Kivu Norte: Las condiciones de vida empeoran para miles de personas que huyen de la violencia 

Bambo, en Kivu Norte, se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personas a huir a la ciudad. 

Bambo, en Kivu del Norte, se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personas a huir a la ciudad.
Bambo, en Kivu del Norte, se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personas a huir a la ciudad. © MSF

Bambo, en Kivu Norte, una provincia de la República Democrática del Congo (RDC), se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personas a huir a la ciudad. 

El hacinamiento en los refugios, la escasez de alimentos y la sobrecarga de los servicios de salud están llevando a las familias desplazadas al límite. Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) brindamos atención esencial a unas 3,700 personas cada semana, lo que representa un aumento de más del 40 % desde antes del inicio de la actual ola de desplazamientos masivos. Las necesidades locales superan con creces la capacidad actual.  

 

En Bambo, en Kivu del Norte, MSF proporcionamos atención esencial a unas 3.700 personas cada semana, pero las necesidades superan con creces la capacidad actual.
En Bambo, en Kivu Norte, MSF proporcionamos atención esencial a unas 3,700 personas cada semana, pero las necesidades superan con creces la capacidad actual. © MSF

 

Cuando estallaron los combates en Rushashi, Kinoko* huyó con su esposo y sus seis hijos, viajando durante semanas por el bosque. Grupos armados se habían apropiado de sus cosechas, obligándoles a dejarlo todo atrás y a perder el contacto con sus familiares, cuyo destino es incierto. 

Al llegar a Bambo a finales de junio, la familia se unió a decenas de miles de nuevas personas desplazadas, la mayoría mujeres, niñas y niños. Kinoko y su familia se encuentran actualmente refugiadas en una escuela, uno de los 24 asentamientos colectivos de Bambo, que también incluyen iglesias y edificios vacíos. Entre mayo y julio, el número de personas desplazadas en la ciudad casi se duplicó, superando los 51,000 y representando ahora más del 80% de la población de Bambo.  

“Es difícil dormir porque hay tanta gente aquí. Para sobrevivir, vamos a los campos y les pedimos a los vecinos hojas de yuca y plátanos podridos, pero aun así, nos cuesta. Los niños tienen muchísima hambre”, relata.  

La inestabilidad persistente sigue provocando desplazamientos masivos en el territorio de Rutshuru. Desde el último llamado de MSF a la acción urgente en junio, Bambo, una de las ciudades más grandes de la región, ha caído en manos del grupo armado M23, que sigue en conflicto con las milicias de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) y el Colectivo de Movimientos por el Cambio (CMC).  

“Salí de mi casa después de que estallaran disparos entre el M23 y la CMC”, explicó Nsaku*, un hombre de 49 años que huyó de Birambizo con cuatro familiares. “Varias casas fueron incendiadas con el pretexto de que pertenecían a la CMC. Dada la creciente inseguridad, decidí que lo mejor era irme después de pasar unos días escondido en el bosque. Tuve que dejar atrás mi ganado”.  

Bambo se ha convertido en un frágil refugio para quienes huyen de la violencia, ya que el conflicto continúa devastando las zonas circundantes y hace improbable que las familias desplazadas puedan regresar pronto a sus hogares. Los grupos armados roban con frecuencia las cosechas, dejando a la gente con escasos recursos para sobrevivir, incluso si regresaran. Muchos recién llegados están profundamente traumatizados, y numerosos testimonios describen violencia presuntamente cometida por grupos armados.  

 

Bambo, en Kivu del Norte, se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personas a huir a la ciudad.
Bambo, en Kivu del Norte, se enfrenta a una crisis humanitaria que se agrava rápidamente, ya que el conflicto en curso ha obligado a decenas de miles de personasque huyen. © MSF

 

Un recién llegado a Bambo explicó que huyó al pueblo tras oír explotar bombas cerca de los campos donde vivía y trabajaba. “Nos advirtieron que cualquiera que se quedara sería asesinado”, dijo. 

“Un soldado agarró un pollo y le cortó la cabeza delante de mí, insinuando que yo sería el siguiente”, dijo otro, que logró escapar. “Dos integrantes de mi familia fueron asesinados”.  

Las necesidades humanitarias de la creciente población de la ciudad son inmensas. Muchas personas viven en condiciones de hacinamiento, con acceso limitado a agua potable, saneamiento y artículos básicos para el hogar, como utensilios de cocina; algunas ni siquiera pueden encontrar refugio; y el hambre aumenta. El precio de los frijoles en el mercado local se ha duplicado, y las personas desplazadas que tienen la suerte de encontrar trabajo suelen sobrevivir con menos de un dólar al día trabajando en el campo.  

MSF trabaja en Bambo desde 2017 y es una de las pocas organizaciones médicas internacionales que apoyan a las personas desplazadas en la zona, brindando atención a unas 3,700 personas cada semana en el hospital general y los centros de salud de la ciudad y sus alrededores, frente a las 2,400 por semana que recibían antes de que comenzara el desplazamiento masivo.  

Las salas de desnutrición han tenido tasas de ocupación superiores al 100 por ciento durante casi un mes. Allí se atienden decenas de sobrevivientes de violencia sexual cada semana; y un número significativo de pacientes sigue buscando tratamiento para enfermedades diarreicas e infecciones respiratorias.  

Los casos de malaria han aumentado desde julio, y una sola clínica donde trabaja MSF reportó un promedio de 341 casos semanales durante el último mes, una cifra que sigue creciendo. Este dramático aumento se debe en parte a los recortes en la financiación humanitaria internacional, incluida la de USAID, que obligó al programa nacional contra la malaria a suspender sus actividades en la zona.  

Estos recortes también han dejado a las autoridades médicas locales con menos recursos para tratar la desnutrición, proporcionar kits de profilaxis postexposición (PEP) y apoyar los servicios de tuberculosis y VIH.  

 

El hacinamiento en los refugios, de Bambo, en Kivu del Norte, la escasez de alimentos y la sobrecarga de los servicios de salud están llevando a las familias desplazadas al límite. © MSF

 

Se requieren intervenciones urgentes no solo en el sector médico, sino también en áreas críticas relacionadas, como agua, saneamiento e higiene, distribución de alimentos y provisión de alojamiento. Sin una acción integral en estos ámbitos, el riesgo de que haya brotes de enfermedades seguirá aumentando, declaró François Calas, jefe de misión de MSF en la República Democrática del Congo.  

Los equipos de MSF seguirán brindando atención médica vital en Bambo, pero no podemos atender solos las crecientes necesidades humanitarias de esta comunidad. Es fundamental que otros socios intervengan para evitar un desastre. 

 *El nombre fue cambiado.  

 

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