Preparados para lo peor, esperando lo mejor: a bordo del barco de búsqueda y rescate de MSF

¿Cómo es un día en el Aquarius, el barco de búsqueda y rescate de MSF?

Cada año, miles de personas huyen de la violencia, la inseguridad y la persecución en sus países de origen, y emprenden el peligroso viaje a través del mar Mediterráneo para lograr llegar a Europa. Alva White trabaja en el Aquarius, un barco de búsqueda y rescate gestionado por SOS Méditerranée en colaboración con MSF. Una vez que la gente está a salvo a bordo del barco, el equipo de MSF les ofrece comida, ropa y atención médica. 
 

"Estamos preparados para lo peor, esperamos lo mejor." 

 
"1 de junio de 2010: Llevo dos semanas a bordo del Aquarius y estoy llena de horror y alegría. En el poco tiempo que he estado a bordo, desde el 13 de mayo, ha pasado mucho. Hemos realizado tres rescates, lo que implica que nuestros colegas en el Aquarius, los equipos de búsqueda y rescate de SOS Méditerranée, han rescatado a 385 personas que ahora se encuentran a bordo del barco. Estas personas viajaban en barcazas de hule que estaban inmóviles en el mar azul, esperando que alguien los rescatara. Parece ser que están saliendo desde las costas de Libia con tan poco combustible que sólo tienen dos opciones: ser rescatados o naufragar.
 
También hemos dado la bienvenida a 371 personas más a nuestro barco como parte de una transferencia, después de que otro barco -comercial o militar- lograra rescatar a esta gente. Después los llevamos a bordo del barco para atenderlos y regresarlos a tierra firme. En estos casos, la gente literalmente pasa de bote en bote: de su barcaza inadecuada que está a horas de quedar sumergida en el agua, a un pequeño bote inflable de casco rígido (RIB) conducido por quienes los están rescatando; y de ahí suben a un barco más grande y digno de viajar por el mar, para después subir otra vez a un RIB y trepar una escalera para llegar a la cubierta de nuestro barco. 
 
La gente que sufre trauma, que está lastimada, mujeres con quemaduras de combustible en sus piernas, mujeres en los últimos meses de embarazo, hombres con huesos rotos, niños y bebés. Siempre intento no exagerar al escribir sobre lo que veo: es simplemente la horrorífica verdad sobre lo que la gente está siendo obligada a soportar. La gente sube la cubierta de nuestro barco y se tiende en el suelo, llorando, o se desmaya a causa del shock. 
 
 
Entre estas 756 personas, sólo teníamos un niño de dos años gravemente enfermo. No estaba en condiciones de subirse a un bote de hule para salir de Libia en las primeras horas de la mañana, sin haber consumido agua ni comida. Ninguna madre tomaría esa decisión si tuviera otra alternativa. 
 
Cuando llegó con nosotros ya se encontraba en muy malas condiciones, y nuestro médico temía que no pudiera sobrevivir. La única opción era evacuarlo: desde nuestro bote, subirlo a un helicóptero en una camilla para trasladarlo al hospital. Lo que ha soportado esta gente es incuantificable. 
 

 
 
Y mientras que un niño pequeño luchaba por su vida, otro decidió que era momento de llegar a este mundo. En las circunstancias más impresionantes, la partera del Aquarius ayudó a traer al mundo a un bebé muy sano llamado Alex, en honor al capitán del barco. Su madre y su padre bailaban y cantaban a su recién nacido con una alegría impresionante. Como dijo nuestro médico: “este niño tenía una oportunidad en un billón y la aprovechó.” Y mientras prevalecía la felicidad en el barco al conocerse la milagrosa noticia, no pudimos evitar pensar qué tan diferente hubiera sido este final si hubiera tenido otro horario. Si ella hubiera entrado en labor de parto un día antes, su madre hubiera estado sentada en un bote de hule con agua de mar y con combustible filtrándose al mismo. Y si hubiera sido dos días antes, mientras aún estaba en Libia, ella no se hubiera atrevido a ir a un hospital. Nos dijo: “siempre está la amenaza de ser secuestrado y asesinado en Libia. Lo único que hacía en mi día era esconderme, esconderme, esconderme.”
 

 
Estos sucesos fueron extraordinarios. Pero todas las personas con las que hablé tienen una historia o razón impresionante para ponerse en la voluntad del mar.  esta semana, se reportaron tres trágicos naufragios y se estima que se perdieron 700 vidas. Pero la inexactitud de este número es deplorable y, a mi parecer, insultante para quienes han perdido la vida, ya que perpetúa un panorama engañoso sobre la verdadera cantidad de personas que han muerto. Nunca sabremos cuánta gente estaba hacinada en esos botes cuando fueron enviados a hundirse o a ser rescatados. Nadie sabrá nunca cuántos botes se hundieron sin que nadie se diera cuenta. Nunca sabremos cuántas personas fueron baleadas y asesinadas en las costas de Libia antes de subir a uno de esos botes. 
 
Las personas con las que he hablado me dicen que entraron al bote amenazados a punta de pistola por los traficantes. Nunca sabremos cuántas personas murieron en las prisiones de Libia después de ser secuestradas, golpeadas y abusadas, día sí y día no. Incluso antes de eso, quienes perdieron la vida mientras cruzaban el desierto para llegar a Libia. No tenemos idea de la verdadera cantidad de personas que han muerto cruzando de una parte del mundo a otra. 
 
Esta noche, los equipos del Aquarius esperan. Localizados en la zona de búsqueda y rescate, cerca de las costas de Libia, buscando proactivamente los botes y esperando alertas sobre botes que se ha confirmado están necesitados de rescate. El sol se stá poniendo, y el mar está relativamente tranquilo. 
 
 
Mientras que los equipos de rescate a bordo practican sus protocolos de rescate, revisan que todo esté en listo, preparan la clínica, hacen las pruebas de luz en caso de que requieran para un rescate nocturno y empacan los kits de rescate, nosotros esperamos, con el conocimiento de que a 48 kilómetros de distancia, otras personas también esperan entrar a un bote inadecuado para viajar en mar, que equivale prácticamente a abordar un avión al que le falta un ala. Y con el conocimiento de que ese bote sólo ofrece dos opciones: la vida o la muerte.
 
A partir de lo que comparten los rescatados con nosotros, algunas personas entran a ese bote de hule a punta de pistola, y algunos no saben el riesgo que están tomando. Pero siempre es porque no hay otra alternativa."
 
 
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