Kunduz: un mes después

 
Hoy se cumple un mes desde que los bombardeos aéreos realizados por las fuerzas especiales de Estados Unidos destruyeron el hospital de trauma de MSF en Kunduz, Afganistán. Este ataque sin precedentes a nuestra organización causó la muerte de 30 personas: 10 pacientes, 13 personas del staff de MSF, y 7 personas más cuyos cuerpos aún no han sido identificados. 37 más -incluyendo a 19 del personal de MSF- fueron heridos. A pesar de que MSF pidió en repetidas ocasiones que detuvieran los bombardeos, el ataque continuó durante una hora. 
 
El hospital de MSF en Kunduz,  abierto desde 2011, era uno de los pocos centros de trauma en el noreste de Afganistán. Cientos de cirugías se realizan cada año y asistencia médica esencial es brindada a cualquiera que la necesita. Cuando MSF abre un centro de trauma en una zona de conflicto, siempre comienza negociaciones con todas las partes involucradas en el conflicto para asegurar la posibilidad de tratar a todos los pacientes imparcialmente, ya sean civiles o soldados incapaces de luchar, sin tomar en cuenta su nacionalidad, religión o afiliación política, tal como lo dictan los Convenios de Ginebra. 
 
Lo hicimos así en el caso de Kunduz, como un requisito previo al trabajar en un ambiente tan volátil, y logramos acordar con todos los involucrados que MSF llevaría a cabo su trabajo de manera totalmente imparcial y humanitaria. En la semana previa a este terrible ataque, 394 pacientes heridos en los recientes conflictos en Kunduz habían buscado atención médica en el hospital, y el estatus del hospital como un espacio protegido había sido respetado. Cuando el bombardeo comenzó, 105 pacientes y 80 miembros de personal estaban dentro del edificio. 
 
Nuestra indignación creció cuando apenas tres semanas después, el 27 de octubre, el hospital de Haydan, que se encuentra al norte de Yemen y es apoyado por MSF, fue bombardeado por la coalición Saudí. Afortunadamente, sólo hubo un herido leve, pues el hospital había sido evacuado justo a tiempo antes de ser totalmente destruido. Sin embargo, como era el único hospital privado en el área y servía a una población de 200,000 personas, su destrucción tendrá consecuencias terribles y a largo plazo. Es el veinteavo hospital destruido de esta manera, en una guerra en donde la infraestructura civil, como las escuelas, mercados o instalaciones médicas son objetivos constantes de ataques.
 
Más allá del dolor que sentimos ante la pérdida de nuestros colegas y pacientes, estamos luchando por descubrir el porqué del ataque. Es por esto que MSF ha estado pidiendo una investigación independiente para esclarecer las circunstancias que rodean el ataque en Kunduz. El comprender las razones detrás de este ataque deliberado hacia una instalación médica es esencial para analizar los riesgos que enfrentan nuestros equipos si continúan trabajando en ambientes hostiles alrededor del mundo.
 
En tiempos de guerra, los hospitales y otras instalaciones médicas son los lugares en donde se encuentran los más vulnerables: los heridos y enfermos. Son lugares de esperanza y humanidad entre la violencia y el caos. Los Convenios de Ginebra estipulan que los hospitales en funcionamiento no deben ser atacados bajo ninguna circunstancia y por ningún motivo, especialmente si no hay una advertencia previa mientras los pacientes y trabajadores médicos se encuentran dentro de las instalaciones. Para la gente que se encuentra en medio de un conflicto armado, las instalaciones médicas brindan una seguridad: aún con violencia apabullante de por medio, esta gente puede acceder a una atención médica de forma segura. 
 
¿Qué se suponen que deben hacer los trabajadores médicos de Afganistán, Siria, Yemen, de cualquier lugar, si a sus pacientes y a ellos mismos les arrebatan su protección? ¿Qué implica para sus pacientes el hecho de que su acceso a atención médica sea destruido?
 
Desafortunadamente, los eventos en Kunduz y Haydan no son casos aislados. La protección de las instalaciones médicas en zonas de conflicto ha sido eliminada. Esta trágica y gratuita destrucción no sólo afecta a MSF. Afecta a millones de personas que se encuentran atrapadas en medio del conflicto y, constantemente, son los pacientes, doctores, paramédicos y demás miembros del personal quienes pagan el más alto precio. 
 
Desde 1949, los Convenios de Ginebra han obligado a quienes están en medio de un conflicto a proteger a los enfermos y a los heridos, sin discriminación alguna y respetando las reglas de la ética médica. Es una forma de hacer llegar algo de humanidad a lo inhumano. ¿Hay acaso un esfuerzo coordinado para reescribir estas reglas de la guerra? 
 
Hoy, decimos que los ataques a las instalaciones médicas deben terminar. 
 
Compartir

Relacionados

Colabora