Están aumentando los casos de cólera entre las personas desplazadas en República Democrática del Congo

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Naomi y su hijo Alexis en consulta con el equipo de Médicos Sin Fronteras en República Democrática del Congo
Naomi Furana tiene 20 años y vive desde hace un mes en el asentamiento de Kanyaruchinya con sus hijos y su esposo. La familia huyó de los enfrentamientos en Kibumba. Alexis, su hijo pequeño, tiene síntomas de cólera al igual que ella, así que acudieron a consulta con el equipo de MSF. © Michel Lunanga/MSF

En solo 10 días, el número de personas con casos sospechosos de cólera ha aumentado de manera alarmante en el territorio de Nyiragongo, al este de la República Democrática del Congo (RDC).  

Entre el 26 de noviembre y el 11 de diciembre, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) trataron a 472 pacientes, incluyendo a 143 niños y niñas menores de cinco años, en el centro de tratamiento del cólera de Munigi, una ciudad a pocos kilómetros de Goma. 

Desde finales de octubre, decenas de miles de personas que huían de los combates con el grupo M23 se han sumado a las que ya se habían instalado desde hace meses en los asentamientos para personas desplazadas del territorio de Nyiragongo, a pocos kilómetros al norte de Goma, la capital de Kivu Norte.  

La situación humanitaria allí está empeorando ya que, además de las comunidades de acogida, más de 177,000 personas están ahora atrapadas en condiciones terribles, a merced del mal tiempo y las epidemias.  

“Dada la falta de alimentos, refugio, letrinas y duchas, todos los ingredientes están ahí para un desastre médico”, asevera Simplice Ngar-One, nuestra coordinadora de proyecto. “El aumento de los casos de cólera en los últimos días es otro indicador del deterioro de la situación y la flagrante falta de asistencia humanitaria”. 

 

Las condiciones que causan el cólera 

“Huí de mi aldea con mis seis hijos y mi esposo hace un mes y desde entonces casi no hemos recibido ayuda”, dice Nyira Safari, mientras está sentada con su hija Zawadi en el centro de salud de Kanyaruchinya, que apoyamos desde Médicos Sin Fronteras. 

“No tenemos duchas ni baños. Para alimentar a mi familia voy a los campos para tratar de encontrar algunas papas, a pesar de los riesgos que implica”, dice Nyira. “Durante dos días, Zawadi ha estado sufriendo de diarrea y vómitos. Estaba muy débil y apenas podía mantenerse en pie. Por eso vine aquí”. 

Zawadi, de ocho años, se encuentra entre los pacientes con sospecha de cólera que llegan diariamente para ser tratados por MSF en las instalaciones que apoyamos en Kanyaruchinya y Munigi, dos áreas donde se han asentado muchas personas desplazadas. 

“Está sucediendo lo que temíamos: el número de personas con casos sospechosos de cólera está aumentando debido a las pésimas condiciones de vida, incluida una mayor proximidad con otras personas en los asentamientos informales”, explica el Dr. Alain Bishikwabo Irenge, oficial médico a cargo del centro de tratamiento de cólera en Munigi. 

“Hemos instalado dos tiendas de campaña adicionales para acomodar a la gran cantidad de pacientes y así poder aumentar nuestra capacidad a 100 camas”, dice el Dr. Bishikwabo Irenge. “También intensificaremos nuestras actividades comunitarias para crear conciencia y garantizar la detección temprana de la enfermedad, ya que demasiados pacientes llegan en un estado ya grave de deshidratación”.  

El centro de tratamiento de cólera de MSF en Munigi
El centro de tratamiento de cólera de MSF en Munigi © Michel Lunanga/MSF

 

Las consecuencias visibles de la falta de asistencia  

Los primeros casos confirmados de cólera se reportaron en agosto en Kanyaruchinya, lo que llevó a nuestros equipos a emprender una campaña de vacunación contra el cólera para unas 6,000 personas en septiembre. A principios de noviembre, cuando se confirmaron nuevos casos, nuestros equipos llevaron a cabo una nueva campaña de vacunación para 3,600 personas y así ayudar a detener la propagación de la enfermedad.  

“Desde julio estamos advirtiendo sobre los riesgos sanitarios, incluyendo las epidemias, para las comunidades desplazadas en el territorio de Nyiragongo”, dice Ngar-One. “Los nuevos desplazamientos masivos de personas que han ocurrido desde finales de octubre han exacerbado una situación ya extremadamente precaria”.  

Meses después de que las personas llegan a los sitios para desplazados, aún carecen de lo más básico. Algunas personas duermen en el suelo, bajo mosquiteros, a lo largo de la carretera. No hay suficientes instalaciones de saneamiento, como baños y duchas. 

“Aquí en el centro de salud de Kanyaruchinya, tenemos decenas de pacientes que vienen todos los días con diarrea, problemas respiratorios e infecciones de la piel”, dice Ngar-One. “Con los equipos del Ministerio de Salud tratamos las consecuencias visibles de la falta de ayuda humanitaria”.

“A pesar de nuestros reiterados llamados, la respuesta humanitaria actual está lejos de ser adecuada”, dice Ngar-One. “Eso simplemente no es comprensible, ya que estas personas están a solo unos kilómetros de Goma, donde se encuentran muchas organizaciones humanitarias”.

Nuestros equipos han brindado un promedio de 250 consultas gratuitas diarias desde principios de noviembre en el centro de salud de Kanyaruchinya. Pronto se instalará un puesto de salud avanzado en el sitio informal llamado Bassin du Congo, en Munigi. También seguimos proporcionando agua en seis sitios en Kanyaruchinya y Munigi, hemos instalado puntos de lavado de manos y estamos realizando numerosas actividades de sensibilización.

 

 

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