Burundi: Personas refugiadas en Musenyi se enfrentan a una emergencia humanitaria

Desde principios de año, miles de personas han huido de los combates y la inseguridad en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, en República Democrática del Congo.

Con un megáfono en la mano, un activista comunitario de MSF recorre el campo de Musenyi para animar a los padres a vacunar a sus hijos contra el sarampión.
Con un megáfono en la mano, un activista comunitario de MSF recorre el campo de Musenyi para animar a los padres a vacunar a sus hijos contra el sarampión. Burundi 2025. © Dorine Niyungeko/MSF

Miles de personas refugiadas que huyeron de la violencia en la República Democrática del Congo (RDC)  ahora viven en condiciones extremadamente precarias en el campo de Musenyi, Burundi. Médicos Sin Fronteras (MSF) hemos puesto en marcha una respuesta de emergencia para reducir el riesgo de sarampión y malaria, pero se necesita más apoyo, ya que las necesidades humanitarias de la población siguen sin cubrirse.

 

Un niño recibe la vacuna contra el sarampión en el campo para personas refugiadas de Musenyi.
Un niño recibe la vacuna contra el sarampión en el campo para personas refugiadas de Musenyi. Burundi 2025. © Dorine Niyungeko/MSF

 

Desde principios de año, miles de personas han huido de los combates y la inseguridad en las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, en República Democrática del Congo. Cruzando el río Rusizi hacia Burundi, han acampado apresuradamente en escuelas, cobertizos, iglesias y estadios de la provincia de Cibitoke, en la frontera con Kivu Sur.

En marzo, las autoridades de Burundi y la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) reubicaron a la población refugiada en el sitio de Musenyi, un sitio oficial inaugurado en 2024 en la provincia de Rutana para proporcionar instalaciones y servicios básicos a un máximo de 10,000 personas.

 

Cada día, personas refugiadas llegan al campo de Musenyi

Lamentablemente, la capacidad del campo se vio rápidamente superada: según ACNUR, a finales de abril, unas 18,000 personas refugiadas vivían en el campo de Musenyi. Como era de esperar, sus condiciones de vida se volvieron rápidamente insoportables y crearon riesgos para la salud tanto de adultos como de niñosy niñas.

 

Diariamente, personas refugiadas en su mayoría mujeres y niños, llegan al campo de Musenyi.
Diariamente, personas refugiadas en su mayoría mujeres y niños, llegan al campo de Musenyi. Burundi 2025. © Dorine Niyungeko/MSF

 

“He estado viviendo en un cobertizo desde que llegué porque no hay suficientes refugios para todos”, afirma Nathalie*, una refugiada que llegó en febrero. “A las familias numerosas les dan lonas para construir refugios. Pero yo vivo aquí, y dormimos en este cobertizo, sin colchones, con sapos y humedad por todas partes. Nos sentimos abandonados”.

Construido sobre suelo arcilloso con mal drenaje, el sitio de Musenyi es particularmente propenso a inundaciones durante la temporada de lluvias. Desde finales de abril, la temporada de lluvias ha comenzado y, aunque se han excavado canales de drenaje, el agua se estanca en muchas partes del sitio. Las personas intentan proteger sus refugios y las letrinas comunitarias lo mejor que pueden para evitar que el agua sucia se derrame en los callejones.

“Hay una necesidad urgente de mejorar las condiciones de vida en este sitio, ya que existen todos los elementos para que se presenten problemas de salud graves”, afirma Barbara Turchet, coordinadora de emergencias de MSF en Burundi. “Dadas las condiciones de higiene, hemos comenzado a instalar unidades de aislamiento como medida preventiva en caso de un brote de cólera. Y para reducir el riesgo de malaria, que se ve agravado por la cantidad de agua estancada en todas partes, hemos distribuido más de 8,000 mosquiteros y estamos planeando fumigaciones a largo plazo en el sitio”.

Dada la concentración de niños y niñas en el lugar, MSF también ha ayudado a las autoridades sanitarias a organizar una campaña de vacunación contra el sarampión, ya que se han confirmado varios casos de esta enfermedad altamente infecciosa pero prevenible entre las personas refugiadas.

 

Niños y niñas del campo de refugiados de Musenyi se registran antes de ser vacunados.
Niños y niñas del campo de refugiados de Musenyi se registran antes de ser vacunados. © Dorine Niyungeko/MSF

 

“Instalamos cuatro puntos de vacunación”, dice Turchet. “Logramos vacunar a 8,500 niños y niñas contra el sarampión y tratar a los infectados. Es algo, pero tenemos que hacer más para mejorar la situación de la población refugiada y proteger su salud”.

 

Los servicios esenciales se ven desbordados por la escasez de financiación de la ayuda

Además de Médicos Sin Fronteras, también hay otras organizaciones presentes que brindan atención sanitaria a las personas refugiadas. Muchas de ellas están descontentas con el acceso insuficiente a la atención.

“Aquí, las personas refugiadas que viven con VIH no tienen acceso a tratamiento”, dice Henri*, un refugiado de Kivu Sur que fue trasladado al campo de Musenyi desde otro en Burundi. “Cuando estábamos en Rugombo, en la provincia de Cibitoke, había seguimiento médico y tratamiento. Pero aquí, los centros de salud no ofrecen este tipo de atención”.

En Musenyi, como en muchos otros lugares hoy en día, las organizaciones humanitarias tienen dificultades para brindar suficiente apoyo debido a la disminución de la financiación. Varias agencias humanitarias no pueden brindar un seguimiento médico adecuado a los pacientes en las clínicas que apoyan. Las distribuciones de alimentos también son claramente insuficientes, lo que aumenta aún más la vulnerabilidad de las familias. La ONU estima que se necesitan 76 millones de dólares estadounidenses para atender las necesidades humanitarias de las personas refugiadas congoleñas en Burundi.

 

Vista del campo de Musenyi, inundado por las lluvias. Las viviendas del son muy vulnerables a las lluvias debido a la impermeabilidad del suelo. Sus habitantes intentan protegerlas lo mejor posible.
Vista del campo de Musenyi, inundado por las lluvias. Las viviendas del son muy vulnerables a las lluvias debido a la impermeabilidad del suelo. Sus habitantes intentan protegerlas lo mejor posible. Burundi, 2025. © Dorine Niyungeko/MSF

 

“La gravedad de la situación es real y exige mayor atención y apoyo”, advierte Turchet. “A nuestro nivel, estamos haciendo todo lo posible. Hemos brindado apoyo para proporcionar atención médica a las víctimas de violencia sexual y apoyo psicosocial a los refugiados con problemas de salud mental. Pero hay necesidades en todas partes…”

*Los nombres han sido cambiados por confidencialidad.

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