El sistema de salud en el Líbano se desintegra a medida que persiste el vacío político

MSF's clinic in Arsal

La disminución de suministros como el combustible y los medicamentos hace que el sistema de salud de Líbano se deteriore rápidamente a medida que el país, que lleva un año sin gobierno, se enfrenta a una de las peores crisis económicas del mundo. Nuestros equipos experimentan directamente las consecuencias del colapso del sistema y les preocupa la continuidad de la prestación de servicios sanitarios esenciales en el país.

La disminución de suministros como el combustible y los medicamentos hace que el sistema de salud de Líbano se deteriore rápidamente a medida que el país, que lleva un año sin gobierno, se enfrenta a una de las peores crisis económicas del mundo. Nuestros equipos experimentan directamente las consecuencias del colapso del sistema y les preocupa la continuidad de la prestación de servicios sanitarios esenciales en el país. 
 
“Los hospitales tienen que racionar sus servicios y priorizar a las y los pacientes”, dice Joao Martins, jefe de misión de MSF en Líbano. “Las personas ahora podrían morir por causas totalmente evitables y, de otro modo fácilmente tratables, simplemente porque los hospitales no tienen electricidad, los suministros adecuados, ni personal”.  
 
“La crisis en el Líbano ha sido impulsada por años de corrupción, y ahora estamos viendo que esto puede contribuir a la destrucción de todo un sistema de salud con la misma eficacia que la guerra o un desastre natural”, dice Martins. “El vacío político en el país no solo es la causa de esta crisis de salud, sino que también bloquea las soluciones. Las autoridades deben actuar ahora para evitar consecuencias aún peores para las personas que viven en Líbano”.
 

Escasez de diésel y combustible

 
La crisis económica no solo ha destruido el poder adquisitivo de las personas y provocado una inflación sin precedentes, sino que también ha frenado la importación de combustible al país. Los hospitales sufren a diario cortes de energía que duran horas debido a las interrupciones en la red eléctrica nacional y escasez de diésel para sus generadores de respaldo. 
 
Nuestros proyectos no son inmunes a esta escasez de energía. En nuestro hospital en Bar Elias (Valle de Bekaa), nuestros equipos se enfrentaron recientemente a un corte de energía que duró más de 44 horas en un período de tres días, lo que obligó a nuestro equipo médico a reducir las operaciones quirúrgicas en un 50 por ciento durante esos días y a racionar el uso de combustible para asegurar la respuesta a posibles emergencias. 
 
Además, nuestros equipos se apoyan regularmente en otros hospitales para las derivaciones, pero esto se es cada vez más difícil ya que esos hospitales están interrumpiendo la atención que no es de emergencia para ahorrar combustible. Por ejemplo, uno de los hospitales públicos a los que nuestros equipos suelen derivar pacientes nos informó recientemente que ya no podían recibir pacientes que venían de nuestras instalaciones, ya que cerraron su sala psiquiátrica para minimizar el uso de energía. 
 
 
 

Escasez de medicamentos

 
Líbano también experimenta una escasez de fármacos y medicamentos básicos en los distribuidores y farmacias, que en su mayoría no pueden producirse o ponerse a disposición localmente. 
 
En los últimos meses, a través de diferentes proyectos, nuestros equipos han recibido a pacientes nuevos o anteriores que informaron que los centros de atención primaria de salud del gobierno ya no tienen los medicamentos necesarios para sus tratamientos. Algunas de estas personas habían sido previamente estabilizadas por nuestros equipos y remitidas al sistema gubernamental para el seguimiento a largo plazo de sus enfermedades crónicas.
 
“Es extremadamente preocupante ver a personas cuyas condiciones eran estables pero que ahora se están deteriorando nuevamente porque no han podido acceder a los medicamentos que necesitan”, explica Joanna Dibiasi, gestora de actividades de parteras del proyecto MSF en el sur de Beirut. 
 
Por primera vez, los hospitales públicos a los que derivamos a mujeres embarazadas para que puedan dar a luz, piden a nuestros equipos que les proporcionen oxitocina y magnesio, que son medicamentos esenciales para tratar afecciones postparto posiblemente mortales. 
 
“Lamentablemente, no siempre somos capaces de brindar apoyo. Las cantidades en nuestras clínicas y suministros son limitadas, incluso si logramos obtener un pedido adicional, tarda en llegar debido a los retrasos en la importación”, dice Martins. “Debido al complicado y caótico sistema de gobierno, los envíos de medicamentos con frecuencia tardan ocho meses en llegar, simplemente es demasiado tiempo dentro del contexto de una emergencia sanitaria”, dice.  
 

Organizaciones humanitarias desbordadas 

  
Las personas ya no pueden pagar la atención médica privada, produciéndose un aumento sorprendente en el número de personas que buscan asistencia humanitaria para acceder a los servicios de salud. Nuestros equipos son testigos de primera mano en nuestras clínicas. Cada vez más personas acuden para recibir servicios médicos gratuitos y el nivel general de vulnerabilidad entre la cohorte de nuestros pacientes solo va en aumento, y las personas nos piden otras formas de asistencia, como alimentos, durante sus consultas médicas. 
 
En nuestro proyecto en el Valle de la Bekaa, donde brindamos servicios de salud reproductiva y mental, así como atención médica a personas con enfermedades crónicas, somos testigos de un aumento exponencial en la cantidad de personas que se acercan para acceder a nuestros servicios médicos. El número de personas con problemas de salud crónicos asistidos por nuestros equipos aumentó un 60 por ciento desde principios del año pasado, y el número de pacientes libaneses se ha duplicado. 
 
“Actualmente hacemos un seguimiento y brindamos atención médica a 3,500 pacientes con enfermedades crónicas en el valle de Bekaa, específicamente en Hermel y Arsal”, dice Céline Urbain, coordinadora del proyecto MSF Bekaa. “Este aumento es alarmante porque estamos llegando a nuestros límites en términos de personal médico por paciente, lo que puede reducir la calidad de la atención”.  
 
 
 
 
Hace unos meses, observamos un aumento masivo de mujeres que acudían a nuestra clínica de maternidad en el sur de Beirut. Las mujeres embarazadas hacían fila fuera de las instalaciones y esperaban horas para ser admitidas y recibir nuestros servicios gratuitos de atención prenatal y parto. Esto suponía un riesgo para ellas, por lo que nuestros equipos pusieron en marcha una evaluación socioeconómica para que pudiéramos apuntar a las mujeres embarazadas con necesidades más críticas. “Si bien es bueno que brindemos ayuda a quienes tenían menos medios para buscar atención en otro lugar, somos dolorosamente conscientes de que no podemos ayudar a todos”, dice Dibiasi.
 
“Seguimos comprometidos con brindar atención médica imparcial a las personas más vulnerables en la medida de nuestras posibilidades, pero las autoridades libanesas deben tomar las medidas necesarias para garantizar que se brinden servicios médicos esenciales a la población”, dice Martins. “Deben actuar para que los medicamentos, los suministros y el combustible sean accesibles en el país. Los actores humanitarios no pueden reemplazar el sistema de salud de todo un país”, concluye. 
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