La ayuda humanitaria internacional sufre la mayor caída de financiación jamás registrada

Varios grupos de personas desplazadas llegan a la localidad de Tawila huyendo de la violencia, los bombardeos y la escasez de alimentos. Proceden sobre todo de El Fasher y de campamentos cercanos, como Zamzam y Abu Shok. Sudán © MSF
Varios grupos de personas desplazadas llegan a la localidad de Tawila huyendo de la violencia, los bombardeos y la escasez de alimentos. Proceden sobre todo de El Fasher y de campamentos cercanos, como Zamzam y Abu Shok. Sudán © MSF

La presentación del informe ‘La acción humanitaria en 2024-2025: un sistema en crisis, entre recortes, búsqueda de legitimidad y necesidad de reformas urgentes’, realizado un año más por el Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH) y Médicos Sin Fronteras (MSF), muestra un panorama internacional desolador: el sistema humanitario está sufriendo la mayor caída financiera de su historia, la ONU y otras instituciones multilaterales están perdiendo eficacia y legitimidad a pasos agigantados, los gastos en defensa baten récords año tras año, y el número de personas desplazadas forzosamente de sus hogares ya duplica al que se registraba hace tan solo una década.

“El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos en 2025 ha puesto en jaque al ya deteriorado orden internacional, donde los valores y principios propios de los sistemas democráticos quedan frecuentemente arrinconados por intereses geopolíticos y geoeconómicos”, afirma Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del IECAH.

El Informe IECAH muestra cómo Ucrania, Gaza y Sudán son, un año más, los escenarios más representativos de violencia prolongada y desproporcionada, en un contexto en el que los dirigentes de muchas de las grandes potencias siguen reforzando sus políticas exteriores agresivas, actuando con impunidad o mostrando escasa capacidad de reacción frente a flagrantes violaciones de derechos humanos.

 

Un edificio de apartamentos con daños por bombardeos cerca de Dobropillya. Óblast de Donetsk, Ucrania, marzo de 2025.
Un edificio de apartamentos con daños por bombardeos cerca de Dobropillya. Óblast de Donetsk, Ucrania, marzo de 2025.
© MSF[/caption]

 

Crisis financiera sin precedentes en el sistema humanitario internacional

Tras décadas de crecimiento sostenido, en las que se pasó de 7,200 millones de dólares en 1998 a un máximo de 46,100 millones en 2022, el sistema humanitario enfrentó en 2024 la mayor caída de financiación registrada: cerca de 5,000 millones de dólares menos que en 2023, lo que equivale a una caída del 10%. Se ha pasado de un total de 45,700 millones en 2023 a 41,000 millones en 2024.

Las cifras indican que la tendencia continuará en 2025, lo que agravará aún más la brecha entre necesidades crecientes y recursos disponibles, especialmente en contextos de crisis prolongadas. El recorte en 2025 podría llegar al 34% con respecto a 2024 y al 45% con respecto a 2023, año en el que ya se había iniciado el descenso, aunque este fuera aún muy moderado y afectara sobre todo a fondos privados, no tanto a fondos públicos. En 2024, sin embargo, la mayor parte de la caída proviene de los donantes públicos (3,500 de los 5,000 millones que se han recortado).

Solo 4 de los 20 principales donantes internacionales aumentaron en más de un 5% sus aportaciones en el último año, siendo destacables los incrementos de Arabia Saudí (60%), Reino Unido (40%) y, sobre todo, Corea del Sur (247%), aunque el Reino Unido ya ha anunciado recortes drásticos para los próximos años. Por el contrario, países como Alemania (46%) y Canadá (53%) han reducido sus aportaciones a alrededor de la mitad desde 2022. También destaca, no tanto por porcentaje (un 10% menos), pero sí por volumen (1,700 millones menos), la reducción presupuestaria de EE. UU.

A pesar del descalabro, el panorama de financiación fue en gran medida similar al de años anteriores, con los tres principales donantes aportando el 59 % de toda la financiación pública (61% en 2023) y los diez principales el 84% (83% en 2023), lo que, según los autores del Informe, da una buena muestra de la necesidad de acometer cambios profundos en el sistema.

Vista de la zona de Delmas 18, después de enfrentamientos entre grupos armados y las fuerzas de policía. Puerto Príncipe, Haití.
Vista del barrio Delmas 18 en Puerto Príncipe, Haití, tras enfrentamientos entre grupos armados y las fuerzas policiales. Marzo, 2024. © Corentin Fohlen/Divergence[/caption]

Siria y Ucrania sufren fuertes caídas de financiación

En el periodo analizado, Territorios Palestinos Ocupados se convirtieron en el mayor receptor de fondos con un total de 2,900 millones de dólares (un 51% más que en 2023).

En el lado opuesto, Ucrania sufrió una caída de alrededor del 25% por segundo año consecutivo: de 3.700 a 2.800 millones de dólares, mientras que la financiación a Siria se redujo en una proporción aún mayor: de 3.500 millones en 2023 a 1.700 en 2024; es decir, menos de la mitad.

 

La lucha contra la malaria, el VIH y la tuberculosis amenazada por los recortes

La falta de financiación está teniendo graves repercusiones en el acceso a servicios médicos vitales, especialmente en contextos frágiles y de conflicto. Programas esenciales para la prevención y tratamiento de la malaria, la lucha contra el VIH y la tuberculosis o la desnutrición, y los servicios de salud sexual y reproductiva (SSR) se están viendo gravemente afectados.

La lucha contra la malaria (que en 2023 causó cerca de 600,000 muertes) se ha visto especialmente comprometida en muchos países africanos, donde el aumento de casos coincide con la parálisis de campañas preventivas. Asimismo, la salud sexual y reproductiva sufre un retroceso drástico, con la cancelación de fondos destinados a anticonceptivos, atención prenatal y respuesta a la violencia sexual, lo que amenaza con más embarazos no deseados, muertes maternas y desprotección de mujeres y niñas.

“Esta crisis no solo refleja limitaciones financieras, sino también un viraje político que desatiende principios humanitarios básicos como humanidad e imparcialidad. La situación actual amenaza con consolidar un enfoque transaccional de la ayuda, en el que millones de personas quedarán excluidas del acceso a servicios de salud esenciales”, alerta Raquel Ayora, directora general de MSF España.

 

El personal de Médicos Sin Fronteras está tratando a niños con sarampión y malaria como parte de una intervención de emergencia en la zona sanitaria de Businga, en la provincia de Ubangi Norte.
El personal de MSF trata a niños con sarampión y malaria como parte de una intervención de emergencia en la zona sanitaria de Businga, en la provincia de Ubangi Norte, RDC. © MSF[/caption]

 

Ataques a las misiones médica y humanitaria

Como ya se destacaba en el informe del año anterior, los ataques a las misiones médicas y humanitaria se han convertido en la nueva normalidad en los contextos de conflictos armados.

Un año después, en el informe se identifican tres tendencias críticas y preocupantes: el papel creciente de actores estatales como principales perpetradores, la afectación desproporcionada del personal nacional y local, y la escasa atención al impacto de los ataques contra transportes médicos y humanitarios.

“Compromisos como el adoptado el pasado mes de septiembre en la Asamblea General de la ONU, donde a instancias de Australia se presentó una nueva Declaración para la Protección del Personal Humanitario que fue firmada por más de cien países y que insta a los Estados a respetar y proteger al personal humanitario, de conformidad con sus obligaciones en virtud del derecho internacional, son bienvenidos y necesarios, pero si no se traducen en acciones prácticas no tendrán el menor impacto”, afirma Ayora. “Sin voluntad política y un compromiso genuino, los civiles y el personal médico-humanitario seguirán sufriendo las consecuencias de este desprecio por las normas humanitarias básicas”, concluye la directora general de MSF España.

Se materializa el anunciado colapso del sistema humanitario

A la crisis humanitaria actual, marcada por los recortes sin precedentes, el aumento de los conflictos y las severas restricciones de acceso, se sobreponen factores externos que vienen erosionando el espacio humanitario desde hace casi una década. La politización y la instrumentalización de la ayuda, la violencia contra los trabajadores humanitarios y la falta de seguridad impiden desde hace años que las organizaciones puedan llegar a las poblaciones más afectadas, particularmente en los escenarios de guerra. Estos condicionantes, lejos de disminuir a lo largo de esta última década, se han intensificado, agravando la incapacidad del sistema para responder a la magnitud de las necesidades actuales.

Al mismo tiempo, persisten debilidades internas del propio sector humanitario que ya hace tiempo fueron identificadas y que siguen sin resolverse: problemas estructurales, decisiones estratégicas que privilegian lo “posible” sobre lo “necesario”, y una mentalidad operativa que tiende a evitar los contextos más difíciles continúan contribuyendo a la brecha en la asistencia. En lugar de amortiguar los desafíos externos y la crisis actual, los autores del Informe advierten de que estos fallos internos amplifican el problema, dejando claro que el colapso que hoy se vislumbra no es solo fruto de circunstancias recientes, sino la culminación de problemas acumulados a lo largo de casi una década.
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​“Es imprescindible reconocer los condicionantes externos como las deficiencias del sistema, volcando los esfuerzos en diversificar la financiación, reforzar la rendición de cuentas y descolonizar la ayuda, llevando a cabo cambios estructurales y conceptuales profundos. El futuro del sector dependerá de su capacidad para reenfocar sus prioridades hacia la esencia de su misión: salvar vidas y proteger la dignidad humana en los entornos más difíciles”, concluye Francisco Rey, codirector del IECAH.

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