Preocuparse por la comunidad: las mujeres sostienen la atención médica en las islas de Kiribati

Con la escasez de personal de salud, Kiribati depende de las capacidades y dedicación la comunidad para brindar atención en las islas más alejadas.

Habitantes de Abaiang realizan pruebas de presión arterial para detectar la hipertensión en mujeres en edad fértil.
Habitantes de Abaiang realizan pruebas de presión arterial para detectar la hipertensión en mujeres en edad fértil. © Víctor Caringal/MSF

La vida en Kiribati es influenciada por su aislamiento geográfico, la alta tasa de enfermedades y el creciente impacto del cambio climático. El sistema de atención médica del país está bajo una inmensa presión. Con la escasez de personal de salud, Kiribati depende de las capacidades y dedicación la comunidad para brindar atención en las islas más alejadas.

 

Esther Karume, partera de MSF, enseña a los miembros de la comunidad local de Abaiang cómo detectar la hipertensión. Enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión son comunes. Kiribati, abril de 2025.
Esther Karume, partera de MSF, enseña a los miembros de la comunidad local de Abaiang cómo detectar la hipertensión. Enfermedades no transmisibles como la diabetes y la hipertensión son comunes. Kiribati, abril de 2025. © Víctor Caringal/MSF

 

En el corazón de la isla de Abaiang, Kiribati, Batiua (pronunciado Besiwa) ha sido la única asistente medica durante seis años, y atiende a una comunidad de 6,000 personas con recursos limitados. Los asistentes médicos son enfermeras con preparación adicional en condiciones médicas, protocolos de tratamiento y pueden atender pacientes con el apoyo de personal médico capacitado.

En compañía de Médicos Sin Fronteras (MSF), Batiua brinda atención medica esencial, ayuda a atender problemas como desnutrición, enfermedades infecciosas y complicaciones en el embarazo.

Hoy, los pacientes saludan a Batiua al ingresar a la pequeña estructura de cemento de una sola planta, rodeada de cocoteros. Abaiang tiene 37 kilómetros de largo y apenas 90 metros de ancho. Aquí, en el centro de atención primaria, ella examina al primer paciente del día y traduce del idioma I-Kiribati al inglés para el médico de MSF. Batiua es el principal punto de contacto para todos los pacientes, mientras que el médico colabora en el diagnóstico, el plan de tratamiento y brinda orientación en el cuidado del paciente.

Las enfermeras y asistentes médicas empleadas por el Ministerio de Salud y Servicios Médicos (MHMS, por sus siglas en inglés) brindan una valiosa atención a nivel comunitario dentro del sistema de salud de Kiribati. Desempeñan un papel vital en sus aldeas, donde el personal es insuficiente y la carga de enfermedades es alta.

Los profesionales médicos de MSF han estado apoyando a las enfermeras del MHMS en Abaiang desde 2024.

 

Un niño recibe antibióticos administrados por Batiua, asistente médico, dos días después de ingresar en la clínica. Esta fue la última dosis que se le administró. Kiribati, enero de 2025.
Un niño recibe antibióticos administrados por Batiua, asistente médico, dos días después de ingresar en la clínica. Esta fue la última dosis que se le administró. Kiribati, enero de 2025.
© Pratistha Koirala/MSF

 

“Enfocamos nuestros esfuerzos aquí porque hay una alta incidencia de derivaciones por atención materna desde las islas exteriores hacia el Hospital Central de Tungaru, en la isla principal de Tarawa. Identificamos la necesidad de apoyar a las asistentes médicas y enfermeras implementando el modelo de atención comunitaria”, dice la coordinadora médica de MSF, Kiera Sargeant. Gracias a esto, las mujeres podrán recibir atención más cerca de sus hogares.

En 2024, MSF evaluó a 888 mujeres en Abaiang por enfermedades no transmisibles. Una cuarta parte tenía diabetes, y casi el 20% padeció trastornos hipertensivos durante el embarazo. Más del 60% presentaba signos de obesidad.

Entre los 514 niños y niñas evaluados, el 9% había tenido diarrea recientemente, lo que resalta los desafíos persistentes relacionados con el agua y el saneamiento.

 

La alta carga de enfermedades en Kiribati

De los cinco pacientes que esperan su turno con Batiua, tres son mujeres embarazadas y dos son niños acompañados por sus madres.

Cuando llega el turno de Gianna, una bebé de 10 meses, su madre Rutii se agacha junto a ella.

“Nuestro médico dice que su pecho suena mejor que ayer, una mejora desde que llegó el día anterior”, comenta Batiua.

Rutii asiente y sonríe. “Mi bebé, Gianna, tenía fiebre alta; le costaba respirar. Y no estaba comiendo bien”, recuerda Rutii. “El médico de MSF y la asistente médica me pidieron que hospitalizara a la bebé de inmediato. Estaba muy preocupada. Ahora está mucho mejor. Ha empezado a comer”.

El impacto del cambio climático hace que niños y adultos sean más susceptibles a enfermedades contagiosas y no contagiosas.

 

Mila Tirikai, supervisora ​​de agua y saneamiento de MSF, vierte una muestra de agua de pozo en una bolsa de clorofila para una prueba de coliformes fecales. Kiribati, enero de 2025.
Mila Tirikai, supervisor ​​de agua y saneamiento de MSF, vierte una muestra de agua de pozo en una bolsa de clorofila para una prueba de coliformes fecales. Kiribati, enero de 2025. © Pratistha Koirala/MSF

 

Las alteraciones en los sistemas alimentarios agravan los riesgos de que haya desnutrición, lo que puede provocar sobrepeso y obesidad; y aumentar el riesgo de enfermedades no transmisibles como la hipertensión inducida por el embarazo y la diabetes gestacional. Esto se debe, en parte, a la dependencia excesiva de alimentos ultraprocesados y a la escasez de tierras cultivables debido a la erosión y a la alta salinidad del suelo y el agua.

Más del 15% de los niños y niñas menores de cinco años en Kiribati sufre de retraso en el crecimiento; el 3,5% padece emaciación, y el 90% vive en pobreza alimentaria, lo que significa que tienen acceso limitado a una dieta diversa y nutritiva.

La desnutrición hace que los niños sean más vulnerables a enfermedades infecciosas y otras dolencias. “Los niños y niñas se ven más afectados, ya que impacta directamente en su crecimiento”, explica Batiua.

La creciente preferencia por alimentos importados y procesados, junto con la capacidad reducida de cultivar alimentos localmente, son algunos de los factores que contribuyen a la desnutrición y muchas enfermedades no transmisibles en Kiribati. Las condiciones climáticas extremas y el aumento del nivel del mar, relacionados con el cambio climático, amenazan la producción agrícola y los medios de vida.

La crisis climática es una crisis médica

El cambio climático afecta significativamente a madres, niñas y niños. La mayoría de las pacientes en las clínicas de la isla exterior de Abaiang son mujeres.

Aunque Kiribati tiene una de las cargas de enfermedad más altas de la región del Pacífico, también presenta una de las tasas más bajas de acceso a la atención primaria, lo que aumenta la vulnerabilidad de las mujeres embarazadas y los niños. MSF ayuda a que las mujeres tengan embarazos más seguros al colaborar con los trabajadores sanitarios locales para ayudar a diagnosticar y tratar la diabetes y la hipertensión durante el embarazo.

Cualquier caso, incluyendo las gestaciones de alto riesgo, que no pueda ser tratado en el centro de atención primaria (PHC), se deriva al Hospital Central de Tungaru en la capital, Tarawa, mediante un viaje en barco de dos a cuatro horas o un vuelo que sale una o dos veces por semana.

 

Un aldeano se sienta a la sombra en Abaiang. El calor y la humedad son constantes día y noche en Abaiang. Kiribati, abril de 2025.
Un aldeano se sienta a la sombra en Abaiang. El calor y la humedad son constantes día y noche en Abaiang. Kiribati, abril de 2025. © Víctor Caringal/MSF

 

“Trasladar a un paciente en estado crítico siempre es un reto”, dice Diana, enfermera en la clínica Takarano, al norte de la isla. Una sola enfermera o asistente médica es responsable de cada clínica.

“Es un gran alivio para la isla cuando tenemos al doctor Joseph de MSF, ya que tiene más conocimientos médicos”, comenta Batiua con una sonrisa.

Para el pueblo de Kiribati, la crisis climática es una amenaza médica diaria. El aumento del nivel del mar contamina el agua dulce, incrementando las enfermedades diarreicas, mientras que el clima extremo interrumpe el suministro de alimentos, agravando la desnutrición. Las temperaturas más cálidas impulsan enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue, y el estrés por calor afecta a personas con enfermedades cardíacas y diabetes, así como a mujeres embarazadas. Estos desafíos, combinados con el acceso limitado a la atención médica, crean un ciclo creciente de mala salud y vulnerabilidad.

 

Mejorando el acceso al agua potable

Acceder a agua limpia y segura es un reto diario para las personas en Kiribati. El agua subterránea poco profunda, contaminada con agua salada, basura y otros residuos, es la principal fuente de agua potable. El acceso limitado al agua en el centro de salud representa un desafío importante, ya que afecta tanto la atención a los pacientes como la sanidad de la clínica. Sin agua corriente en la isla, las clínicas de salud dependen del agua de lluvia o del agua transportada desde hogares cercanos.

El MHMS está realizando esfuerzos para asegurar el suministro de agua. MSF también ha trabajado con el ministerio para analizar la calidad del agua de los pozos subterráneos de la isla y examinar cómo se correlaciona con afecciones como la hipertensión o la diarrea durante el embarazo.

“También estamos trabajando en la geo-localización de los distintos pozos para que la comunidad tenga más información sobre la calidad del agua en cada uno y pueda tomar decisiones más saludables sobre dónde obtenerla”, dice Kiera.

Las principales fuentes de agua dulce son los lentes subterráneos de agua dulce y la recolección de agua de lluvia. Los pozos de agua subterránea pueden ser salados o estar contaminados con bacterias.

 

Los aldeanos regresan a casa con hojas de pandano que han recolectado. En la isla el pandano, conocido como "el árbol de la vida", es muy apreciado; sus hojas se utilizan para tejer esteras, techos de paja e incluso trajes de baile, mientras que el fruto es una fuente de alimento y la madera para la construcción.
Los aldeanos regresan a casa con hojas de pandano que han recolectado. En Kiribati, el pandano, conocido como “el árbol de la vida”, es muy apreciado. © Pratistha Koirala/MSF

 

Logística en islas remotas

Kiribati enfrenta desafíos geográficos únicos que afectan casi todos los aspectos de la vida diaria, incluyendo la atención médica, el transporte y la gestión de residuos. Distribuido entre 33 atolones e islas arrecifales, las grandes distancias y la infraestructura limitada dificultan el transporte de suministros médicos esenciales, el acceso a atención médica especializada y la gestión adecuada de residuos.

Muchas islas exteriores dependen de transportes marítimos o aéreos poco frecuentes para obtener suministros críticos, y los retrasos pueden provocar escasez de medicamentos y limitar el acceso a la atención. A la vez, la falta de infraestructura adecuada para eliminar residuos representa riesgos ambientales y sanitarios, acumulándose a menudo los desechos médicos en condiciones inseguras.

La ubicación remota, la alta carga de enfermedades y los efectos cada vez más severos del cambio climático siguen ejerciendo una enorme presión sobre el sistema de salud de Kiribati. Con una población en crecimiento que enfrenta desafíos sanitarios cada vez mayores incluyendo la desnutrición, las enfermedades no transmisibles y el acceso limitado al agua potable. La necesidad de apoyo médico sostenido es crítica.

La colaboración entre MSF y el MHMS busca proporcionar atención médica, fortalecer la gestión farmacéutica y mejorar los esfuerzos de saneamiento. Trabajar en colaboración con profesionales de la salud en todos los niveles, desde el terciario hasta la comunidad, ha sido uno de los pilares clave de esta alianza. Enfermeras y asistentes médicas como Batiua encuentran alegría en ayudar a las personas.

“Mi misión en la vida es erradicar la desnutrición en Abaiang, especialmente entre los niños y niñas menores de cinco años”, concluye.

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