Refugiados pakistaníes en Afganistán: ayuda humanitaria en el campamento de Gulán

Decenas de miles de personas que huyen de las operaciones militares en la región de Waziristán del Norte, en el noroeste de Pakistán, han cruzado la frontera en los últimos meses para buscar refugio en las provincias afganas de Khost, Paktia y Paktika. Médicos sin Fronteras (MSF) ha respondido llevando ayuda médica y humanitaria al campo de refugiados de Gulán, en Khost.

Decenas de miles de personas que huyen de las operaciones militares en la región de Waziristán del Norte, en el noroeste de Pakistán, han cruzado la frontera en los últimos meses para buscar refugio en las provincias afganas de Khost, Paktia y Paktika. Médicos sin Fronteras (MSF) ha respondido llevando ayuda médica y humanitaria al campo de refugiados de Gulán, en Khost.

La mayor parte de los refugiados en la provincia de Khost son recibidos por la comunidad local, pero aproximadamente 1.770 familias se han establecido en el campo de refugiados Gulán, una vasta extensión de tierra a unos 19 kilómetros de la frontera. Desde el 5 de Julio, los equipos de MSF gestionan una clínica que se ha establecido en las afueras del recinto y trabajan para mejorar la precaria situación sanitaria dentro del campamento.

La región de la que huyeron los refugiados tiene una cobertura de vacunación muy baja y los equipos de MSF han establecido como una de sus prioridades vacunar contra el sarampión a niños de seis meses a 15 años de edad ante el riesgo de que enfermedad potencialmente mortal se propague rápidamente dentro de los campamentos. Hasta ahora, los equipos de MSF han vacunado contra el sarampión a 2.965 niños (cerca del 87 por ciento de todos los del campamento). La vacunación en la clínica continúa para los recién llegados y otros niños a los que no alcanzó la primera fase. Mientras tanto, equipos de salud comunitaria MSF han estado recorriendo las tiendas de campaña para alentar a las familias a que inmunicen a los pequeños.

“Cuando abrimos nuestra clínica vimos dos niños con sarampión y supimos que debíamos actuar rápidamente,” dice Anthony Pedsizay, referente médico de MSF en el campo de Gulán. “Nos sentamos con los líderes de los clanes para hablarles de la importancia de la vacunación y apoyaron totalmente la campaña.”

Diseminados en una llanura rocosa y polvorienta, los refugiados del campamento se han agrupado de acuerdo a sus lazos familiares y de origen con hasta 30 tiendas de campaña dispuestas en círculo. Mantienen la estructura tribal y los ancianos de las cuatro tribus principales encabezan cada comunidad.

En la clínica de MSF, el equipo médico atiende un promedio de 100 pacientes diarios. “Estamos viendo un gran número de pacientes con infecciones respiratorias, pero lo más preocupante es el riesgo de diarrea y enfermedades de la piel por las malas condiciones sanitarias del campamento,” explica Pedsizay.

El clima cálido y húmedo del verano, con temperaturas que alcanzan los 35 grados, aumenta el riesgo de propagación de enfermedades si no se toman medidas sanitarias adecuadas. Los equipos de MSF han construido dos cisternas de agua y están clorando una tercera suministrada por la comunidad local. También han construido 178 letrinas, aunque el proceso se demoró por la presencia de minas sin explotar, legado de más de tres décadas de guerra en la zona. Una organización especializada en eliminación de minas está limpiando la zona para poder aumentar el número de letrinas.

La mayoría de las familias refugiadas en Gulán, que vivían antes apenas al otro lado de frontera, prefirieron cruzar a Afganistán antes que recorrer grandes distancias hasta otras partes de Pakistán.

Algunas personas pudieron preparar su viaje y llegaron al campamento con muchas pertenencias, incluidos animales como cabras, burros y vacas. Viajaron en sus propios automóviles o en camiones alquilados zigzagueando a través de la montañosa región fronteriza para llegar a Khost. Otras familias sorprendidas por los bombardeos en Waziristán se vieron obligadas a abandonar todo y cruzar la frontera a pie.

Algunos de los que tienen vehículos pueden desplazarse para comprar suministros en la ciudad de Khost, a unos 18 kilómetros de distancia, pero el precio prohibitivo del combustible hace que no sea habitual. Muchos refugiados han tenido que vender sus pocas pertenencias para conseguir algo de dinero.

Ya han transcurrido seis semanas desde que las familias comenzaron a llegar al campo de Gulán y no es probable que puedan regresar a sus hogares antes del invierno. Las condiciones de vida para los habitantes del campamento distan mucho de ser adecuadas, y los equipos de MSF concentrarán sus esfuerzos en ampliar las instalaciones sanitarias y en ocuparse de las necesidades médicas de los refugiados.
 

MSF trabaja en la ciudad de Khost desde 2012 y gestiona un hospital de maternidad donde cada mes se ayuda a más 1.100 mujeres a dar a luz de forma segura. MSF trabaja en otros puntos de Afganistán, y se ocupa de un centro de urgencias en Kunduz, en el norte. También colabora con el Ministerio de Salud Pública en el hospital de distrito Ahmad Shah Baba (este de Kabul) y el hospital provincial Boost en Lashkar Gah (provincia meridional de Helmand). En todos esos lugares se presta atención médica gratuita y los hospitales observan estrictamente la política de “no armas”.

Para su labor en Afganistán MSF depende solamente de fondos privados y no acepta dinero de ningún gobierno.

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