La violencia extrema agrava la situación nutricional de los niños y niñas en la República Democrática del Congo

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Desnutrición en la República Democrática del Congo
Un médico revisando a Alice, una pequeña con una forma de desnutrición llamada kwashiorkor. © Laora Vigourt / MSF

Desde que comenzó el año, más de 800 niños y niñas que sufren desnutrición aguda grave en la República Democrática del Congo ingresan cada mes en los hospitales de Mweso y Masisi, casi el doble que el año anterior.

Esta alarmante situación resulta paradójica si se considera que el territorio de Masisi, a solo veinte kilómetros de Goma, es famoso por sus fértiles tierras. Escenario de conflictos armados desde hace años, esta zona ha sufrido un nuevo brote de violencia tras el recrudecimiento de los combates entre el movimiento M23, otros grupos armados, y las fuerzas armadas congoleñas, empeorando así una situación humanitaria ya de por sí crítica y provocando nuevos desplazamientos.

La desnutrición no es un problema nuevo en el territorio de Masisi. Pero desde principios de año, nuestros equipos médicos han visto un aumento preocupante del número de casos de desnutrición grave con complicaciones. Entre enero y septiembre de 2023, cerca de 7,500 niños y niñas recibieron tratamiento en los hospitales de Masisi y Mweso, en el territorio de Masisi, donde llevamos más de 15 años apoyando a los equipos del Ministerio de Salud.

“Mi hijo cayó gravemente enfermo, pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos: estaban hundidos y vacíos. Así que corrí al centro de salud y lo trasladaron al hospital. Es la primera vez que uno de mis hijos sufre desnutrición“, cuenta Micheline, una mujer desplazada cuyo hijo fue ingresado en el hospital de Mweso.

Desnutrición en territorio Masisi de la República Democrática del Congo
Vista de los edificios recién construidos en el centro de salud de referencia en Nyabiondo, apoyado por MSF desde 2009. © Laora Vigourt / MSF

 

La falta de tratamiento lleva a la desnutrición grave

La situación nutricional de los niños y niñas, sobre todo aquellos pertenecientes a las familias desplazadas, se ha deteriorado mucho este año. Es, principalmente, consecuencia del empeoramiento de la situación de seguridad, que ha repercutido directamente en la situación socioeconómica de la población. La falta de acceso a instalaciones médicas funcionales explica en parte este deterioro, al igual que la falta de insumos nutricionales en los centros de salud. Las autoridades sanitarias se esfuerzan por mantener las instalaciones médicas y abastecerlas regularmente.

 “Mi hija empezó a hincharse poco a poco, primero la cara y luego por todo el cuerpo. La llevé al centro de salud, donde le dieron pasta de cacahuate, pero no lo suficiente para que se recuperara. A la cuarta visita, como su estado había empeorado, los médicos la derivaron al hospital de Masisi“, describe Mandela, padre de la pequeña, que también está siendo tratada en el hospital Masisi.

La falta de tratamiento precoz de la desnutrición moderada en los centros de salud contribuye a empujar a los niños y niñas a la desnutrición aguda grave, acompañada de complicaciones más difíciles de curar.

“Si los casos simples no se tratan en los centros de salud, aumenta el número de ingresos hospitalarios. Actualmente hay casi tantos ingresos en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales como ingresos ambulatorios en los centros de salud. Sin embargo, la mayoría de los ingresos hospitalarios podrían evitarse si los niños y niñas recibieran tratamiento preventivo en los centros de salud”, asevera la Dra. Nadine Neema Mitutso, jefa de actividades médicas del hospital Masisi.

Una vez fuera del hospital, las familias se enfrentan a las mismas dificultades de acceso a alimentos y tratamiento nutricional, por lo que el riesgo de recaída es alto. “Para acabar con este círculo vicioso, es importante que todos los actores de la región den una respuesta holística, a través de soluciones sostenibles para satisfacer las crecientes necesidades nutricionales de la población”, explica Carole Zen Ruffinen, coordinadora de nuestros proyectos en Mweso.

Desnutrición en territorio Masisi de la República Democrática del Congo
Riziki ayuda a su hijo Richard, de 2 años, a beber leche terapéutica. © Laora Vigourt / MSF

 

La violencia interrumpe la vida cotidiana

Desde hace varios meses, el avance del grupo M23 en el territorio de Masisi ha llevado a numerosos grupos armados no estatales a combatir a estos elementos junto a las fuerzas armadas congoleñas, y a aumentar su control sobre varias zonas, exacerbando una crisis ya existente.

Estos enfrentamientos crónicos están provocando desplazamientos masivos de población y dificultando el acceso a instalaciones médicas, mercados, escuelas y campos. Esta situación expone a las familias a una inseguridad alimentaria permanente.

El territorio Masisi se caracteriza por sus verdes colinas, donde la agricultura sigue siendo la principal actividad económica. Sus comunidades dependen de ella para alimentarse. En los últimos meses, el acceso a las tierras se ha restringido aún más debido a la presencia de portadores de armas, que vigilan numerosos puestos de control y puntos fiscales en las carreteras. A los residentes les resulta difícil llegar a sus tierras y a menudo se ven obligados a abandonarlas, dejando atrás sus cultivos.

“Debido a los hombres armados no puedo llegar a los campos todos los días“, dice Fahida, cuyo hijo está hospitalizado en Masisi. “Cuando tomamos la carretera, tenemos miedo de encontrarnos con hombres armados por el camino. Nos exigen dinero e incluso pueden matarnos o violarnos“.

Con la reducción del comercio, la escasez de alimentos también ha provocado un aumento significativo de los precios, lo que dificulta aún más el acceso a una alimentación adecuada. Una porción de harina de mandioca costaba unos 500 francos (0,19 euros) el año pasado, pero hoy se ha cuadruplicado: el equivalente a un día de trabajo en el campo, insuficiente para alimentar a una familia.

“En casa, nunca pasábamos un día sin comer. Pero aquí no tenemos nada, nuestra vida es miserable”, explica Sifa, que se refugió en el centro para desplazados de Katale hace cuatro meses, huyendo de los enfrentamientos en su aldea natal. “Hace dos meses, mi hija Annika murió de desnutrición en el hospital. Tenía 7 años. Llegamos demasiado tarde… Te lo digo, la pobreza nos va a matar a todos“, cuenta a nuestro equipo.

Es por eso que en MSF pedimos a otros actores que garanticen una presencia operativa sostenible para evitar las desastrosas consecuencias de la desnutrición. Es urgente que las autoridades congoleñas y los donantes refuercen la capacidad de respuesta médica de los centros de salud del país, sobre todo en términos de insumos nutricionales.

 


Brindamos atención médica gratuita en el territorio de Masisi desde hace 15 años, apoyando a dos hospitales generales de referencia y 12 centros de salud, en colaboración con el Ministerio de Salud.

Para combatir la desnutrición, nuestros equipos tratan casos de desnutrición en tres unidades intensivas y nueve unidades ambulatorias de las zonas de salud de Masisi y Mweso, proporcionan insumos nutricionales y otros medicamentos necesarios, y sensibilizan a las comunidades sobre los signos de desnutrición.

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