Una guerra invisible: la olvidada crisis humanitaria en Centroamérica

Mexico Migrants Report 2017

Jason Cone, director ejecutivo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en los Estados Unidos, y Marc Bosch Bonacasa, director de operaciones para América Latina por parte de MSF España, escriben sobre las amenazas que enfrentan las personas obligadas a huir de la violencia extrema en América Central.
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Jason Cone, director ejecutivo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en los Estados Unidos, y Marc Bosch Bonacasa, director de operaciones para América Latina por parte de MSF España, escriben sobre las amenazas que enfrentan las personas obligadas a huir de la violencia extrema en América Central.

 
La evidencia recopilada por MSF a través de nuestras clínicas médicas a lo largo de la ruta migratoria en México ilustra una crisis humanitaria que exige mayores niveles de ayuda y compasión. A su vez, las equivocadas políticas de los Estados Unidos y México están aumentando los peligros para las personas vulnerables. Este es un extracto de un ensayo publicado por el Brown Journal of World Affairs:
 
Un grupo de pandilleros le dijo a un salvadoreño, padre de cuatro hijos, que matarían a sus dos hijas después de que él rechazara sus demandas de extorsión. Una lesbiana de 27 años, originaria de Honduras, fue violada masivamente en su casa, marginada por su familia, obligada a dejar atrás a su hijo nacido de una violación, y posteriormente fue perseguida por pandillas debido a su orientación sexual. Un niño hondureño -sin acompañante- de 16 años huyó del reclutamiento forzado de pandillas, fue violado a lo largo de su camino en México y ahora está luchando contra infecciones de transmisión sexual.
 
Estas son solo algunas de las personas que han buscado refugio en La 72, un albergue en la ciudad de Tenosique, México, a 64 kilómetros al norte de la frontera con Guatemala. Se encuentra en la primera línea de una creciente crisis de desplazamiento forzado: 500,000 personas huyen anualmente de los países del Triángulo Norte de Centroamérica (NTCA) –El Salvador, Guatemala y Honduras.
 
Nuestra organización, Médicos Sin Fronteras (MSF), gestiona una clínica dentro del refugio La 72, entre otros lugares a lo largo de la ruta migratoria centroamericana a través de México. Un equipo de tres personas, un médico, un psicólogo y un trabajador social, atiende diariamente las necesidades médicas y de salud mental de las personas.
 
Pero están abrumados tanto por el gran número de pacientes como por las horribles razones por las cuales las personas huyen de sus hogares. Los gerentes del refugio también sienten la presión. "Hemos pasado de ser un centro de migración a un campo de refugiados", dijo Ramón Márquez, director de La 72. En 2017 el refugio acogió a 7,950 personas del NTCA.2 pero en los primeros tres meses de 2018, el refugio ya había recibido a 3,800 personas.
 
De acuerdo con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número de refugiados y solicitantes de asilo de los tres países que conforman el Triángulo Norte ha crecido casi diez veces desde 2011. Las solicitudes de asilo de nacionales del NTCA fueron 45% más altas entre enero y junio de 2017 en comparación con el mismo período de 2016.
 
Aunque que la atención mundial se ha centrado en el creciente número de refugiados que huyen de las guerras en Medio Oriente y las personas desesperadas que cruzan el Mediterráneo, el Triángulo Norte es un epicentro a menudo pasado por alto en la crisis del desplazamiento forzado. El alto nivel de violencia en el Triángulo del Norte se ubica junto al de las zonas de guerra más mortíferas del mundo, según informes de las Naciones Unidas y el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.
 
Aunque el Triángulo Norte no es una zona de guerra, los ataques que las personas han sufrido en la región y a lo largo de su ruta migratoria a través de México son comparables a las situaciones que MSF ha enfrentado en sus más de 40 años de trabajo en áreas de conflicto en todo el mundo. Los asesinatos, secuestros, amenazas, el reclutamiento por parte de actores armados no estatales, la extorsión, la violencia sexual y las desapariciones forzadas son amenazas diarias que enfrentan las personas en la región.
 
La evidencia recopilada por MSF a través de nuestras clínicas médicas a lo largo de la ruta migratoria de los centroamericanos en México ilustra una crisis humanitaria que exige mayores niveles de ayuda y compasión. Las historias de nuestros pacientes contrastan significativamente con el discurso político prevaleciente sobre la migración a los Estados Unidos. El presidente Trump ha retratado a los mexicanos y centroamericanos, en el mejor de los casos, como ladrones de empleos de los ciudadanos estadounidenses y, en el peor de los casos, como asesinos y violadores que se aprovechan de la sociedad.
 
Las iniciativas políticas de la administración Trump durante el año pasado pusieron aún más en peligro a cientos de miles de personas obligadas a huir de Centroamérica, así como a muchas otras que ya se encuentran en los Estados Unidos y que ahora están amenazadas con la deportación. Estas políticas están construidas sobre fallas bipartidistas, entre las que se incluyen 40 años de intervenciones estadounidenses en América Central que han seguido desestabilizando la región y alimentando un patrón de desplazamiento forzado.
 
Comenzando con la administración Carter, y con una escalada drástica bajo la administración del presidente Ronald Reagan, el gobierno de los Estados Unidos gastó más de $ 6 mil millones de dólares en asistencia militar directa y entrenamiento para la policía y las fuerzas armadas salvadoreñas, en un esfuerzo por respaldar al gobierno salvadoreño contra grupos izquierdistas.El conflicto de 12 años dejó 75,000 muertos y más de 1.5 millones de personas desplazadas. El apoyo de la administración Reagan hacia los rebeldes de la Contra, que se oponían al gobierno sandinista en Nicaragua, causó entre 60,000 y 80,000 muertes.
 
Las precarias condiciones se han visto agravadas aún más en los últimos años por la deportación casi sistemática de refugiados, migrantes y solicitantes de asilo centroamericanos por parte de autoridades mexicanas y estadounidenses. El 8 de enero, la administración de Trump puso fin al Estatus de Protección Temporal (TPS) de aproximadamente 200,000 salvadoreños que viven en los Estados Unidos.
 
*El TPS es un programa humanitario que otorga un estatus legal temporal y autorización para trabajar en los Estados Unidos a personas cuyos países se han visto afectados por conflictos armados, desastres naturales u otros eventos extraordinarios. Los salvadoreños en el programa ahora tienen hasta el 9 de septiembre de 2019 para salir de los Estados Unidos o enfrentarse a la deportación.
 
Estados Unidos está enviando a los salvadoreños de regreso a uno de los lugares más violentos del mundo, poniéndolos así en un riesgo de muerte. Esta decisión viola uno de los principios más fundamentales del derecho internacional, la no devolución, que garantiza el derecho de los refugiados y solicitantes de asilo a no ser devueltos a un país donde su vida está en peligro o donde son objeto de la persecución. En las encuestas y datos médicos de los proyectos de MSF en México, publicados el año pasado, el 55% de los refugiados y migrantes salvadoreños reportaron haber sido víctimas de chantaje o extorsión, el 56 % por ciento tenían un pariente que había muerto debido a la violencia y el 67% dijeron que nunca se sintieron seguros en casa.
 
Nuestra organización insta a la administración Trump a reconsiderar su decisión, y le pedimos al Congreso que encuentre una solución permanente que proteja de la deportación a cientos de miles de salvadoreños. Para muchas de las personas afectadas por esta decisión, la deportación es una cuestión de vida o muerte.
 
Los hallazgos realizados a partir de nuestras clínicas médicas y encuestas a pacientes a lo largo de la ruta migratoria centroamericana a través de México subrayan la gravedad de la crisis. El 39% de los pacientes encuestados mencionaron los ataques directos, las amenazas hacia ellos o a sus familias, la extorsión y el reclutamiento forzado de pandillas como las principales razones para huir de sus países. De todos los refugiados y migrantes encuestados, el 43.5 % mencionó tener a algún pariente que murió debido a la violencia en los últimos dos años. Algunos pacientes reportaron haber sido secuestrados y golpeados durante días o incluso semanas con fines de extorsión, rescate o intimidación a otros migrantes y refugiados. Los ataques a menudo incluyen situaciones de asalto sexual.
 
Ciertamente hay personas que salen de Centroamérica por las oportunidades económicas en el norte, pero nuestros hallazgos muestran que la violencia desenfrenada y la anarquía son los principales factores que impulsan la huida de estas personas. Algunos de nuestros pacientes describieron que se se vieron obligados a abandonar sus prósperos negocios debido a la extorsión y la violencia perpetradas por las bandas criminales.
 
Los intentos por detener la migración reforzando las fronteras nacionales y aumentando la detención o la deportación, como hemos visto en México y en los Estados Unidos, ignoran una crisis humanitaria genuina. Estas políticas equivocadas no frenan el contrabando y el tráfico, sino que ayudan a conducir la migración clandestina y alimentan una mayor violencia y extorsión por parte de delincuentes, que se benefician de la desesperación de las personas.

Central America Forgotten Humanitarian Crisis by Doctors Without Borders/Médecins Sans Frontières on Scribd

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