Ucrania: “Aquí nos sentimos perdidos y asustados”

Los ancianos y las personas con enfermedades crónicas abandonados cerca de la línea de combate en el este de Ucrania, padecen la falta de asistencia médica.

Han pasado más de dos años desde que estalló el conflicto en el este de Ucrania. Sin embargo, miles de víctimas han quedado abandonadas en zonas cercanas a la ahora inmóvil línea de combate (llamada Franja de Protección o línea de contacto).
 
Más de 9,300 personas han muerto y unas 21,500 han resultado heridas desde el estallido de los combates a mediados de abril de 2014 según Naciones Unidas [UN Human Rights Monitoring Mission in Ukraine (UN HRMMU), página 6]. A pesar de la desaparición del conflicto de la atención internacional, todavía son frecuentes las violaciones del alto el fuego acordado el año pasado y las muertes de forma regular.
 
El prolongado conflicto se ha cobrado un alto precio, especialmente en las personas que no pudieron escapar en el momento más crudo de los enfrentamientos y que, ahora, han quedado atrás, cerca de la línea de contacto, donde los bombardeos diarios son de nuevo una realidad. Muchas personas mayores continúan atrapadas en estas zonas con escasa o ninguna ayuda. Además de padecer acuciantes necesidades de servicios de salud mental, se enfrentan a un acceso muy limitado a una asistencia sanitaria esencial para enfermedades crónicas.
 
Médicos Sin Fronteras es una de las escasas organizaciones internacionales que prestan atención médica y mental directa en las zonas cercanas al frente de combate. Los equipos de MSF, ubicados en Bakhmut y Mariupol, gestionan clínicas móviles y suministran medicamentos y equipos a instalaciones sanitarias. Los equipos recorren 40 lugares e instalan las clínicas en las escuelas vacías, edificios comunitarios o en centros de salud abandonados. Algunos habitantes llegan incluso a abrir sus hogares para que los trabajadores humanitarios de MSF cuenten con un espacio para ofrecer atención.
 
Aunque se están restableciendo algunos de los centros de salud a lo largo de la línea de combate, el personal médico no ha regresado debido a la proximidad de estas localidades al conflicto. En algunas áreas, muchas clínicas y hospitales carecen de medicamentos. En otras, los centros de salud han sido destruidos parcial o totalmente.
 
 

Tratamiento para enfermedades crónicas

 
La falta de tratamiento para patologías crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares es una de las principales necesidades médicas que padecen las personas de edad avanzada. MSF está trabajando en la línea de combate para cubrir los vacíos generados por una grave falta de atención médica. En las ciudades donde la gente ha buscado refugio, como Mariupol, la alta tasa de desempleo y una inflación vertiginosa se traducen en que pacientes crónicos no pueden permitirse pagar el tratamiento esencial. Sin cuidados, corren un grave riesgo de que aparezcan complicaciones y su estado se agrave.
 
Debido al elevado número de pacientes ancianos, más de la mitad de las personas atendidas por MSF padecen enfermedad cardiovascular. La diabetes también es habitual: uno de cada diez pacientes la sufren.
 
La atención a las enfermedades crónicas es un reto, sobre todo en áreas de difícil acceso debido a la inseguridad. "Es fundamental que los pacientes con enfermedades crónicas tengan acceso a un tratamiento ininterrumpido", explica Gabriela Das, coordinadora médico de MSF. "Si no podemos llegar a los pacientes en riesgo de forma regular, y para evitar complicaciones médicas, tratamos de asegurar que cuenten con una cantidad de reserva de fármacos suficiente hasta la siguiente consulta".
 
Se estima que más un millón de los 1,75 millones de personas desplazadas son jubilados. El pensionado promedio recibe el equivalente a 42 euros por mes. Sin embargo, el precio de los medicamentos para enfermedades crónicas cuesta unos 14 euros al mes. Así, los pensionados con una enfermedad crónica tienen que destinar un tercio de sus ingresos mensuales a adquirir los medicamentos que necesitan. En estas circunstancias, el tratamiento queda fuera del alcance para muchos.
 
Raisa, 80 años, pensionada, vive en Taramchuk, un pequeño pueblo cerca de la línea de combate. En agosto de 2014, su vivienda fue destruida por los bombardeos y ahora vive en la casa de un vecino que huyó del pueblo cuando el conflicto se intensificó. "Aquí estamos perdidos y asustados", dice Raisa. "La vida es terrible y, a veces, tengo pensamientos suicidas. Me siento desesperada cuando me veo en esta situación con mi edad”, se lamenta.
 
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Las cicatrices psicológicas persisten

 
Tras dos años de conflicto, el trauma psicológico es un fenómeno generalizado que ha dejado familias y comunidades enteras desgarradas. Las personas ancianas son las más vulnerables. Muchas han tenido que decir adiós a hijos y nietos que han buscado seguridad en las grandes ciudades y, a menudo, se han quedado solos y sin apoyo emocional. Su exposición directa al conflicto ha hecho que la ansiedad y la depresión sean habituales.
 
MSF incorporó los servicios de salud mental en sus actividades médicas en julio de 2015. Desde entonces, MSF ha realizado 18,000 consultas individuales y grupales. Un porcentaje importante de los participantes en estas sesiones han sido personas mayores.
 
“A veces vemos ancianos atemorizados; sienten que se están volviendo locos”, afirma Viktoria Brus, psicóloga de MSF en Kurakhove. “Empiezan a olvidar cosas, se quedan callados y no dicen nada. Nosotros les facilitamos mecanismos para ayudarles a afrontar la situación, les recordamos el papel tan importante que ocupan en la familia e insistimos en que pueden hacer pequeñas cosas como hablar con los vecinos del pueblo para que se sientan mejor.”
 
La ansiedad afecta a más de la mitad de los pacientes de salud mental de MSF. “La exposición al conflicto es una de las razones que explica niveles de ansiedad tan altos como los que vemos”, asegura la doctora Das. “La desesperanza y la incertidumbre sobre el futuro contribuye a ello. Este estrés también agrava los síntomas físicos de otras condiciones médicas. Lo vemos a menudo en pacientes con hipertensión. A pesar de estar bajo tratamiento, también pueden sufrir dificultad para respirar, palpitaciones y problemas para dormir debido al estrés emocional. Por eso, es crucial que la atención médica y psicológica vayan de la mano para reducir el impacto en la salud física y mental del paciente.”
 
 

Sin acceso a las zonas no gubernamentales

 
Hasta finales de 2015, MSF trabajaba a ambos lados de la línea de combate, donde facilitaba atención en las áreas gubernamentales y no gubernamentales. Sin embargo, en octubre de ese año, a MSF le fue retirada la autorización para trabajar en las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk (DPR y LPR respectivamente, por sus siglas en inglés).
 
Hoy en día, los equipos de MSF sólo pueden trabajar en áreas controladas por el Gobierno de Ucrania. “Cuando nuestros equipos tuvieron que abandonar LPR y DPR, dejamos atrás a miles de pacientes con necesidades”, recuerda Mark Walsh, coordinador general de MSF en Ucrania. “Ahora nos preocupa especialmente la situación de los pacientes con diabetes, los enfermos con patologías renales crónicas, tuberculosis y con enfermades cardíacas. Con el fin de atender a las necesidades que tienen a ambos lados de este conflicto, seguimos comprometidos a reanudar nuestras actividades en DPR y LPR tan pronto como sea posible”.
 
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En 2015, MSF donó medicamentos y equipos médicos a más de 350 centros de salud situados a ambos lados de la línea de combate. Estos suministros permitieron atender a más de 9,900 pacientes con heridas de guerra, a 61,000 personas con enfermedades crónicas y asistir 5,100 partos. Los equipos también llevaron a cabo 159,900 consultas de atención primaria y 12,000 consultas de salud mental en colaboración con el Ministerio de Salud. Asimismo, MSF estableció puntos de primeros auxilios y de reparto de agua para asistir a la gente que esperaba largas colas bajo el calor del verano mientras trataba de cruzar la línea de combate entre los puestos de control de Novotroitske, Zaitseve y Mayorsk.
 
Fin de las actividades en el área de Bakhmut (regiones de Lugansk y norte de Donetsk) a finales de julio de 2016. MSF concluirá sus actividades a finales de julio tras dos años brindando asistencia médica y humanitaria a las personas afectadas por el conflicto en Bakhmut y en las zonas adyacentes. Varios de los proyectos serán transferidos a otras ONG, junto con el equipo y los suministros para mantener la asistencia durante los próximos meses.
 
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