“El acuerdo es un grave desprecio para la protección y permite a los Estados de la UE desviarse aún más de sus responsabilidades”

MSF critica el ‘Reglamento sobre situaciones de crisis y fuerza mayor en el ámbito de la migración y el asilo’ y alerta del impacto en la asistencia vital a personas migrantes y refugiadas

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Médicos Sin Fronteras
© MSF/Dalila Mahdawi

La gestión de la migración está muy presente hoy en Granada, en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE), y las posturas más duras están ganando terreno entre los países miembro.

Como muestra, está el acuerdo preliminar alcanzado el pasado 5 de octubre sobre el ‘Reglamento sobre situaciones de crisis y fuerza mayor en el ámbito de la migración y el asilo’. Establece el modo en que los Estados miembros de la Unión Europea abordarán un aumento repentino del número de personas que solicitan asilo.

“Este nuevo acuerdo representa un grave desprecio político a la protección de las vidas humanas. Lejos de ofrecer una solución al inmenso sufrimiento y angustia de las personas que buscan seguridad y protección en las fronteras europeas, permite a los Estados de la UE desviarse aún más de sus responsabilidades hacia quienes lo necesitan”, alerta Raquel González, responsable de Relaciones Institucionales de Médicos Sin Fronteras.

En lugar de arreglar un sistema de asilo roto en Europa y garantizar vías seguras y legales para quienes lo necesitan, este nuevo acuerdo condona implícitamente las prácticas nocivas que hemos visto en toda Europa.

Médicos Sin Fronteras (MSF) llevamos años tratando las consecuencias para la salud física y mental de las inhumanas políticas migratorias europeas. Son políticas que han aprovechado esta noción de “crisis” e “instrumentalización” como una razón para disminuir los estándares mínimos y los derechos.

“A través de nuestros proyectos en Grecia, Polonia, Lituania, Libia y el mar Mediterráneo, hemos visto cómo los Estados europeos han capitalizado esta noción de medidas extraordinarias para rebajar las salvaguardias de las personas en situación de extrema necesidad”, explica Raquel González. Esta premisa ha sido caldo de cultivo de prácticas violentas como las devoluciones en las fronteras y las detenciones prolongadas y arbitrarias, como el acuerdo entre Italia y Libia que apoya el sistema de explotación, extorsión y abusos en el que se encuentran atrapadas tantas personas.

“Sabemos por experiencia que estas medidas también han servido a menudo para restringir la ayuda humanitaria independiente y la vigilancia de la sociedad civil, dificultando cada vez más la asistencia a las personas necesitadas”, recuerda la responsable de Relaciones Institucionales de MSF.

Hay numerosos ejemplos concretos de ello: así, como consecuencia de las medidas de emergencia de 2021-2022 en Polonia, los equipos de Médicos Sin Fronteras no pudieron brindar asistencia médica de urgencia al negárseles el acceso a la zona fronteriza militarizada. Ese invierno, murieron 21 personas en las fronteras bielorrusas con Polonia y Lituania.

“Desde MSF llamamos a los Estados miembros de la UE para que cambien inmediatamente de rumbo, den prioridad a la seguridad de quienes buscan refugio y dejen de instrumentalizar el sufrimiento humano con fines políticos”, concluye Raquel González.

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