“¡Deben actuar ya!”: Nuestro llamado urgente a los gobiernos latinoamericanos frente a la crisis migratoria

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MSF brinda asistencia a la población migrante en Tapachula, Chiapas
La población migrante no es difícil de detectar aquí, ya que se reúnen en plazas y parques, en casas de cambio o en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), para obtener permisos de tránsito y continuar su viaje hacia el norte. ©MSF/Yesika Ocampo

Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) exhortamos a los gobiernos de América Latina y el Caribe a que actúen de forma inmediata y coordinada para hacer frente a la crisis humanitaria que sufre la población en movimiento en el continente, que alcanza números récord este año.

Este es el mensaje que enviamos a los líderes de la región, a propósito de la convocatoria del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador a sus homólogos para evaluar y trabajar sobre las causas de la migración este domingo 22 de octubre en Palenque, Chiapas.

“Estamos asistiendo a una crisis humanitaria sin precedentes, con un número inédito de personas migrantes que sufren las consecuencias de la inacción, la falta de atención y la ausencia de coordinación en proveerles de servicios básicos”, explica Gemma Domínguez, coordinadora general de proyectos de MSF en México, que añade: “Esperamos que tras esta reunión de altos dignatarios, el enfoque cambie hacia las causas de la migración, porque lo que observamos son prácticas de control y restricción de movimientos, que provocan estigmatización, precarización de las condiciones de vida y un mayor riesgo para estas poblaciones”. 

MSF alerta por la insuficiente respuesta ante el incremento de migrantes en la selva del Darién
Cada día de agosto, entre 2,000 y 3,000 personas han cruzado la selva del Darién, que une a Colombia con Panamá. © MSF

 

La falta de servicios hace que, en general, en toda la geografía mexicana, e incluso en la capital del país, se produzcan aglomeración y hacinamiento de personas migrantes, que se ven obligadas a vivir en asentamientos informales, en la calle, en condiciones insalubres.  Esta situación afecta gravemente su salud física y emocional, pero también las expone a mayores riesgos en ciudades fronterizas peligrosas donde son víctimas de distintos tipos de violencia.

Esta violencia no se limita a México, sino que está presente a lo largo de la ruta en el continente. Alcanza máximos en la selva del Darién, donde las personas migrantes se enfrentan a un camino de brutal dureza durante días en el que además se exponen a criminales que los roban con violencia extrema, en la que se incluye violencia sexual. También es visible más al norte en Honduras y Guatemala, donde las personas atendidas por nuestros equipos relatan los abusos a los que son sometidos, incluso por algunos funcionarios oficiales.

Si la violencia es común denominador a lo largo de la ruta, lo es también la acuciante falta de servicios básicos que, combinados, suponen un riesgo enorme para la vida y salud de las personas migrantes. A la imposibilidad de abastecerse de comida y agua potable por falta de dinero tras haber sido asaltados o extorsionados en la ruta, se suma el hacinamiento y la falta de servicios de saneamiento al que se ven expuestas estas poblaciones.

MSF hace un llamado a redoblar la ayuda para cubrir las necesidades básicas de la población en movimiento que transita por México
Personas migrantes esperan la llegada de autobuses del Instituto Nacional de Migración de México para viajar a Tuxtla, Gutiérrez y continuar su recorrido hasta la frontera norte para solicitar asilo en Estados Unidos. El tiempo de espera oscila aproximadamente entre 3 y 10 días. © Karen Varón Rojas/MSF

 

Las patologías y los pacientes atendidos por nuestros equipos en MSF reflejan las condiciones pésimas de vida en la ruta.  Desde diarreas y enfermedades gastrointestinales por beber agua no potable, enfermedades respiratorias por dormir a la intemperie, heridas abiertas en la piel por extensas jornadas de caminata, niños con peso inadecuado por falta de alimentos, mujeres embarazadas sin control prenatal, heridas y magulladuras hasta agotamiento extremo, entre otras cosas. A esto se suma el impacto que todo ello tiene en la salud mental de las personas que migran.

“Son familias enteras, mujeres, bebés, adolescentes, niñas, niños e incluso adultos mayores. Su exposición a la violencia es mayor, así como su vulnerabilidad y sus necesidades. Los gobiernos de la región les dejan tremendamente desprotegidos”, considera Luis Eguiluz, coordinador de MSF en Colombia y Panamá. “Migrar no es un delito. El blindaje de las fronteras y su militarización, o las políticas represivas de deportación y persecución no reducen los flujos migratorios, sino que conducen a las personas migrantes a las mafias criminales y reducen su acceso a los servicios básicos”, añade.

Eguiluz recuerda que los equipos de Médicos Sin Fronteras trabajan asimismo en los países de salida de la población migrante y son testigos de los niveles de violencia directa y estructural de los que huye.

“La migración seguirá ocurriendo, inevitablemente, y tenemos que estar preparados para proteger y atender a los que migran.  Los líderes políticos tienen mucho por hacer y tienen que hacerlo ya si de verdad quieren evitar mayor sufrimiento”, concluye.

 

Médicos Sin Fronteras (MSF) somos una organización médico humanitaria internacional que asiste a las poblaciones en las situaciones más críticas. En distintos puntos de la ruta migratoria entre Sudamérica, Centroamérica, México y Estados Unidos, nuestros equipos apoyan de manera gratuita y confidencial a las personas en movimiento con servicios médicos, psicológicos, promoción de la salud y orientación e información.

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