RCA: “Mi primera experiencia tan cercana a la desnutrición”

Por Emma Picasso, médica de MSF México

Emma nació en el Estado de México, es egresada como médico de la Universidad Nacional Autónoma de México y, como pediatra, del Hospital Infantil de México Federico Gómez. Su primera misión junto a Médicos Sin Fronteras (MSF) comenzó en agosto de 2014 en la localidad de Berberati, en la convulsionada República Centroafricana (RCA). Su labor allí se centró en el hospital trabajando principalmente en el área de nutrición pediátrica.
 
Por Emma Picasso, médica de MSF México
 
Mi primera misión en el mundo humanitario fue en República Centroafricana, en la comunidad de Berberati; la segunda ciudad más grande del país, cerca de la frontera con Camerún.
 
En Berberati, MSF apoya al Hospital Universitario, con un proyecto -desde enero de 2014- en servicios de cirugía, maternidad y pediatría. Yo trabajé en este proyecto a partir de septiembre 2014 hasta febrero 2015. Llegué a esta misión en un periodo de transición; la afluencia de pacientes con heridas de guerra había descendido y las condiciones de seguridad habían mejorado. Sin embargo, aunque existe una política nacional de atención gratuita para los menores de cinco años, ésta aún no es una realidad debido a la inestabilidad económica que el país atraviesa, por lo que MSF decidió continuar al cuidado del sector de pediatría.
 
El hospital tiene capacidad para 125 pacientes pediátricos. El ambiente de trabajo era excelente, un proyecto soñado para cualquier pediatra. El equipo estaba totalmente integrado, tanto el personal extranjero como el nacional. Tuvimos la oportunidad de hacer una gran cantidad de capacitaciones, en las que todos participamos de forma muy activa. Afortunadamente todos estos esfuerzos, el trabajo en equipo y, sobre todo, el trazar un objetivo en común llevaron a mejorar muchísimo la calidad de atención brindada a nuestros pacientes. 
 
Me siento muy contenta por este esfuerzo. Para mí el trabajo que hicimos en ese lugar fue un placer y una experiencia única. Mucho más que las frustraciones que pueden representar para cualquier profesional de la salud no tener los recursos suficientes para atender todos los casos como uno quisiera, aprendí el alcance que tiene hacer las cosas totalmente con amor, pasión y lo mejor posible con la colaboración del equipo con el que estamos. Es fascinante que medidas muy sencillas puedan transformar la evolución de un paciente, algo que personalmente yo no podía ver aquí, en México, con todos los recursos que tenemos.
 
 
Un ejemplo de esto fue una paciente adolescente con un cuadro de cetoacidosis diabética. Ésta es una patología que requiere de muchos recursos para su manejo y con los que no contamos en el proyecto; desde métodos diagnósticos hasta recursos biomédicos, como una bomba de infusión. Se llevó a cabo un excelente trabajo entre los médicos, enfermeros y ayudantes de enfermería que estuvimos a cargo de esta pequeña adolescente. Sin embargo el trabajo más impresionante fue la labor de enseñar a la familia (quienes hablaban un dialecto llamado Sango, y no sabían leer ni escribir) sobre la importancia de la dieta, ejercicio y la aplicación de insulina.
 
Este reto representó un gran desafío para nosotros. Sin embargo, las ganas de hacer las cosas se vieron reflejadas en la organización de talleres de diabetes y el uso de insulina, en su lengua, Sango. El control no era perfecto, ya que no contábamos con herramientas básicas como glucómetros y mucho menos con otros medios diagnósticos más sofisticados. Sin embargo, se daba un seguimiento semanal y logramos que la paciente no se complicara con cetoacidosis nuevamente.
 
Algo que fue muy difícil para mí fue el tétanos neonatal. En México es una enfermedad erradicada gracias a las campañas de vacunación, por lo que carecía de experiencia en su manejo. La evolución de la enfermedad es fatal, después de un gran sufrimiento, y me pareció terrible que aún existiera si era algo totalmente prevenible. Hay pocas opciones de tratamiento, y si el neonato sobrevive, su dolor se prolonga al menos 4 semanas. Honestamente, nunca había valorado tanto el esquema de vacunación mexicano.
 
Otra patología totalmente prevenible que tiene alta incidencia en RCA, es el sarampión. Llegamos a hospitalizar 13 casos en una misma sala. Esto quiere decir que estos 13 niños ya habían desarrollado complicaciones que justificaban su hospitalización. Al igual que con el tétanos, la incidencia en nuestro país es cercana a cero por las eficientes campañas de vacunación, y los casos presentados son importados. Con estos dos últimos ejemplos quiero verdaderamente remarcar la forma en que medidas básicas como la vacunación pueden cambiar el curso de las cosas, la vida de la gente.
 
La neonatología fue una experiencia muy satisfactoria y agradable para mí. La sala para neonatos tenía 9 camas y había tres enfermeros de tiempo completo. Conforme avanzaba la misión fue posible aceptar más y más bebes. Era frecuente recibir recién nacidos con peso menor a un kilogramo y muchos lograron ser dados de alta.
 
El caso que más recuerdo es el de un neonato con 750g de peso corporal, proveniente de un pueblo llamado Nandobo, por lo que fue conocido por el personal como "bebé Nandobo". Este pequeño fue un gran reto, ya que podíamos ofrecerle sólo cuidados básicos como nutrición, control de temperatura y antibióticos empíricos. Egresó con un peso de 1700g y en muy buenas condiciones generales. 
 
Al final contábamos con 22 lugares para bebés en esa situación.
 
También fue mi primera experiencia tan cercana a la desnutrición. Es muy cierto que en México hay muchos casos, sobre todo en las áreas rurales pero creo que no se puede comparar con la afluencia de casos que llegaban al hospital en RCA, cabe mencionar que en este lugar solo teníamos capacidad para 48 pacientes. Hay muchos casos de desnutrición con edema. Lesiones en la piel que se infectan y muchas veces causan la muerte de los niños porque su cuerpo no puede reaccionar de manera normal ante una infección. 
 
Sin embargo, los pases de visita divertidos eran en la fase dos de nutrición, donde muchos de estos niños ya estaban casi recuperados y sin complicaciones médicas, esto nos permitía hacer animaciones dos veces por semana, en donde cantábamos y gracias a una compañera suiza que trajo muchos juguetes podíamos compartir con los niños muy buenos momentos.
 
En resumen el trabajo que se hace en MSF es muy gratificante. Uno aprende mucho y da mucho de sí mismo, pero yo me quedo con la sensación de agradecimiento inmenso a todos los pacientes y compañeros con los que compartí esta experiencia tan hermosa que definitivamente cambio mi visión del mundo como pediatra pero mucho más aun como ser humano.
 
 
 
 
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