manera. El conductor tomó por el camino que regularmente utilizaba el equipo de MSF (incluyendo más temprano ese mismo día). Sin embargo, en el camino, el vehículo fue detenido por hombres armados desconocidos que secuestraron a Kayla, al técnico, y a un miembro del personal de MSF que viajaba con ellos. El conductor fue puesto en libertad una hora después del incidente y volvió al hospital de MSF, donde informó a los responsables del proyecto de MSF sobre el incidente.
 
Inmediatamente, MSF informó a la empresa que había enviado al técnico que éste había sido secuestrado junto con una mujer que viajaba con él. La empresa difundió la información sobre el secuestro en áreas del sur de Turquía. Al parecer, dicha información llegó a una ONG, con sede al sur de Turquía, que entonces se comunicó con MSF preguntando por la joven, diciendo que ella había estado trabajando con ellos. Fue en ese momento cuando conocimos más detalles sobre Kayla y sobre dónde había estado trabajando. MSF compartió todo lo que sabía sobre el incidente con dicha organización.
 
La organización le informó a MSF que se pondría en contacto con las autoridades del gobierno de Estados Unidos y que compartiría la información con ellos. MSF también se acercó a las diversas autoridades y a los grupos armados conocidos por estar activos en el área metropolitana de Alepo, en un esfuerzo por reunir información acerca de quién podría haberles capturado y por qué -información que habríamos proporcionado tanto a la empresa que envió al técnico, como a la organización con la que Kayla había estado trabajando.
 
El técnico y el miembro del personal de MSF fueron liberados aproximadamente tres semanas más tarde, en días separados, sin que nadie se atribuyera la responsabilidad por el secuestro.
 
Aproximadamente cinco meses después, en otra zona, al norte de Siria, cinco integrantes del personal internacional de MSF (tres mujeres y dos hombres) fueron secuestrados de un proyecto de MSF en la gobernación de Idlib. Después descubrimos que estaban siendo retenidos por el grupo conocido como Estado Islámico.
 
Las tres mujeres fueron liberadas varios meses después, el 4 de abril de 2014. Cuando estuvieron fuera del país, MSF se aseguró de que recibieran toda la atención y apoyo necesarios, y se realizaron sesiones en las que ellas compartieron sus experiencias. Durante estas sesiones, dijeron que habían sido retenidas en el mismo lugar que Kayla Mueller y otros prisioneros. Además, comentaron que Kayla les había dado una carta para sus padres, que las mujeres sacaron de contrabando corriendo un riesgo personal. Los captores también dieron a las mujeres una carta que querían que fuera entregada a los padres de Kayla, pero la misma Kayla pidió a las mujeres que no entregaran esa carta. Los captores también pidieron a las mujeres que memorizaran una dirección de correo electrónico y les dijeron que debían usarla para realizar las gestiones para obtener la liberación de Kayla, una vez que ellas regresaran a casa.
 
Después de estas sesiones de pláticas de MSF con las mujeres liberadas, la organización contactó a la familia Mueller para informarles que Kayla había estado retenida con nuestro personal y que estaba en buen estado de salud, la última vez que la vieron. Fue entonces que MSF envió la carta que Kayla escribió para sus padres. MSF tomó la decisión de compartir después la dirección de correo electrónico por su preocupación por la seguridad de los prisioneros que aún se encontraban retenidos.
 
Todavía había dos integrantes retenidos del personal de MSF. Nunca hubo ninguna duda de que toda la información sería compartida con la familia Mueller, pero los captores tenían toda la ventaja en ese momento, y consideramos que hacer cualquier cosa que pudiera sorprenderlos podría desestabilizar una situación extremadamente delicada y peligrosa.
 
Creíamos que si los captores, que eran ampliamente reconocidos por herir o matar a la gente casi a su antojo, recibían cualquier indicación de que nuestro personal había sacado de contrabando otra carta, esto incrementaría el riesgo para todas las personas que seguían detenidas. Esto incluía un escenario en el que personas que no eran las tres integrantes de nuestro personal que fueron liberadas, usaran la dirección de correo electrónico que les fue dictada. Por lo tanto, consideramos que lo más prudente sería esperar antes de compartir la dirección de correo electrónico con la familia.
 
Los dos hombres del personal de MSF fueron liberados el 14 de mayo. Queríamos asegurarnos de que primero salieran del país de forma segura y que se les proporcionara la atención que necesitaban y posteriormente hablar con ellos —en parte para entender si se había realizado alguna amenaza adicional en contra de los cientos de trabajadores de MSF en Siria, o en los países vecinos en donde este grupo pudiera tener como objetivos potenciales al personal de MSF, o a cualquier otra persona que hubiera estado en las discusiones sobre su liberación. Cuando se completó todo esto, MSF compartió la dirección de correo electrónico con los Mueller, el 23 de mayo de 2014.  Lamentamos que Marsha Muller tuviera que ponerse en contacto con nosotros antes de que lo pudiéramos hacer. Nosotros debimos habernos puesto en contacto primero con la familia, y nos hemos disculpado con la familia por ello. 
 
Siete meses después, el 6 de febrero de 2015, se dio a conocer la terrible noticia de la muerte de Kayla. Después de ver los reportes de que Kayla era una empleada de MSF, publicamos una declaración que decía que no lo era. Era un comunicado escueto e insensible dada la gravedad de la situación, las vidas involucradas y la pena de la familia. MSF también se ha disculpado por esto en persona con la familia Mueller, en su hogar en Arizona; una disculpa que hemos repetido en entrevistas con la cadena ABC y que repetimos de nuevo aquí. 
 
Sin embargo, las disculpas tienen sus limitaciones, especialmente ante tanta angustia y consideraciones sobre lo que pudo haber pasado. Al ser una organización que trabaja en zonas de conflicto y que ha visto cómo varios de sus colegas y amigos han sido asesinados cuando intentaban brindar ayuda de emergencia, conocemos demasiado bien toda esta situación. En este caso, los Mueller pidieron a MSF que interviniera activamente para ayudar a conseguir la liberación de Kayla, y no lo hicimos. Hay varias razones para esta decisión:
 
Los riesgos se extenderían más allá del lugar del conflicto específico. Si MSF fuera considerada por potenciales secuestradores como negociadora de rescates para personas que no forman parte de su personal, no hay duda de que esto incrementaría el riesgo en muchos lugares, pondría en peligro a nuestro personal en el terreno, en nuestros proyectos médicos, a nuestros pacientes; y probablemente nos forzaría a cerrar proyectos en donde las necesidades son generalmente muy graves. Limitaría la posibilidad de MSF de brindar atención médica que salva vidas a personas que se encuentran en conflictos peligrosos. 
 
Además, MSF es una organización médica que proporciona ayuda de emergencia. No somos negociadores de rescates. Si sucede que integrantes de nuestro personal son secuestrados, designamos a un equipo especializado para que se dedique totalmente a trabajar para conseguir la liberación de estas personas. Esto implica importantes preocupaciones para los involucrados; algunas de las personas que trabajaron para lograr la liberación de los integrantes de MSF en Siria pusieron su vida bajo un gran riesgo. 
 
Hay un riesgo inherente en el trabajo humanitario en situaciones de conflicto, pero dependemos de personas que están dispuestas a asumir estos riesgos para lograr llegar a las personas que más lo necesitan alrededor del mundo. Es terrible saber que gente como Kayla Mueller, que iba por el mundo con un este espíritu, muriera en su esfuerzo por llegar a estas personas.
 
Médicos Sin Fronteras (MSF) es una organización médico humanitaria que proporciona ayuda de emergencia. Fue fundada en 1971 y trabaja en áreas en donde hay conflictos, brotes epidémicos, desastres naturales y situaciones en las que la gente no tiene acceso a atención médica vital. Sus equipos trabajan en casi 70 países alrededor del mundo y atendieron a más de 8.6 millones de pacientes en 2015.
 
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