Migración: Mucho más que una carta.

Más de 35.000 personas han cruzado el Mediterráneo para llegar a Italia entre enero y la primera mitad de mayo de 2015. El año pasado, más 170.000 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo alcanzaron las costas italianas. Esta es la historia de Golleh, de 20 años.

Proyectos de Médicos Sin Fronteras en Sicilia

Más de 35.000 personas han cruzado el Mediterráneo para llegar a Italia entre enero y la primera mitad de mayo de 2015. El año pasado, más 170.000 migrantes, refugiados y solicitantes de asilo alcanzaron las costas italianas. 
 
Muchas de las personas rescatadas de embarcaciones hacinadas y que carecen de las condiciones para realizar una travesía como la del Mediterráneo centro son trasladadas a Sicilia. En el puerto de Pozzallo, en la provincia meridional de Ragusa, los migrantes son recibidos en el muelle por un equipo médico de Médicos Sin Fronteras (MSF) junto al personal del Ministerio de Sanidad de Italia.
 
El equipo de MSF – formado por médicos, enfermeras y mediadores culturales – realiza una exploración y reconocimiento a los recién llegados y proporciona asistencia médica a quienes lo requieren tanto en las horas primeras horas tras desembarcar como durante su estancia en el centro de recepción inicial.
 
En 2014, los equipos de MSF en Italia realizaron reconocimientos a 26.081 personas trasladadas a puerto, llevaron a cabo 2.595 exámenes médicos y 700 valoraciones de salud mental. Durante los tres primeros meses de 2015, el operativo de MSF ha efectuado 1.394 reconocimientos y 566 exámenes médicos.  
 
En el centro secundario de recepción en la provincia de Ragusa, donde los migrantes esperan los resultados de sus solicitudes de asilo, dos psicólogos del equipo de salud mental de MSF proporcionan apoyo psicológico. Aquellas personas en las que se detectan problemas de salud mental más graves son referidas a un psiquiatra.
 

HISTORIAS DE REFUGIADOS

 “Mucho más que una carta”

Golleh, 20 años, perdió a sus padres y su herencia en Gambia.

Cuando el equipo de MSF en Pozzallo recibió la carta de Golleh, fue un día especial.
 
El joven Golleh llegó al puerto siciliano de Pozzallo en una embarcación que había zarpado desde Libia. Sufría dolores intensos en el abdomen y Anna, la doctora de (Médicos Sin Fronteras) MSF que le examinó en cuanto desembarcó, le diagnosticó una infección intestinal para la que no había recibido tratamiento durante algunos meses. Después de un tratamiento con antibióticos, Golleh mejoró y cuando le tocó abandonar el centro de acogida para migrantes recién llegados ya estaba completamente curado.
 
Pero algunas cicatrices le dejaron una marca que no solo era perceptible en su cuerpo sino que también habían dejado rastro en su mente. Y este es precisamente el trabajo de Pina y Gaia, dos psicólogas de MSF que trabajan en la provincia siciliana de Ragusa: facilitar apoyo psicológico a las personas que llegan hasta aquí y que luchan para asimilar experiencias habitualmente traumáticas.
 
 
Gaia conoció a Golleh en el centro de recepción donde estaba mientras esperaba que su solicitud de asilo fuera tramitada. Goleh se sintió aliviado de ver nuevamente a un trabajador de MSF y le contó a Gaia por qué estaba allí y lo que le había sucedido en el camino.
 
Cuatro años antes, en Gambia, los padres adoptivos de Golleh murieron. Despojado de su herencia, viviendo en la pobreza y completamente solo, Golleh decidió marcharse.
 
Golleh pasó cinco meses en Senegal y un año en Mauritania antes de dirigirse a Libia. Incapaz de pagar 500 dinares libios (322 euros), fue encarcelado y obligado a trabajar a punta de pistola todos los días durante dos meses para pagar su deuda. "Me registraban día y noche, me apuntaban con sus armas y me golpeaban", explica Golleh. Tras ser liberado, decidió tomar un barco para Italia.
 
"Desde 2011, cuando mi padre murió, las primeras personas que me han cuidado han sido ustedes”, le dice a Gaia.
 
Ese mismo día, Golleh se sentó y escribió una carta dirigida a la doctora de MSF que le había atendido cuando llegó por primera vez a Pozzallo:
"Hola Anna, quiero darte las gracias a ti y a todas las personas que trabajan en Pozzallo, en particular a los médicos. Les envío mis recuerdos a todos ustedes porque hoy me he sentido muy feliz de ver a la tía Gaia, que ha venido de Pozzallo a hacernos una visita al centro.
Estoy muy contento. Les escribo esta carta para saludar a cada uno de ustedes. He sido testigo del respeto que demuestran hacia el ser humano. Proporcionan el tratamiento adecuado para aquellos que están enfermos. Siempre sonríen porque quieren que nos sintamos bien. Por esta razón quiero agradecerles su ayuda. Les tengo en mis oraciones.
Su amigo de Gambia,
Golleh
¡Gracias por leer mi carta!”
Anna respondió posteriormente a Golleh: 
 “¡Gracias Golleh por escribirnos! 
Cuando has hecho un largo viaje para escapar de la pobreza y la persecución, cuando has sido sometido a trabajos forzosos en una prisión en Libia, cuando has arriesgado tu vida cruzando el Mediterráneo, lo menos que podemos hacer es ayudar a sanar tus cicatrices visibles e invisibles”.
 
 
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