Ébola: los fallos de la respuesta mundial a la epidemia

Cuerpos tirados en las calles, familias diezmadas, trabajadores de salud infectados, decenas hospitales cerrados, miradas sospechosas y de pánico…

Cuerpos tirados en las calles, familias diezmadas, trabajadores de salud infectados, decenas hospitales cerrados, miradas sospechosas y de pánico…

El Ébola provoca hoy en Liberia, Sierra Leona y, en menor medida en Guinea, una situación que Médicos Sin Fronteras (MSF) normalmente encuentra en los escenarios de guerra. Hasta la fecha, más de 1.427 pacientes han muerto por el virus y los centros de tratamiento abiertos por MSF abrió están sobrepasados. Fue extremadamente tarde (¡el 8 de agosto!) que la OMS declaró una emergencia de salud pública mundial ante la epidemia … ¡a pesar de que ésta que se declaró oficialmente en el África occidental desde marzo el 2014!

La situación es aún más dramática porque los sistemas de salud de los países afectados han, literalmente, hecho implosión. Los pacientes no mueren sólo por Ébola, sino también por malaria, diarreas o por partos complicados ante la ausencia de atención médica esencial: En Liberia, en particular, los hospitales están desiertos. El miedo se extiende como un reguero de pólvora.

MSF está respondiendo a esta crisis desde marzo 2014. Hemos abierto continuamente nuevos centros de aislamiento en los países afectados, atendido a los enfermos y hemos acudido en ayuda de las comunidades afectadas. Desde hace tres meses, nuestras llamadas son cada vez más insistentes, pidiendo el compromiso concreto de otros actores para el control de la epidemia y para asegurar que los pacientes reciban la mejor atención posible.

Una respuesta internacional lenta e insuficiente
Pero la respuesta internacional sigue siendo lenta e insuficiente. Incluso se puede describir como ¡irresponsable! Hoy en día, sólo un puñado de actores internacionales se dedican a la lucha contra el Ébola. ¡Todavía estamos muy lejos del objetivo! Esta crisis es aún excepcional, el número de nuevas infecciones sigue aumentando y el riesgo de propagación a otros países es real.

Las promesas de financiación y las declaraciones políticas no son suficientes -¡deben tomarse acciones decisivas ahora! Necesitamos una mejor detección de casos, más centros de aislamiento, mayor vigilancia epidemiológica, fortalecer la capacidad de los laboratorios, mejorar el seguimiento de los contactos, y también se debe trabajar en una mejor sensibilización del personal, proveer el entrenamiento de campo necesario, y apoyar la reapertura de los servicios generales de salud: Estas actividades deben ser coordinadas, no sólo en los países afectados, sino también más allá de sus fronteras. Necesitamos un enfoque operacional muy concreto.

No podremos revertir la situación más que con la intervención de los Estados que tienen la capacidad para responder ante desastres – ya sea a través de sus mecanismos de protección civil, con el apoyo de destacamentos de medicina militar u otro personal médico y logístico preparado para hacer cumplir medidas estrictas, que permitan prevenir y controlar las infecciones.

El sucesivo cierre de las fronteras internacionales, incluyendo el tráfico aéreo, complica cada vez más nuestro trabajo. Otro estigma de la irresponsabilidad colectiva: El personal infectado no puede ser evacuado. La comunidad internacional debe garantizar que aquellos que tratan de evitar la propagación de la epidemia, puedan entrar y salir de los países afectados. Debe implementarse urgentemente un sistema de evacuación médica.

¿Cómo puede la comunidad internacional dejar la gestión operativa de una crisis de salud internacional de esta magnitud sólo en las manos de Estados que ya están debilitados? ¿Y confiar la seguridad sanitaria mundial a organizaciones médicas privadas que por su naturaleza, tienen una capacidad limitada para responder a brotes de estas dimensiones? Es irresponsable dejar la gestión exclusiva de una epidemia mortal tan devastadora a naciones desbordadas, como Sierra Leona y Liberia, con la esperanza de que las organizaciones privadas conseguirán subsanar las deficiencias en sus sistemas de salud.

MSF pide más acción y menos palabras vacías
Durante los últimos veinte años, MSF ha adquirido una amplia experiencia en la respuesta a los brotes de Ébola. Durante el mismo período, la capacidad operacional de las Naciones Unidas ha estado disminuyendo constantemente a causa de las reformas implementadas. La Unidad de Fiebres Hemorrágicas de la OMS en Ginebra, por ejemplo, fue simplemente abolida después de una reestructuración. Los Estados miembros deben rendir cuentas de esta incesante reducción de los dispositivos de respuesta. ¿Qué nos dejó esta espiral destructiva? Falta de liderazgo, de coordinación, pero sobre todo, una sorprendente falta de capacidad operativa. Esto es aún más grave porque la comunidad internacional no se siente responsable para actuar en una región que es percibida como carente de interés político o económico.

Las crisis que amenazan la seguridad sanitaria mundial exigen el compromiso de todos los Estados. Una vez conseguido este compromiso, será posible construir capacidades de respuesta en torno a instituciones, a redes ya existentes o de nueva creación para responder a la altura de lo que está en juego. Los países desarrollados carecen de visión cuando limitan su respuesta sólo a la posible llegada de un paciente infectado a su territorio. Si el objetivo es prevenir la propagación de la epidemia, debemos controlar la transmisión del virus. Y esto sólo es posible mediante la prestación de ayuda a los pacientes en el África occidental.

Hoy, MSF pide más: no más palabras vacías, pero sí más acción!

Thomas Nierle (Presidente) y Bruno Jochum (Director General) – MSF Suiza

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