Grecia: ansiedad y depresión en el estadio de Elliniko

Tres estadios forman el complejo deportivo de Elliniko, en Grecia. Este lugar alberga a refugiados que tuvieron que huir de sus países. MSF les brinda atención médica y psicológica en sus clínicas móviles.

Cada mañana, dos vehículos de Médicos Sin Fronteras (MSF), aparcan en uno de los tres estadios que conforman el complejo deportivo de Elliniko, suburbio situado en la capital griega de Atenas. Construidos sobre un antiguo campo de aviación, los estadios fueron acondicionados para los Juegos Olímpicos de 2004. Estos estadios ahora albergan a hombres, mujeres y niños que tuvieron que huir de sus países en busca de la seguridad que ofrece Europa.
 
Aquí, la mayoría de las personas provienen de Afganistán. En sus países eran ingenieros civiles, soldadores, profesores, conductores de camiones, recepcionistas, estudiantes…pero tuvieron que dejar atrás todo eso, así como sus posesiones, para huir del conflicto y la violencia. Muchos arriesgaron su vida para llegar hasta aquí, caminando a través de las montañas nevadas de Pakistán, con sus hijos en brazos, escondiéndose de la policía y de hombres armados. Finalmente, tras salir de Irán, cruzaron el mar que separa a Turquía de Grecia en botes de goma que ni tan siquiera eran aptos para navegar.
 
 
Se extiende la noticia, se forma la fila
 
Durante el pasado mes, un equipo médico de MSF,  formado por matronas, promotores de salud psicológica y mediadores culturales, ha puesto en marcha varias clínicas móviles en Elliniko, que realizan 30 consultas diarias de forma gratuita. La noticia se ha extendido por todo el campamento; la gente sabe cuándo tiene que esperar al equipo y, para cuando los vehículos llegan, ellos ya se han organizado formando la cola.
 
Caminando entre las tiendas instaladas en el interior del recinto deportivo, una mujer llama al mediador cultural Mohammad. “Necesito ayuda, por favor… no puedo soportar más esto…”, implora Fahima. Ella busca un poco de privacidad y la encuentra detrás de las puertas cerradas de su tienda donde, bajo los preocupados ojos de su amado esposo, Fahima cuenta su historia.
 

 “Los talibanes nos dijeron que nos matarían”

 
“Vivía en Kabul con mi marido y nuestros tres hijos. Mi padre trabajaba para una compañía petrolera estadounidense. Un día, durante su camino desde Kabul hasta Kandahar, fue detenido por los talibanes. Lo decapitaron. Mi marido trabajaba para una ONG internacional, motivo por el que un día recibió una carta de los talibanes. En ella decía que ya no éramos musulmanes y que vendrían a matarnos. Huimos. Me vi obligada a dejar a mi madre allí, ella es demasiado mayor para poder realizar este viaje. Me siento tan desesperada, me he vuelto loca; soy violenta con mis hijos, conmigo misma…”. Mohammad es el encargado de que Fahima tenga apoyo psicológico de MSF.
 
 
La historia de Fahima es una de muchas. Cada día hay una cola formada por hombres, mujeres y niños que esperan una consulta privada con el psicólogo de MSF. “Vemos un gran número de personas con síntomas de ansiedad y depresión, principalmente debido a experiencias traumáticas”, dice el coordinador médico de MSF, Fouzia El Yaagoubi. “Muchos de nuestros pacientes fueron amenazados y obligados a huir; muchos han sido víctimas de violencia física o han presenciado como la ejercían contra algún miembro de su familia; otros son víctimas de la trata de personas o de violencia doméstica”.
 
 “Estas personas viven en unas condiciones muy difíciles: hacinados, sin privacidad y con unas instalaciones de saneamiento y alimentación indecentes. Todo esto hace aumentar su malestar”, dice Fouzia. “La falta de información disponible que sea consistente y creíble también hace que sus vidas sean una pesadilla. No saben qué van a hacer con ellos”.
 

Dar a luz en una tienda de campaña

 
Las parteras de MSF también asisten consultas médicas que se centran específicamente en mujeres, la mayoría de ellas no ha visto un médico desde hace meses. “Se necesita urgentemente atención sanitaria sexual y reproductiva”, dice Fouzia. “Casi cuatro de cada cinco pacientes vienen para consultas ginecológicas; la mayoría sufre de infecciones sexuales. También estamos atendiendo a mujeres embarazadas, para quienes el temor principal es tener que dar a luz en una tienda de campaña”.
 
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