Desinformación y estigma: una carga adicional para pacientes con COVID-19 en Papúa Nueva Guinea

Port Moresby COVID-19 PPE training

Desde Médicos Sin Fronteras estamos brindando apoyo psicológico a pacientes con COVID-19 en Papúa Nueva Guinea, ya que el estigma y la desinformación hacen mella y añaden más dificultades al tratamiento de la enfermedad en el país.

Desde Médicos Sin Fronteras estamos brindando apoyo psicológico a pacientes con COVID-19 en Papúa Nueva Guinea, ya que el estigma y la desinformación hacen mella y añaden más dificultades al tratamiento de la enfermedad en el país. 
 
Aunque el país evitó lo peor de la pandemia durante 2020, ahora se esta viendo afectado por un grave brote del nuevo coronavirus. Las autoridades han aplicado medidas para aplanar la curva antes de que empeore, pero está  resultando difícil debido al debilitado sistema de salud. Con muchos médicos y médicas del país actualmente en cuarentena tras dar positivo al virus, sale a la luz otro problema de la pandemia: la desigualdad en las vacunas. 
 
“La situación en Papúa Nueva Guinea es un ejemplo de la desigualdad mundial en el acceso a las vacunas y otras herramientas médicas. Cuando el número de casos empezó a dispararse, el personal médico del país continuó las actividades sin ser vacunado, mientras que otros países están acumulando más vacunas de las que necesitan”, afirma Farah Hossain, gestora de actividades médicas de MSF.  
 
En Papúa Nueva Guinea se han disparado los casos de COVID-19 desde principios de año. Actualmente, el total acumulado de casos confirmados en el país es de 10,197; con 7,364 personas recuperadas. La mayoría de las muertes ocurrieron en Port Moresby, la capital. 
 
Los expertos médicos han denunciado el estrés abrumador que este aumento de casos está causando al sistema de salud del país. El personal médico se encuentra sobrecargado de trabajo, y gran parte del mismo ha dado positivo a COVID-19 y debe estar en cuarentena. Esto, sumado a la falta de suministros médicos, ha dejado prácticamente paralizados a los hospitales públicos y las clínicas de todo el país. 
 
Desde octubre de 2020, MSF ha asistido con un técnico de laboratorio para analizar las muestras de las pruebas de PCR para posibles de COVID-19. Sin embargo, el aumento en el número de casos exigió mano de obra y suministros médicos adicionales.  
 
A principios de este mes, el equipo de MSF en Papúa Nueva Guinea empezó a prestar el apoyo al improvisado centro de tratamiento COVID-19 de Port Moresby, gestionado por la Autoridad de Salud Provincial del Distrito Nacional de la Capital (NCDPHA, por sus siglas en inglés), que tiene una capacidad de 43 camas para pacientes de moderados a graves. 
 
El equipo de MSF contrató y capacitó a médicos de Papúa Nueva Guinea a principios de abril, centrándose específicamente en las situaciones de emergencia y en cómo manejarlas rápidamente. Reciben formación sobre temas que van desde cómo llevar correctamente el equipo de protección personal (EPP), hasta la oxigenoterapia o el tratamiento de la neumonía aguda. 
 
 
 
 
Según el coordinador del proyecto, Shah Khalid, esto no sólo les ayudará aquí y ahora con la COVID-19, sino también en el futuro: “La formación de nuestro personal es esencial para garantizar su seguridad y la de nuestros y nuestras pacientes. Los procedimientos se aplican en toda la prestación de asistencia médica, mientras estemos en una pandemia y también en cualquier otro momento”. 
 
Otro tema importante pero que a menudo se pasa por alto y que será enseñado al personal médico, es la educación y asesoramiento a los y las pacientes. Se trata de garantizar que no se descuide el bienestar mental y emocional de ellos y ellas.  
 
Este último ha sido un tema muy ignorado en el país. Aquellas personas que dan positivo a la COVID-19 son aisladas y estigmatizadas debido a la falta de conocimiento general sobre la nueva enfermedad. El estigma que rodea al virus sigue estando presente y muchas personas se niegan a someterse a las pruebas de detección del virus, incluso cuando presentan síntomas. 
 
Fundzile Msibi, responsable de la educación y el asesoramiento de los pacientes del proyecto, explica la importancia de las sesiones: “Es muy importante entender que las personas a quienes se les diagnostica COVID-19 se enfrentan a muchas emociones. Están preocupadas por su resultado, tal vez ansiosas o inseguras de recuperarse porque ven el número de personas que mueren en el mundo. También tendrán que permanecer aisladas, lejos de su familia y amigos. Todos estos desafíos les afectarán también psicológicamente, por lo que este apoyo es para ayudarles a sobrellevar su situación. Simplemente hay que estar ahí para que los y las pacientes expresen sus emociones y para apoyarles cuando atraviesan este periodo”. 
 
“Queremos prevenir problemas o trastornos emocionales como la depresión” 
 
El personal tiene previsto realizar sesiones periódicas de asesoramiento con pacientes durante las distintas etapas de su estancia en el hospital, y también está empezando a estudiar cómo se pueden abordar estos temas en las comunidades. 
 
MSF lleva muchos años trabajando en Papúa Nueva Guinea con proyectos para tratar la tuberculosis; y continúa brindando servicios de diagnóstico y tratamiento de la enfermedad en Port Moresby (NCD) y Kerema (provincia del Golfo). 
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