“En el campo de Al-Hol, casi no hay atención médica disponible y las consecuencias son devastadoras”

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A medida que aumenta el número de pacientes con COVID-19 en el noreste de Siria, el impacto de la pandemia afecta otros servicios de salud en una región donde unas 700,000 personas se encuentran desplazadas de sus hogares. El gestor de emergencias de MSF para Siria, Will Turner, describe la situación en la región y en el campo de Al-Hol para personas desplazadas, donde más de 65,000 personas, en su mayoría mujeres y niños, han estado detenidas durante casi dos años, desde que las Fuerzas Democráticas Sirias tomaron el control del último territorio en Siria del grupo Estado Islámico.

A medida que aumenta el número de pacientes con COVID-19 en el noreste de Siria, el impacto de la pandemia afecta otros servicios de salud en una región donde unas 700,000 personas se encuentran desplazadas de sus hogares. El gestor de emergencias de MSF para Siria, Will Turner, describe la situación en la región y en el campo de Al-Hol para personas desplazadas, donde más de 65,000 personas, en su mayoría mujeres y niños, han estado detenidas durante casi dos años, desde que las Fuerzas Democráticas Sirias tomaron el control del último territorio en Siria del grupo Estado Islámico.

¿Qué está sucediendo en el noreste de Siria en este momento?

Toda la región se ha visto afectada por el inicio de la pandemia. Más de 700,000 personas se han visto desplazadas de sus hogares en el noreste de Siria, la mayoría dependen casi por completo de la asistencia humanitaria. Se extienden por las provincias de Raqqa, Hassakeh y Deir ez-Zor, así como alrededor de la ciudad de Kobanê / Ayn Al-Arab en la provincia oriental de Alepo.

Muchas de las personas desplazadas viven en entornos sobrepoblados, incluyendo los campos oficiales, campos informales y asentamientos improvisados ​​en escuelas y mercados. Decenas de miles más viven en casas de residentes locales.

Como gran parte de Siria, esta zona ha sido devastada por más de nueve años de conflicto. El incidente de inseguridad más reciente fue en octubre de 2019, cuando se realizó una operación militar respaldada por Turquía en el norte. La lucha provocó nuevos desplazamientos y destrozó aún más la frágil infraestructura de la región. Además, se retiró la ayuda humanitaria que tanto se necesitaba. MSF tuvo que reducir sus actividades durante varios meses. Hoy en día, muchas instalaciones médicas ya no funcionan y las que permanecen abiertas luchan por responder a las necesidades de las personas.

¿Cuál es la situación actual con el suministro de agua?

Actualmente hay una gran crisis con el agua. La estación de agua de Al Halouk abastece a unas 480,000 personas en la provincia de Hassakeh, incluidos los de Al-Hol y otros campos para desplazados. Fue gravemente dañado en octubre del año pasado, cortando el suministro de agua a toda la región. Aunque desde entonces se arregló, el suministro de agua ha sido desconectado e interrumpido durante todo 2020. La escasez generalizada durante las últimas dos semanas ha provocado protestas y disturbios.

No podemos acceder a Al Halouk en este momento, por lo que estamos apoyando a las autoridades locales con una estación de agua recientemente instalada llamada Al Himme, al norte de la ciudad de Hassakeh. Estamos donando el equipo de laboratorio y los productos químicos necesarios para tratar el agua de modo que se pueda beber y distribuir de forma segura. Cuando esté en pleno funcionamiento, se estima que Al Himme puede suministrar un máximo del 30 por ciento de las necesidades de agua de la zona.   

Nos preocupa que pueda haber graves consecuencias para la salud pública. El acceso al agua potable es fundamental en cualquier situación de emergencia; la escasez de agua podría significar un desastre ante la COVID-19.

 

 

¿Qué está pasando con la COVID-19?

No hay duda de que estamos viendo aumentos en los casos de COVID-19 en el noreste de Siria. Al 24 de agosto, había 394 casos confirmados, casi una quinta parte entre los trabajadores de la salud. Las pruebas son limitadas, pero de las pruebas realizadas, aproximadamente la mitad arrojan un resultado positivo. Esto sugiere que las tasas de transmisión son altas y se necesitan muchas más pruebas.

Por lo que sabemos, las ciudades de Hassakeh y Qamishli son los puntos de contagio actuales. Nos preocupa que pronto se trasladen a la ciudad de Raqqa, otra zona densamente poblada que alberga a un gran número de personas desplazadas y que aún se está recuperando de la destrucción de la guerra. Los servicios de salud son escasos y el acceso al agua y al saneamiento es deficiente.

Hay pocas camas de hospital disponibles para aislamiento o cuidados intensivos en la región. A medida que se propaga la COVID-19, varios gobiernos locales y agencias humanitarias tienen planes de proporcionar más camas en diferentes lugares.

Trabajando con la Media Luna Roja Kurda, MSF está apoyando el único hospital dedicado a la COVID-19 en el noreste de Siria, en las afueras de la ciudad de Hassakeh, que también tiene algo de capacidad de cuidados intensivos. Como parte del grupo de trabajo humanitario para responder a la COVID-19, presidido por las autoridades de salud locales, también hemos brindado capacitación en toda la región y ayudado a renovar una sala de aislamiento de 48 camas en el Hospital Nacional Hassakeh, el hospital general más grande de la región.

¿Cuál es el impacto de la COVID-19 en los trabajadores de la salud?

Estamos particularmente preocupados por la alta tasa de contagios entre los trabajadores de la salud. Primero, por supuesto, está el impacto sobre ellos y sus familias. Luego vemos un impacto en cadena a un sistema de salud extremadamente frágil. Este personal no sólo no puede trabajar, sino que el resto del personal que estuvo en contacto con ellos también debe ser puesto en cuarentena. El resultado es que las instalaciones médicas con servicios ya limitados a menudo han tenido que cerrar por completo. En algunos lugares, los trabajadores de la salud informan que tienen demasiado miedo para ir a trabajar.

Hasta hace poco, la mayoría de los trabajadores de la salud trabajaban en diferentes instalaciones en el noreste de Siria. Del personal de salud que dio positivo por COVID-19, la mayoría había trabajado anteriormente en servicios de salud pública y con agencias humanitarias, incluso en clínicas en campamentos como Al-Hol. En respuesta al aumento de las tasas de contagios, las autoridades locales han introducido nuevas reglamentaciones que prohíben al personal trabajar en más de un centro de salud.

 

 

¿Puede describir el campo de Al-Hol?  

El campo de Al-Hol, en la provincia de Hassakeh, cerca de la frontera con Irak, es el campo más grande del noreste de Siria. Hoy en día, unas 65,400 personas están detenidas allí, la mayoría desde las batallas finales entre el grupo Estado Islámico (EI) y las Fuerzas Democráticas Sirias a principios de 2019. Más del 90 por ciento de los residentes del campo son mujeres y niños; dos tercios son menores de 18 años.

Al Hol es un "campo cerrado", lo que significa que las personas no pueden entrar y salir libremente. Rodeado de alambres de púas, el lugar es muy seguro y sus entradas están fuertemente custodiadas por fuerzas de seguridad. Está extremadamente sobrepoblado; en promedio viven siete personas por cada carpa (de tamaño modesto), en algunos lugares, varias familias se apiñan en espacios comunes.

Las restricciones a los movimientos de personas, que ya eran estrictas antes de la COVID-19, se han endurecido aún más como resultado de la pandemia. Para muchas personas es imposible salir del campo, incluso por breves períodos de tiempo.

La mayoría de los habitantes del campo, los de origen sirio o iraquí, viven en el campo principal. Luego está el 'Anexo'. En esta zona separada y aún más segura, cerca de 10,000 ciudadanos de "terceros países" languidecen, completamente desatendidos por el mundo. Algunos gobiernos y agencias humanitarias se han mostrado reacios a proporcionar servicios en el Anexo por las afiliaciones percibidas de los que se encuentran allí.

¿Qué atención médica está disponible en Al-Hol?

Por el momento, casi no hay atención médica disponible, ya que muchas instalaciones médicas han cerrado como resultado de los efectos colaterales de la COVID-19. Las consecuencias son devastadoras. En solo una semana de agosto murieron siete niños, todos menores de cinco años. Escuchamos informes horribles de sus madres yendo de una clínica a otra en una búsqueda desesperada de algún lugar que estuviera abierto.

En mayo había 24 clínicas de atención primaria en el campo; a principios de agosto había 15. En la actualidad, cinco de estas clínicas están abiertas, incluida la clínica de MSF en el anexo. Desde que pudimos re abrirlo a fines de julio, hemos atendido a más de 1,000 pacientes.

En todo el campo también realizamos un proyecto para brindar tratamiento de heridas, visitando las tiendas de campaña, para las personas que no pueden llegar a las clínicas. Hay tres hospitales de campaña, pero actualmente ninguno está en pleno funcionamiento. Hasta la semana pasada no había atención médica de emergencia disponible en el campo principal. Afortunadamente, algunos servicios limitados se han podido reiniciar. Pero no está claro cuánto tiempo puede mantenerse esto, dadas las altas tasas de contagio entre el personal de salud.

Son posibles las remisiones para casos más críticos, pero pueden ser complicadas y lleva mucho tiempo organizarlas. Y como la COVID-19 impacta la atención médica en toda la región, es probable que se reduzcan las opciones de derivación.

Hay un brote de diarrea en curso, los niños pequeños son particularmente vulnerables. Como resultado, muchos sufren de desnutrición. En nuestros centros de alimentación terapéutica, alrededor del 80 por ciento de nuestros pacientes menores de cinco años tienen diarrea aguda. Las admisiones a nuestro centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados aumentaron un 71 por ciento en julio, y atendimos a 157 niños con desnutrición como pacientes ambulatorios.

El agua potable y la higiene son prioridades absolutas, más aún en el abrasador calor del verano. En julio, entregamos 15,2 millones de litros de agua clorada y tratamos otros 69,3 millones de litros para que otros los distribuyan.

 

 

¿Existe el riesgo de un brote de COVID-19 en Al-Hol?

Acabamos de escuchar sobre el primer caso confirmado de COVID-19 entre los residentes de Al-Hol. Estamos preocupados por lo que sucederá después. Al-Hol no está bien preparado para un brote de COVID-19. Se ha construido una instalación de aislamiento, pero no está lista para usarse. No cuenta con suficiente personal capacitado y carece de infraestructura básica de agua e higiene y de medidas adecuadas de prevención y control de infecciones. También hay problemas con los medicamentos y el equipo médico, incluido el soporte de oxígeno. No es de extrañar que, cuando se identificaron personas con sospecha de COVID-19 en el campo, se mostraron renuentes en ir allí.

Nuestros equipos han identificado a 1,900 personas en todo el campamento que son particularmente vulnerables ante la COVID-19, muchas de ellas tienen enfermedades no transmisibles, como diabetes, hipertensión, asma o afecciones cardíacas. Estamos haciendo todo lo posible para proporcionarles los medicamentos que necesitan, así como jabón y otros artículos esenciales. Esto es especialmente importante ya que no pueden salir a comprarlos ellos mismos.

MSF ha estado trabajando para proporcionar mensajes específicos de sensibilización sobre la salud sobre cómo detener la propagación de la COVID 19, pero es un desafío pedir a las personas que viven tan juntas que tomen medidas imposibles, como el distanciamiento físico.

 

 

¿Debería haber más asistencia humanitaria?

Sí. Esto requiere un esfuerzo colectivo. Como MSF, estamos tratando de satisfacer las necesidades de tantas personas como podemos y de apoyar el trabajo de otras organizaciones. Pero se necesita mucha más atención y compromiso; áreas como el Anexo han sido prácticamente abandonadas por el mundo. Independientemente de la afiliación percibida de las personas, el acceso a la asistencia médica y humanitaria son derechos básicos.

Además de nuestro trabajo en Al-Hol y la respuesta más amplia a la COVID-19 en el noreste de Siria, seguimos apoyando el acceso gratuito a la atención médica primaria y secundaria en Raqqa y las actividades de vacunación en Kobane / Ayn Al Arab. También continuamos evaluando las necesidades humanitarias y de salud de las personas que viven en áreas remotas, excluidas social o económicamente, asentamientos informales y otros campos.

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