Clínicas de emergencia para combatir la malaria

En este fotoblog de Emily, coordinadora de terreno de MSF en la República Democrática del Congo, ella describe cómo tuvo que trabajar rápidamente e instalar clínicas móviles para tratar la malaria en diferentes lugares a lo largo de la región.

La malaria mata a aproximadamente 660,000 personas cada año en todo el mundo. Cuando el número de casos en Kivú del Norte llegó a niveles de emergencia, Emily, coordinadora de terreno, y el resto del equipo de MSF tuvieron que trabajar rápidamente e instalar clínicas móviles para tratar la malaria en diferentes lugares a lo largo de la región. En este texto, ella nos describe lo que sucede cuando comienzan a llegar los pacientes. 
 
"Al principio no todas las personas estaban conscientes de que nuestras clínicas estaban en la región, haciendo pruebas y proporcionando tratamiento gratuito. Al principio eran tímidos, los primeros dos días sólo recibimos a unos cuantos pacientes, pero después de que los pacientes curados comenzaron a regresar a su comunidad y a hablar de nosotros, la gente comenzó a llegar en masa.
 
 
¡Algunos eran demasiado entusiastas!
 
Lo primero que hacemos en las clínicas es registrar a los pacientes y realizar un triaje basándonos en sus síntomas. Registramos los nombres y edades de los pacientes, al igual que algunos detalles más personales y su temperatura corporal. A los que tienen fiebre se les asigna un triaje prioritario para recibir una prueba de malaria, ya que la fiebre elevada es uno de los principales síntomas de la enfermedad.
 
Al mismo tiempo que registramos al paciente, realizamos la medición de la circunferencia media del brazo del niño (MUAC, por sus siglas en inglés). Esta técnica de medición es un indicador rápido que permite saber si un niño sufre o no de desnutrición.
 
 
En este proyecto necesitamos armar un panorama general del estatus nutricional de la población y, por ello, tomamos los datos MUAC de todos los niños de entre 24 y 59 meses de edad que llegan a nuestra clínica, sean o no sean pacientes.
 
Sabemos que aquí hay escasez de alimentos. También sabemos que, cada que llegan más personas desplazadas, hay menos comida para la gente. Así que los datos nos permitirán entender a qué nivel están relacionadas las necesidades médicas con esta situación.
 
El MUAC se mide con una tira sencilla que tiene tres colores: verde, que significa que el niño está bien nutrido y no necesita tratamiento; amarillo, que indica riesgo de desnutrición aguda y la necesidad de hacer un seguimiento del caso; naranja, que significa desnutrición aguda moderada (MAM);y rojo, que indica desnutrición aguda severa (SAM).
 
 
Referimos a los niños que entran en la escala roja y naranja al Centro de Salud de Kashuga. En Kashuga hay un centro de salud permanente en donde los niños pueden ser evaluados para saber si necesitan ser admitidos al programa para combatir la desnutrición que MSF apoya en el lugar.
 
Los pacientes son pesados y se añaden los datos en su tarjeta de registro. Algunos entran mejor que otros en la báscula.
 
 
Para los bebés que aún no pueden mantenerse de pie usamos una especie de bolsa que cuelga en una set de pesas diferentes.
 
 
Esta pequeña tenía sólo unas semanas de edad. Ella tenía una fiebre muy elevada y no estaba muy impresionada por el proceso de pesado.
Después del registro viene la prueba de malaria. Es una prueba sanguínea de diagnóstico rápido. Es muy sencillo entrenar a la gente para que la pueda realizar. ¡Hasta yo puedo hacer la prueba!
 
La prueba involucra pinchar el dedo del paciente con una aguja para tomar una pequeña muestra de sangre y ponerla en la tira que permite realizar la prueba. Después agregamos una solución que reacciona con la sangre si el paciente tiene malaria. Tienes que esperar 15 minutos para saber el resultado. Si sólo hay una línea roja, el resultado es negativo; dos líneas rojas indican que es positivo. Como se puede ver en siguiente foto, la mayoría de las pruebas que realizamos fueron positivas.
 
 
 
Después viene la consulta. Cada paciente que recibimos y que da positivo en la prueba de malaria recibe una consulta médica. Se les pregunta sobre sus síntomas, su uso de mosquiteros, y además se les pregunta de dónde son.
 
Saber de dónde vienen los pacientes nos permite identificar si hay un área en la que se estén originando la mayoría de los casos, y podría indicarnos si hay una necesidad de que MSF realice una intervención en el lugar. Muchas personas caminan durante horas o incluso días para poder llegar hasta nuestras clínicas porque son el único centro de salud gratuito en kilómetros.
 
La gente que se siente mal pero da negativo en la prueba de malaria es referida al Centro de Salud de Kashuga, que tiene la capacidad para atender un rango más amplio de enfermedades en comparación con la atención a la malaria a la que nuestro equipo de emergencia responde en esta región.
 
 
Una vez que reciben la consulta y se les prescriben medicamentos, los pacientes se dirigen hacia la farmacia. A los niños se les da su primera dosis de medicamento en la clínica para asegurarnos de que puedan tomarla. Si están demasiado enfermos para consumir el medicamento de forma oral, es posible que sea necesario darle al niño el medicamento a través de una inyección o un supositorio.
 
El medicamento se disuelve en agua para poder dárselo al niño con una cuchara. ¡Sabe horrible!
 
Debido a la experiencia adquirida, los farmacéuticos han descubierto que cubrir los ojos de los niños durante este proceso ayuda a tener una tasa de éxito mayor porque así  los pequeños no ven lo que está en la cuchara.
 
 
Cuando el niño ha tomado el medicamento y logra pasar 15 minutos sin regresarlo, se le da el alta. A sus padres o hermanos se les dan instrucciones sobre cuándo y cómo deben darse las siguientes dosis de medicamento.
 
Cada que se presenta una oportunidad, los integrantes del equipo y los educadores de la salud usan su tiempo para propagar mensajes sobre la malaria: cómo prevenirla, cuál es el tratamiento y las horas en que está abierta la clínica. Estos mensajes se ajustan de acuerdo con las necesidades que se presentan a lo largo de la intervención.
 
Por ejemplo, pocos días después de que abriéramos las clínicas, estábamos recibiendo a un gran número de niños que eran acompañados por otros niños pequeños. Esto era un problema, ya que no podemos dar medicamentos e instrucciones sobre cómo administrar los mismos a un niño, es posible que no comprendan algo y no realicen bien el procedimiento, haciendo que el paciente enferme más.
 
Cuando esto sucedía le pedíamos a los educadores de la salud que caminaran a través de los campos con megáfonos propagando el mensaje de que los niños pacientes deben ser acompañados por un adulto para poder recibir el tratamiento. 
 
El equipo está trabajando duro para diagnosticar y atender a la gente con malaria, pero también saben que es mejor prevenir que curar. 
 
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