República Centroafricana: testimonios de personal y pacientes de MSF

Desde 2006, el equipo de MSF ha proporcionado asistencia médica para más de 50,000 personas en Kabo. De enero a junio de 2016, MSF llevó a cabo más de 30,000 consultas en el centro de salud de Kabo (un tercio de estas fueron por malaria) y prestó asistencia a más de 600 nacimientos. Cerca de 2,700 personas recibieron atención hospitalaria.

"Una elección imposible"

Elysé Tando, enfermero, Boguila

Soy de Boguila, en el noroeste del país. Ahí es donde vivo y donde trabajo como enfermero con MSF, como lo he hecho durante casi diez años. La situación no es precisamente buena en este momento, al punto en que he comenzado a pensar que debería irme. Hay varios grupos armados activos en el área, incluyendo uno que quiere usar el pueblo como su base. Obviamente los líderes en la comunidad no quieren que eso ocurra, y se oponen a la idea. Ahora el grupo los está cazando, acosando, incluso matándolos sistemáticamente por su oposición.
 
La gente en ese grupo saquea casas y les roba a las personas cuando necesitan dinero, o cualquier otra cosa. Merodean en los arbustos sobre las carreteras principales y sorprenden a las personas cuando pasan, demandándoles todo lo que tienen. Una vez que les han quitado todo, los golpean o los matan. Escuchamos este tipo de historias todo el tiempo – ¡cada dos o tres días! No suelen quedarse mucho tiempo, ya que los grupos de “autodefensa” generalmente los persiguen hasta echarlos al enterarse que estuvieron robándole a la gente. 
 
La consecuencia de todo esto es que la gente tiene miedo de viajar para venir al hospital. MSF es la única organización que ofrece atención gratuita en la región – hay una instalación de MSF en Paoua, a 80 kilómetros, y otra en Bossangoa, un viaje de 115 km. A veces nos damos cuenta que un grupo armado está activo sobre una carretera determinada porque notamos que no ha habido pacientes que lleguen desde esa dirección. No sabemos cuántas vidas podrían haberse salvado si esa gente hubiese podido acceder a nuestros servicios en esos días.
 
En junio y julio de este año, un taxista de motocicleta fue asesinado en la carretera justo en las afuera de Boguila. Aparentemente fue asaltado y cuando los bandidos habían terminado con él lo mataron. Los taxistas de motocicleta estaban asustados y no querían dejar la ciudad, ya que temían que les pasara lo mismo, por lo que fue imposible encontrar alguien que pudiera transportar los pacientes que necesitábamos referir a otro centro de salud para atención médica avanzada. Dos bebés murieron de anemia inducida por malaria durante ese tiempo porque no pudimos enviarlos a que reciban la atención que necesitaban.
 
Recientemente, uno de nuestros pacientes, un hombre de 21 años, murió de meningitis porque llegó demasiado tarde. Su familia lo trajo al hospital alrededor de las siete de la mañana, cuando se había comenzado a sentir mal durante la noche. No salían de su casa una vez que oscureciese por la inseguridad. En su pueblo, un hombre había sido robado y asesinado y su cuerpo fue encontrado en los arbustos esa misma semana. En la mañana, tomaron un taxi-moto al centro de salud. Debido al tiempo que había pasado, el joven llegó en condición crítica. Murió mientras yo estaba llenando su hoja de transferencia.
 
 
Los mismos problemas de acceso a la atención médica están afectando a la gente que vive con VIH en Boguila y sus alrededores. Ellos vienen a nuestro centro por sus drogas antiretrovirales, y si contraen alguna infección oportunista, cuidamos de ellos. Recientemente me enteré de cuatro muertes en un pueblo no muy lejos en donde un grupo armado acababa de establecerse. No podían buscar sus medicamentos o llegar a un centro de salud, por lo que fallecieron en sus casas. Qué horrible forma de irse.
 
El problema es que no tenemos ninguna manera de saber cuál es el verdadero costo de esta violencia en la actualidad. Si las rutas son inseguras, la gente no puede moverse – ya sea porque están asustados, o porque se lo están impidiendo físicamente – y nunca llegamos a verlos. Cuando hablamos con las mujeres que traen sus niños al hospital demasiado tarde, ellas nos dicen “prefiero quedarme y enterrar a mi hijo en casa, antes que tratar de salir y que nos ataquen en la carretera”. Es una decisión imposible.
 
MSF provee apoyo al hospital de Boguila para consultas externas, tratamiento de VIH/Sida, actividades de salud reproductiva, farmacia, laboratorio, vacunación y nutrición ambulatoria. Un equipo internacional de MSF viaja a Boguila una vez por semana para dar apoyo al personal local. MSF redujo sus actividades y retiró al personal internacional del hospital luego de sufrir un robo armado en abril de 2014, durante el cual 19 personas fueron asesinadas, incluyendo a tres trabajadores de MSF.
 

“Antes, esto no era así. Conseguimos vivir juntos pacíficamente”

 

Zita, 23, y su hija Marie, de 2 años

Zita llegó al centro de salud de Kabo, en el norte de la República Centroafricana, hace diez días. Vino con sus dos hijas, Marie, de dos años, y Nelpha, de cinco meses. Ellas son de Ngoumouru, ubicado a 50 km de Kabo, donde no hay puestos de salud. Caminaron 20 km desde  Ngoumouru hasta Farazala, y luego Médicos Sin Fronteras las trasladó en motocicleta a Kabo. Les tomó todo el día llegar a su destino. 
 
Marie se enfermó hace dos o tres meses. Ella, primero, sufrió de malaria, que luego le trajo desnutrición severa. Zita llevó a su hija al centro de salud de Ouandago, cerca de su casa. Allá le dieron paracematol y las regresaron. Se quedaron en su hogar, esperando a que la salud de Marie mejorara. Zita no quería recorrer más carreteras por miedo a que fueran atacadas por hombres armados.
 
“No suelo viajar por las carreteras debido a la situación de seguridad. A menudo hay hombres armados en los caminos que exigen las cosas de las personas que intentan pasar. Si vas en bicicleta o en motocicleta, te acosan por dinero, incluso cuando estás tratando de transportar a una persona enferma. Si vas caminando, a veces te dejan pasar sin pedirte nada. Fue por eso que llegamos a pie. No podemos gastar el dinero para pagarles: pueden pedir entre 250 y 500 francos CFA, cada vez”. (Nota: un dólar estadounidense equivale a 590 francos CFA y una pequeña olla de vegetales suficiente para alimentar a una familia por un día cuesta unos 650 francos CFA).
 
 
La última vez que la robaron fue hace una semana, antes de irse para Kabo. A la 1 de la mañana, tres hombres armados llegaron a la casa donde vive con su esposo, sus dos niñas y otros nueve familiares. Uno de los hombres empezó a gritar, exigiendo dinero y golpeando a la gente. Comenzaron a disparar. Uno de los miembros de su familia necesitaba atención médica, había sido herido en la pierna. 
 
Recientemente, dice Zita, ha habido menos robos de los usual. Pero eso se debe a la temperatura, más que a las políticas. “Estamos en la temporada de lluvia, por lo que hay menos hierva cerca en la carretera. Los bandidos tienen menos lugares para esconderse”, cuenta ella. “Una vez que comience la temporada seca, va a empeorar de nuevo”. 
 
Anteriormente, Zita era cultivadora. Pero los campos están ahora controlados por hombres armados, que detienen el trabajo de los agricultores para que su ganado pastoree allí. Ahora Zita se dedica al forraje de ñame silvestre en los bosques aledaños a su casa. Ella va con un grupo de mujeres para su seguridad. Saben que todavía pueden atacarlas, pero no tienen más opción que ir. 
 
Como la salud de Marie empeoró,  Zita decidió dejar su casa y coger la carretera hacia el centro de salud con sus dos hijas y su esposo, a pesar de sus temores. Gracias a la atención que Marie ha recibido en estos últimos diez días en el centro de salud de Kabo, se está recuperando. Sin embargo, ella continúa débil y su cara todavía está inflamada.
 
“Antes, esto no era así. Conseguimos vivir juntos pacíficamente”, dice Zita.
 
Desde 2006, el equipo de MSF ha proporcionado asistencia médica para más de 50,000 personas en Kabo. De enero a junio de 2016, MSF llevó a cabo más de 30,000 consultas en el centro de salud de Kabo (un tercio de estas fueron por malaria) y  prestó asistencia a más de 600 nacimientos. Cerca de 2,700 personas recibieron atención hospitalaria. 
 

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