Ucrania: “Todo tu universo se desmorona”

Entrevista con Elena Pylaeva, psicóloga que trabaja con Médicos Sin Fronteras(MSF).

A pesar del cese al fuego tras un acuerdo firmado en septiembre para garantizar un ambiente seguro que permita a los niños asistir a la escuela tras las vacaciones de verano, los bombardeos de artillería continúan en varios lugares cercanos a línea de combate en el este de Ucrania.
 
Tras casi tres años de conflicto, los civiles siguen sufriendo el peso de la violencia y más de 1.7 millones [1] de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Elena Pylaeva, una psicóloga que trabaja con MSF, habla sobre los efectos que ha tenido este prolongado conflicto en la salud mental de la población.
 

¿Cómo está afectando el conflicto las vidas de las personas?

 
El conflicto está destrozando a comunidades y familias. Esto es muy notorio en los lugares que visitamos diariamente: la mayoría de nuestros pacientes son mujeres mayores, frecuentemente viudas cuyos hijos y nietos han huido de los poblados cercanos a la línea de combate, buscando trabajo o un lugar más seguro para vivir. Hay personas se han quedado en estos poblados, ellos viven con miedo a los bombardeos de artillería y temen ser excluidos de los servicios básicos como la atención médica. También hay personas que han huido hacia estos lugares, aceptando el nuevo entorno y buscando comenzar desde cero.
 
En muchos casos, quienes han decidido quedarse han perdido sus trabajos. Ellos trabajaban en escuelas, supermercados o jardines de niños que han tenido que cerrar a causa del conflicto. ¿Cómo puede funcionar una escuela cuando hay bombardeos cerca? Así que hay personas en sus cuarentas o cincuentas que han sido obligadas a jubilarse. Hay una gran ética de trabajo en el este de Ucrania, así que está súbita inactividad es perturbadora para muchas personas. 
 
 

¿Notas algún impacto específico en las mujeres?

 
Las mujeres de la sociedad ucraniana trabajan muy duro y, al mismo tiempo, tienen un papel central en el núcleo familiar, cuidando de los niños, del hogar y asegurándose de mantener unida a la familia. Esto casi no les deja tiempo para cuidar de sí mismas. 
 
La familia tiene un papel muy importante, ya que es uno de los primeros entornos en los que puedes encontrar apoyo.
 
Sin embargo, cuando tus hijos han huido y súbitamente te encuentras sin empleo, todo tu universo de desmorona. Además, en algunos casos el conflicto ha generado un aumento en el consumo del alcohol, especialmente en hombres. Por lo tanto, aumenta la presión a la que se enfrentan las mujeres y frecuentemente tienen que hacerse cargo del papel de su marido y proveer para su familia.
 
Un aspecto importante de nuestro apoyo en salud mental es compartir métodos que permitan a las personas comenzar a atender sus propias necesidades. Esto es especialmente importante en una situación tan inestable e insegura como esta: aunque no es posible cambiar la realidad cotidiana del conflicto, hay cambios que las mujeres pueden hacer para mejorar su salud física y mental. 
 

¿Cuáles son los principales síntomas que observas entre los pacientes que acceden a los servicios de salud mental?

 
El principal problema que seguimos viendo es el estrés, tanto agudo como crónico. Alrededor de la mitad de los pacientes sufren síntomas de ansiedad. Naturalmente, estos están relacionados con el conflicto: hay personas que han perdido a sus familiares o amigos a causa del conflicto, y muchos han tenido que huir porque sus casas han sido dañadas. 
 
Las personas viven diariamente con el miedo a los bombardeos y esto afecta su salud física y mental.
 
 

¿Cómo ayudan a los desplazados y a quienes viven cerca de la línea de combate?

 
Ofrecemos consultas individuales de salud mental en nuestras clínicas móviles. También realizamos actividades de promoción de salud mental para informar a la población sobre los síntomas de ansiedad y estrés, y sobre la forma en que pueden lidiar con ellos en su vida diaria. 
 
Además, en Mariupol comenzamos a hacer sesiones de apoyo grupales para la población mayor de edad. Estos grupos se componen de personas que huyeron hacia Mariupol y habitantes locales. El tener a ambos grupos -desplazados y comunidad de acogida- facilita la integración a un nuevo ambiente y crea un espacio para compartir sentimientos relacionados con el conflicto. Nuestro objetivo es proporcionarles herramientas que les permitan enfrentarse a la situación y que tengan un impacto positivo en su salud física y mental.
 

¿El asistir a la clínica móvil permite crear un cambio y romper con el aislamiento?

 
Sí, venir a la clínica es el primer paso para que los pacientes no se sientan tan aislados. Muchas personas de la tercera edad que padecen enfermedades crónicas vienen a ver a nuestras enfermeras y doctores, para someterse a un examen médico y recibir tratamiento. Mientras esperan a que sea su turno para ser atendidos, hablan entre ellos.
 
Lo que parece ser un momento cotidiano se convierte en una oportunidad para apoyarse y escucharse unos a otros, para compartir sus sentimientos sobre experiencias similares. Esta es una forma en que las personas pueden comprender que no están solas, que hay otros experimentando angustia debido al conflicto. 
 

¿Qué consejo le darías a las personas para que cuiden de sí mismos?

 
La prioridad es que se tomen el tiempo de cuidar su salud y bienestar, y asegurarse tanto como sea posible de tener un estilo de vida saludable. También es bueno emprender actividades “normales”. Para algunos puede ser la cocina, para otros puede ser la jardinería. 
 
 

Hemos observado un incremento en la violencia y en las violaciones del cese al fuego. ¿Qué impacto tiene esto en tu trabajo?

 
Hemos visto que más personas vienen buscando ayuda en los lugares en donde se ha presentado un incremento en los bombardeos de artillería durante las últimas semanas. Las casas siguen resultando dañadas, las personas tienen que esconderse en sus sótanos y las familias siguen dejando todo atrás para poder ir a lugares más seguros. 
 
Están cansados y asustados.
 

¿Qué impacto han tenido en la población casi tres años de violencia?

 
La vida en las localidades remotas es difícil. Cuando comenzó el conflicto muchas personas ya vivían una vida complicada y sabían cómo lidiar con ella. Sin embargo, no es lo mismo que enfrentarse a un entorno tan volátil durante tanto tiempo.
 
En las últimas semanas he visto a familias que ya no han podido lidiar con la situación. Hay personas que han tenido que dormir en sus sótanos por mas de dos años y, como continúan los bombardeos, ahora necesitan apoyo para vivir en lo que se ha convertido en su nueva realidad. 
 
Las personas están cansadas del conflicto. Me preguntan frecuentemente cuándo terminará. La energía que les permite enfrentar esta situación proviene de su esperanza. La esperanza de volver a tener una vida pacífica. Pero después de enfrentarse a tanta incertidumbre e inseguridad, parece que ya casi no tienen energía. 
 
 

[1] Ministry of Social Policy of Ukraine; IOM;  Mayo 2016

 

 

Compartir

Relacionados

Colabora