Noroeste de Siria: Atendemos quemaduras graves causadas por métodos de calefacción inseguros

En 2012, MSF abrimos una unidad de quemados en Atmeh para atender a las numerosas personas desplazadas heridas por incendios y agua hirviendo. En los últimos años, se transformó en un hospital quirúrgico y de rehabilitación.

Un fisioterapeuta en consulta con un paciente con quemaduras en el hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria.
Un fisioterapeuta en consulta con un paciente con quemaduras en el hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria. © Abdulrahman  Sadeq/MSF

Tras 13 años de guerra en Siria y la caída del régimen de Assad, más de 7,2 millones de personas siguen desplazadas en el país, viviendo en campos sin servicios básicos como calefacción y electricidad. Como resultado, las quemaduras causadas por métodos de calefacción inseguros son comunes en la zona, y desde Médicos Sin Fronteras (MSF) atendemos a miles de víctimas de quemaduras graves cada año en nuestro hospital de Atmeh, en el noroeste de Siria. 

Desde que la administración Trump implementó severos recortes de fondos estadounidenses este año, las condiciones han empeorado y obligado al cierre de muchos centros de salud. Es fundamental que se garantice un aumento inmediato de la financiación a Siria para permitir una respuesta integral a los millones de sirios que necesitan asistencia humanitaria. 

 

Vista aérea del hospital de quemados de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria.
Vista aérea del hospital de quemados de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria. © Abdulrahman  Sadeq/MSF

 

Antes de incendiarse, la tienda de Mohammed parecía como miles de otras dispersas por las tierras de cultivo empapadas por la lluvia cerca de la frontera turco-siria. Acurrucados bajo lonas de plástico húmedas, él y su familia tomaban té y se calentaban con una vieja estufa de leña. 

Como muchos campos en el noroeste de Siria, Anin Al Sahel se encuentra en una zona remota y montañosa. Los servicios básicos como la calefacción y la atención médica son escasos, y los inviernos son brutales. Las gélidas temperaturas y las fuertes lluvias convierten el suelo en lodo, mientras que los vientos fríos azotan las frágiles tiendas que albergan a miles de familias desplazadas. 

En uno de esos días de invierno, Mohammed intentó encender su estufa de leña con diésel, un combustible común en los campos por su bajo costo y disponibilidad. Al verter el combustible de un bidón de plástico sobre la leña, el contenedor explotó. 

“Apenas quedaba medio litro de diésel en la botella cuando explotó. Las llamas empezaron a consumirme el cuerpo, desde los pies hasta las manos. Cuando mis manos se incendiaron, no pude apagarlas”.  

Mohammed, quien ahora se recupera en una cama de hospital en Atmeh, al noroeste de Siria, tiene los brazos y las manos vendados. Recuerda el pánico que sintió cuando las llamas consumieron la tienda en segundos, mientras sus hermanos se apresuraban a sofocar el fuego con mantas. 

 

Médico de MSF en consulta con un paciente con quemaduras graves en el hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria.
Médico de MSF en consulta con un paciente con quemaduras graves en el hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria. © Abdulrahman Sadeq/MSF

 

Fue trasladado de urgencia al hospital Al Sahil para recibir tratamiento y luego fue trasladado a nuestro hospital en Atmeh, el único centro especializado en la región para atender a pacientes con quemaduras graves. 

La historia de Mohammed es trágicamente común en esta región de Siria. En 2012, MSF abrió una unidad de quemados en Atmeh para atender a las numerosas personas desplazadas heridas por incendios y agua hirviendo. En los últimos años, se transformó en un hospital quirúrgico y de rehabilitación. En 2024, recibió 8,340 emergencias relacionadas con quemaduras, un promedio de 23 pacientes al día. 

Como millones de sirios, Alia y su familia huyeron de los bombardeos durante la guerra civil siria y se asentaron en el campo de Al-Salata, en Khirbet Al-Jouz. Su hogar fue destruido y su aldea aún está plagada de minas terrestres. Desde la caída del régimen de Asad en 2024, no han podido regresar a su hogar. 

“Las personas en los campos lo necesitan todo; incluso el suministro de agua ha estado cortado desde la liberación de Siria”, dice Alia. “Han sido 13 años de frío, hambre y sufrimiento”. 

Al igual que Mohammed, Alia sufrió quemaduras al verter diésel en una estufa. Pasó dos semanas en el hospital de MSF, sometiéndose a cirugías y cambios de vendaje diarios. Sin embargo, aún vive en las mismas condiciones peligrosas que le causaron las heridas. 

“Tengo tres hijos y su padre es mayor. No sé cómo me las arreglaré. Sin agua, sin ayuda… la vida se ha vuelto muy difícil en los campos”. 

 

Niños pacientes con quemaduras graves juegan en el área recreativa del hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria.
Niños pacientes con quemaduras graves juegan en el área recreativa del hospital de MSF en Atmeh, al noroeste de Siria. © Abdulrahman Sadeq/MSF

 

Se estima que 7,2 millones de personas siguen desplazadas en Siria tras más de 13 años de guerra. La mayoría vive en campos sin electricidad, calefacción ni agua potable. 

Para empeorar las cosas, los recortes de financiación del gobierno estadounidense, implementados durante la administración Trump, han restringido gravemente el acceso a la atención médica.  

A finales de febrero de 2025, 4,4 millones de personas en nueve gobernaciones de Siria se habían visto afectadas por los recortes de financiación estadounidenses, que han llevado al cierre de más de 150 centros de salud, incluyendo:

  • 19 hospitales
  • 97 centros de atención primaria
  • 20 equipos móviles
  • 15 centros especializados

Además, una evaluación reciente realizada en el noroeste de Siria reveló que los recortes de la ayuda exterior han afectado a 178 centros de salud en las gobernaciones de Idlib y Alepo. 

“Antes había centros de salud y hospitales”, dice Mohammed. “Ahora, la mayoría han cerrado. Incluso el hospital materno infantil cerró tras el recorte de financimiento”. 

Con pocas alternativas, el hospital de MSF en Atmeh sigue siendo un recurso vital para la población. Ofrece cirugía, fisioterapia, atención de salud mental e incluso mascarillas faciales impresas en 3D que reducen las cicatrices y mejoran la recuperación de las personas. 

“En el hospital de MSF, las enfermeras me cambian los vendajes. Me sometieron a dos cirugías: un desbridamiento [el proceso de retirar la piel muerta y el material extraño de una herida] y un injerto de piel”, dice Mohammed. “Pero vivo en la zona rural de Jisr al-Shughur y tengo que recorrer un largo camino para llegar al hospital”. 

A pesar de la caída del régimen de Assad, personas como Mohammed y Alia aún no pueden regresar a casa. Las minas terrestres, la infraestructura destruida y la falta de servicios básicos los mantienen atrapados en campos, mientras que los recortes de fondos del gobierno estadounidense han agravado una situación ya de por sí desesperada. 

“Solo quiero que la vida vuelva a la normalidad y que nuestras zonas vuelvan a recibir servicios”, dice Mohammed. “Hemos sufrido durante 13 años”. 

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