“Tiene 12 años y aun así le dispararon”

Israeli forces injure hundreds of Palestinian men, women, and children in Jerusalem

Después de que cientos de palestinos fueran heridos por la policía israelí de Jerusalén, ofrecimos nuestro apoyo a la Media Luna Roja Palestina (PRCS) en el punto de estabilización de traumas de Wadi al Joz (Jerusalén) el lunes 10 de mayo. La doctora Natalie Thurtle, nuestra coordinadora médica, describe la labor que nuestros compañeros están realizando junto con PRCS para evaluar y estabilizar a los heridos.

Después de que cientos de palestinos fueran heridos por la policía israelí de Jerusalén, ofrecimos nuestro apoyo a la Media Luna Roja Palestina (MLRP) en el punto de estabilización de traumas de Wadi al Joz (Jerusalén) el lunes 10 de mayo. La doctora Natalie Thurtle, nuestra coordinadora médica, describe la labor que nuestros compañeros y compañeras están realizando junto con la MLRP para evaluar y estabilizar a las personas heridas.

Por Natalie Thurtle, coordinadora médica de Médicos Sin Fronteras 

“Una de las primeras víctimas a las que me toca atender se llama Aliya*. No deja de llorar mientras le quitamos sus pantalones con toda la delicadeza posible para examinarla. Tiene 12 años. Muestra un hematoma oscuro del tamaño del puño de un hombre adulto en la parte superior del muslo. Pero no ha sido un puño lo que se lo ha causado, sino una pelota de goma. A Aliya le han disparado una bala de goma mientras paseaba con su madre cerca de casa.

Le pregunto cuánto pesa para calcular la dosis correcta de analgésico. Solo pesa 28 kilos y le han disparado. No puede caminar y nos preocupa que tenga una fractura de fémur. La trasladamos al hospital para hacerle una radiografía.

Mi compañero Andy está cosiendo a un chico de 14 años, Walid*. Una bala de goma le ha impactado en la cara a menos de un centímetro del ojo izquierdo. Por suerte, va a conservar la vista. A un chico que ha sido atendido por la Media Luna Roja Palestina esta misma tarde lo han trasladado de urgencia al hospital y ha perdido el ojo izquierdo por una herida similar. No dejan de venirme ráfagas de imágenes de su herida mientras observo cómo Andy y Rajah, otro de nuestros compañeros de la MLRP, reparan con mano experta el joven rostro de Walid. Nadie acompaña a Walid. Tiene que pasar varias horas en observación en el Punto de Estabilización de Traumas y nadie ha podido venir a acompañarlo. Me pregunto si la persona que le ha disparado esa bala de goma ha pensado en las consecuencias de perder un ojo a los 14 años.

El iftar, la comida que marca el final del ayuno diurno durante el Ramadán, llega con la puesta del sol. Es un momento tranquilo en el que comemos todos los compañeros juntos.
Después, no dejan de venir las ambulancias. Llegan 15 pacientes en diez minutos. Mi equipo trabaja rápida y eficazmente para tratar a todas las personas e identificar a quienes tienen que ser trasladadas al hospital. Atendemos a un paciente con metralla incrustada en el cuello, a otra persona con un pulmón colapsado tras ser apaleado con la culata de un rifle, a un anciano cuya contusión craneal y pérdida progresiva de la conciencia nos hace sospechar de una hemorragia cerebral.

El ambiente huele a aguas fétidas, un olor inconfundible a rancio. La policía israelí utiliza una sustancia química que huele a una mezcla de excrementos y carne podrida y la dispara desde sus cañones de agua. Maha*, una joven con hijab, acaba de llegar y la están metiendo a toda prisa en un cubículo para tratarla. Una bala de goma le ha golpeado en la nalga, y se lesionó un codo en la caída y, todavía en el suelo, la rociaron con el cañón de aguas fétidas. Ahora tiene empapada la cara, el hijab y la ropa. Ha vomitado porque el hedor es muy intenso. Le han arrebatado toda su dignidad. Es tarde y me pican los ojos, que están empañados en lágrimas, en parte por el olor y en parte por lo que veo. Me recompongo y la tratamos.

Llega una tregua en nuestro trabajo y nos enteramos de que están restringiendo el paso de las ambulancias a ciertas partes del casco viejo de la ciudad. Inevitablemente, nos preguntamos si habrá pacientes que nos necesitan y no pueden venir. La duda se resuelve pronto, cuando llega otra oleada de pacientes. Seguimos hasta que llega otro equipo de MSF para hacernos el relevo, pero nuestros compañeros de la MLRP no pueden parar. Y seguirán toda la noche si es necesario.

No puedo subestimar el trabajo increíble que están realizando las y los paramédicos con los que trabajamos. Llevan días tratando a las víctimas de esta ola de violencia y muchísimos años gestionando las necesidades prehospitalarias de este sector vulnerable de la población. No tengo palabras para describir la importancia de su trabajo y la resiliencia y la luz que nos aportan.

El relato de que las víctimas de esta violencia se lo han buscado es mentira. Las personas a las que estoy tratando son niños, mujeres y hombres como mi familia y yo. Son seres humanos, pero resulta que son palestinos.
 
*Todos los nombres de los pacientes han sido modificados.

Artículo publicado originalmente en el Huffington Post

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