En busca de pertenencia: la historia de un refugiado palestino

Nací y crecí en el campo de refugiados palestinos de Ain El-Hilweh, en el sur del Líbano. Después de pasar 39 años en este país, se ha convertido en mi hogar.

Mohammad Sunallah, refugiado palestino en el Líbano.
Mohammad Sunallah, refugiado palestino en el Líbano. © Salam Daoud/MSF

Mohammad Sunallah trabaja con Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Líbano desde 2011. Es un refugiado palestino en el país. Sus abuelos se vieron obligados a abandonar Acre en 1948 y se asentaron en el campo de refugiados palestinos de Ain El-Hilweh, en el sur del Líbano. Con motivo del Día Mundial del Refugiado 2025, Mohammad comparte su experiencia como refugiado palestino en el Líbano, trabajando para MSF durante más de una década, incluyendo numerosas respuestas de emergencia en el país.


 

Mohammad Sunallah, refugiado palestino en el Líbano.
Mohammad Sunallah, refugiado palestino en el Líbano. © Salam Daoud/MSF

 

Me llamo Muhammad Sunallah y soy un refugiado palestino en Líbano. Nací y crecí en el campo de refugiados palestinos de Ain El-Hilweh, situado en Saida, en el sur de Líbano. Establecido después de la Nakba en 1948, es uno de los 12 campos de refugiados palestinos del país. Podría ser el más grande, pero siempre se sintió demasiado pequeño. Los muros de hormigón que lo rodean bloquean la vista del “mundo exterior”.

Al igual que millones de personas refugiadas en todo el mundo, yo no elegí convertirme en refugiado. En 1948, mis abuelos se vieron obligados a abandonar Deir El-Asad, en Acre, rumbo a un destino desconocido. Mi padre era un niño pequeño y mi madre era solo una bebé.

-“En tres días, la situación mejorará y volverás”, le dijo mi bisabuela a mi abuelo. ¿Por qué esos tres días se han convertido en 77 años?

Yo, al igual que otros refugiados palestinos, he pasado por crisis de identidad transformadas por la acumulación de traumas, el primero de los cuales se deriva de crecer lejos de nuestra patria. Desde muy joven supe que era palestino, pero no sabía lo que eso significaba realmente. Nunca he visto Palestina, nunca he pisado su suelo, nunca he jugado en sus barrios. Mis heridas internas se hicieron más grandes cuando me di cuenta de que cada “nunca” en estas declaraciones era realista, pues “nunca lo haré”. ¿Qué es un refugiado que no tiene un país al que regresar?

Al crecer, quería ser médico y ayudar a las personas que necesitaban atención médica. Pero pronto me enfrenté a la dura realidad de que, como refugiado, no podía ejercer la medicina en este país. Elegir ese camino significaría que tendría que abandonar Líbano, lo que no estaba dispuesto a hacer. Así que decidí convertirme en enfermero.

 

Foto de archivo. MSF ha establecido un punto fijo en los barrios de Mar Mikhael y Karantina en Beirut, para brindar apoyo médico a las personas afectadas. Líbano 2020. © Mohamad Cheblak/MSF

 

Cuando me uní a Médicos Sin Fronteras (MSF) en 2011, mi aprecio por la enfermería como profesión se duplicó. Nunca imaginé que podría decir que llevo 14 años trabajando en el ámbito humanitario, pero los días han pasado volando mientras atendía a las personas más necesitadas de atención médica, con acceso limitado a ella.

Al principio trabajé con MSF en el campo de Ain El-Hilweh durante muchos años, en los cuales nuestras actividades tomaron muchas formas. Al igual que otros campos palestinos del país, Ain El-Hilweh acoge a personas refugiadas sirias que huyeron de la guerra que comenzó en 2011.

En 2015, me trasladé al proyecto de MSF en el sur de Beirut, donde dirigíamos dos clínicas en los campos de refugiados palestinos de Shatila y Bourj El-Barajneh.

En 2023, me trasladé al proyecto de Beirut, donde establecimos una clínica para trabajadores migrantes que enfrentan dificultades para acceder a la atención médica.

En 2017 y 2023 estallaron varios enfrentamientos armados en el campo de Ain El-Hilweh. Desde MSF respondimos a la emergencia en ambos años, en las que apoyé a mi comunidad. También participé en varias campañas de vacunación de emergencia en apoyo de los esfuerzos del Ministerio de Salud. En 2017, vacunamos a niños y niñas contra el sarampión. En 2020 vacunamos a las personas contra la COVID-19 y contra el cólera en 2022.

En 2020 también fuimos testigos de la explosión del puerto de Beirut, otro trauma en el país que me sacudió al igual que sacudió la ciudad. La respuesta de emergencia de MSF incluyó la prestación de atención primaria de salud, el vendaje de heridas, la garantía de que las personas con enfermedades no transmisibles tuvieran su medicación, servicios de salud mental y la donación de agua potable y kits de higiene. En ese momento, ya no era solo un refugiado que apoyaba a los refugiados.

 

Una enfermera de MSF vacuna a una niña contra el cólera en una escuela de Arsal, en el valle de la Bekaa, Líbano.
Foto de archivo. Una enfermera de MSF vacuna a una niña contra el cólera en una escuela de Arsal, en el valle de la Bekaa, Líbano. © Carmen Yahchouchi

 

En septiembre de 2024, Israel intensificó su guerra en el Líbano, lo que requirió una respuesta de emergencia una vez más. Pero esta no fue como las anteriores; fue mucho mayor, ya que la guerra mortal volvió a traumatizar a muchos libaneses, migrantes y refugiados por igual. MSF pasó de operar un equipo médico móvil a 22 equipos en todo el Líbano. Trabajamos arduamente para brindar atención médica y medicamentos a las personas desplazadas dondequiera que estuvieran, en refugios, en departamentos sobrepoblados o incluso en las calles.

Esta última respuesta de emergencia duró dos meses, pero la guerra no se detuvo con la declaración de un alto al fuego. Todavía estamos presenciando bombardeos israelíes en el sur de Líbano y en el suburbio sur de Beirut. Seguimos apoyando a las personas que fueron desplazadas y que no han encontrado hogares o incluso aldeas a las que regresar.

Me duele mucho que el Líbano sufra la guerra de Israel que roba vidas, esperanzas y recuerdos, tal como está sucediendo en Palestina.

Puede que no sepa quién soy para el Líbano, pero estoy seguro de lo que el Líbano es para mí. Después de pasar 39 años en este país, ya no es lo más parecido a casa: se ha convertido en mi hogar. Es una patria por la que canto, una patria por  la que siento un sentido de pertenencia y lealtad.

Los miembros de mi familia que migraron de Líbano siempre me preguntan por qué no me voy como lo hicieron ellos, y siempre les respondo que este país me necesita tal como yo lo necesito. Mi misión es servir a la sociedad libanesa, que incluye a los libaneses, migrantes y refugiados, tanto palestinos como sirios.

 

Actividades de emergencia y respuesta en el Líbano. 2024.
Foto de archivo. Actividades de emergencia y respuesta en Líbano, 2024. © MSF

 

Estoy criando a mi hijo de 7 años como si tuviera doble ciudadanía, palestino por parte de padre y libanés por parte de madre. Pero la amarga realidad es que mi hijo carece de ambas ciudadanías porque su madre no puede compartírsela. Por mucho que trate de protegerlo de los traumas que se transmiten de generación en generación en palestinos, el trauma es inevitable. Pero siempre encontramos formas de salir adelante, en busca de pertenencia y fortaleza: siempre perseveramos y prosperamos.

Hoy digo: mi nombre es Muhammad Sunallah, y soy esposo, padre, enfermero y trabajador humanitario. Pero soy quien soy hoy, porque soy un refugiado.

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