Atrapados y maltratados: la experiencia de trabajadores migrantes en Líbano

Cerca de la mitad de la población migrante en Líbano son trabajadores domésticos, lo que significa que viven con sus empleadores, a menudo en entornos difíciles.

Martha*, migrante en Líbano, en un refugio etíope en Beirut. Líbano, febrero de 2025.
Martha*, migrante en Líbano, en un refugio etíope en Beirut. Líbano, febrero de 2025. © Myriam Boulos/Magnum

Mahi* fue obligada a dormir en el balcón incluso durante el invierno. Martha* fue acosada sexualmente, pero nadie le creyó. Beatrice tiene que responder a otro nombre. Makdes fue víctima de abuso verbal, físico y psicológico. Estas son solo algunas de las experiencias que trabajadores migrantes han compartido con los equipos médicos y de salud mental de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Beirut, la capital del Líbano.

Se estima que hay 176,500 personas migrantes viviendo en Líbano, y alrededor del 70% son mujeres. La mayoría migró desde países asiáticos y africanos, principalmente Etiopía, Bangladesh y Sudán. Cerca de la mitad de la población migrante en Líbano son trabajadores domésticos, lo que significa que viven con sus empleadores, a menudo en entornos difíciles.

En Médicos Sin Fronteras gestionamos una clínica en Bourj Hammoud, un suburbio al norte de Beirut que sirve como centro para muchas comunidades vulnerables en Líbano. Aunque los servicios de la clínica están abiertos a todas las personas, la mayoría de nuestros pacientes son migrantes.

 

Joygom y Sujon, dos pacientes, en la sala de espera de la clínica de MSF en Bourj Hammoud. Líbano, marzo de 2025.
Joygom y Sujon, dos pacientes, en la sala de espera de la clínica de MSF en Bourj Hammoud. Líbano, marzo de 2025. © Myriam Boulos/Magnum

 

A menudo, las personas han elegido dejar su país de origen en busca de una vida mejor, pero se encuentran atrapadas en un sistema que las excluye de las leyes que protegen los derechos de otros trabajadores. Este sistema puede privalas de sus opciones, sus derechos e incluso su voz.

Los trabajadores migrantes llegan a Líbano a través del sistema de patrocinio kafala. Bajo este sistema que en su forma más extrema ha sido descrito por activistas y organizaciones de derechos humanos como una forma de “esclavitud moderna” las y los trabajadores domésticos migrantes son sobreexplotados, mal pagados o no pagados en absoluto, y a menudo no tienen descansos ni días libres. Nuestros equipos han sido testigos de las graves consecuencias que estas condiciones tienen sobre la salud de las personas.

Las historias que escuchamos en nuestra clínica se cruzan de muchas maneras. El patrocinador a menudo les quita a los empleados su autonomía, así como sus documentos legales. Los trabajadores migrantes que viven con sus empleadores están aislados del mundo, a veces se les niega el derecho a comunicarse con cualquier persona fuera del hogar, incluso con sus familias. Si quieren marcharse, solo pueden ser asignados a otra familia o regresar a sus países de origen si el patrocinador lo permite.

Algunas mujeres que deciden dejar el hogar de su empleador encuentran apoyo dentro de las comunidades migrantes, pero muchas quedan sin hogar, sin documentos legales y con necesidad de asistencia urgente. Si deciden regresar a su país, puede que no tengan los recursos para tramitar sus papeles o comprar un boleto de avión. Algunas eligen quedarse en Líbano a pesar de las dificultades porque no tienen a dónde ir o porque necesitan alimentar a sus familias.

 

Ahmet* vive con su hijo de 2 años en un pequeño departamento en la azotea de Mar Elias, Beirut, junto con otros siete migrantes. Viajó de Bangladesh al Líbano hace ocho años.
Ahmet* vive con su hijo de 2 años en un pequeño departamento en Mar Elias, Beirut, junto con otros siete migrantes. Viajó de Bangladesh al Líbano hace ocho años. © Myriam Boulos/Magnum

 

El acceso de las personas migrantes a la atención médica en Líbano es sumamente limitado. Bajo kafala, el empleador puede impedir que el empleado busque atención médica. Otros migrantes que no están vinculados al sistema kafala también son rechazados en hospitales y centros de salud, ya sea por no tener documentos legales o por no ser libaneses. Algunas personas evitan acudir a hospitales por miedo a ser rechazadas, deportadas o por no poder pagar.

En la clínica de MSF en Bourj Hammoud, nuestros equipos están respondiendo a las necesidades médicas de las personas migrantes, brindando consultas básicas, servicios de salud sexual y reproductiva, y atención de salud mental, incluyendo consultas psiquiátricas. También hemos cubierto los costos de derivaciones hospitalarias en casos de riesgo vital.

“En 2024, las consultas psiquiátricas en la clínica de Bourj Hammoud se han duplicado en comparación con el año anterior”, afirma Elsa Saikali, supervisora de salud mental de MSF. “Los trabajadores migrantes a menudo son deshumanizados, víctimas de racismo y discriminación, y expuestos a abusos físicos y sexuales. Todo esto tiene profundas repercusiones en su bienestar psicológico”.

 

Martha*, Makdes* y Tigist* viven en un refugio en Beirut, después de haber pasado meses intentando ganarse la vida en el Líbano. Ahora están esperando su repatriación a Etiopía.
Martha*, Makdes* y Tigist* viven en un refugio en Beirut, después de haber pasado meses intentando ganarse la vida en el Líbano. Ahora están esperando su repatriación a Etiopía. © Myriam Boulos/Magnum

 

Muchos migrantes en Líbano enfrentan una barrera lingüística, lo que limita aún más su capacidad para acceder a la atención médica. Se ven obligados a firmar documentos y hablar en árabe.

“Médicos Sin Fronteras es una de las pocas organizaciones en Líbano que brinda traducción a las personas migrantes durante las sesiones de salud mental”, dice Elsa Saikali. “Lo que hace especial a nuestra clínica es la presencia de educadores de salud comunitaria para los pacientes. Son trabajadores de MSF de las comunidades migrantes que facilitan el vínculo con el paciente, generan confianza y se aseguran de que el paciente esté debidamente informado sobre su estado de salud”.

Las comunidades migrantes en Líbano tienen necesidades que van más allá de la atención médica. Es difícil decirle a un paciente que cuide su salud mental si está sin hogar o no puede alimentarse.

“Mi trabajo consiste en derivar a los pacientes a servicios que van más allá de la capacidad de respuesta de MSF”, dice Hanan Hamadi, trabajadora social de MSF en la clínica de Bourj Hammoud. “Los pacientes que acuden a mí tienen necesidades básicas como refugio, alimentos y asistencia económica. Los derivo a otras organizaciones que ofrecen estos servicios”.

La situación socioeconómica de los trabajadores migrantes se agravaron durante la reciente guerra de Israel en Líbano. Muchas han contado a los equipos de MSF que fueron abandonadas por sus empleadores, dejándolos en la calle o encerrándolos en casas ubicadas en zonas afectadas por el conflicto.

 

Ahmet* y Nasima* en su casa en Mar Elias, Beirut. Ambas migraron de Bangladesh a Líbano para ganarse la vida.
Ahmet* y Nasima* en su casa en Mar Elias, Beirut. Ambas migraron de Bangladesh a Líbano para ganarse la vida. © Myriam Boulos/Magnum

 

Durante ese período, líderes de comunidades migrantes ayudaron a los equipos de MSF a llegar a los migrantes más necesitados en refugios y departamentos abarrotados, donde donamos artículos de primera necesidad y brindamos atención médica a través de una clínica móvil.

Los programas para migrantes en Líbano, dirigidos por organizaciones locales e internacionales, se han reducido con los años, dejando un vacío en los recursos para las personas migrantes.

“Cada vez es más difícil derivar a nuestros pacientes a otras organizaciones que brindan asistencia a migrantes en Líbano”, dice Hanan Hamadi. “Esto se debe a la escasa financiación asignada a programas de apoyo a migrantes y al recorte o cierre de otros. No es un problema reciente; lleva tiempo ocurriendo”.

Uno de los mayores desafíos que enfrentan los equipos de MSF en Líbano es la derivación de pacientes a hospitalización, incluyendo emergencias psiquiátricas. Las organizaciones con poca financiación pueden dejar de cubrir hospitalizaciones para migrantes. Si estas organizaciones reducen su apoyo, MSF no podrá cubrir la brecha por sí sola, y las necesidades de muchas personas quedarán sin respuesta.

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