El aumento de los casos de COVID-19 añade nuevos retos a la respuesta humanitaria en el noroeste de Siria

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Surge in COVID-19 cases adds new challenges to the humanitarian response in north-west Syria

En el noroeste de Siria se está produciendo un drástico aumento en el número de pacientes con COVID-19: ahora es diez veces mayor que hace un mes. Al 22 de septiembre, 640 personas habían dado positivo en las pruebas de COVID-19 en la región, casi el 30% de ellas son trabajadores de la salud. Solo el 14 de septiembre se registraron 80 nuevos casos, el total más alto en un día desde que se registró el primer caso a principios de julio. Además, las pruebas siguen siendo limitadas, lo que plantea dudas sobre la tasa real de transmisión y el verdadero número de contagios.

En el noroeste de Siria se está produciendo un drástico aumento en el número de pacientes con COVID-19: ahora es diez veces mayor que hace un mes. Al 22 de septiembre, 640 personas habían dado positivo en las pruebas de COVID-19 en la región, casi el 30% de ellas son trabajadores de la salud. Solo el 14 de septiembre se registraron 80 nuevos casos, el total más alto en un día desde que se registró el primer caso a principios de julio. Además, las pruebas siguen siendo limitadas, lo que plantea dudas sobre la tasa real de transmisión y el verdadero número de contagios.

Este aumento en el  número de personas contagiadas con COVID-19 en la región está añadiendo más desafíos a una situación ya de por sí difícil en el noroeste de Siria. Más de dos millones de personas, más de la mitad de la población, fueron desplazadas por el conflicto. La mayoría de ellas ahora viven en campos sobrepoblados con escaso acceso al agua y con un saneamiento deficiente. Las medidas de control, como el distanciamiento físico, el lavado de manos y el aislamiento, son difíciles y simplemente imposibles para la mayoría de los residentes de los campos. 

"Cada vez se registran más casos de COVID-19 entre los desplazados que viven en los campos y esto es preocupante", asevera el Dr. Ammar, responsable de actividades médicas de MSF en el noroeste de Siria. "Estamos intentando ayudar a los habitantes de los campos a protegerse del virus, pero no podemos cambiar la situación general y el hecho de que vivan en un lugar así. Tenemos que adaptarnos constantemente para ofrecer soluciones a estas personas que ya viven en condiciones increíblemente difíciles".

Desde abril de 2020, los equipos de MSF han distribuido más de 63,000 kits de higiene, incluyendo artículos como jabón y detergente, a más de 26,000 familias desplazadas en varios campos de la gobernación de Idlib y del norte de Alepo.

"Pusimos en marcha diferentes medidas para evitar la aglomeración de personas cuando vengan a recoger sus kits durante las distribuciones de estos artículos", explica Osama, un logista que supervisa una de las campañas de distribución. "Se pide a las personas que mantengan una distancia segura entre sí y que se laven y desinfecten regularmente las manos. Pedimos a cada familia que sólo envíe una persona al lugar de distribución".

Los educadores sanitarios de MSF también llevan a cabo sesiones de sensibilización sobre el virus, especialmente sobre su transmisión y cómo prevenirlo, con personas que hacen fila para recibir los kits. "Entender a la COVID-19 y saber más sobre el tema es un gran paso para evitar contagiarse", dice Osama.

 

 

Muchos centros de salud ya estaban luchando por satisfacer las necesidades médicas existentes en el noroeste de Siria antes de la pandemia de COVID-19. Para ayudarles, los equipos de MSF también están trabajando en centros de salud para tratar a pacientes con COVID-19 o que tienen otras necesidades médicas. Por ejemplo, MSF ha establecido un sistema de triaje en cada uno de los hospitales que apoyamos, co-administramos o gestionamos en la gobernación de Idlib. Esto asegura la rápida detección de casos sospechosos de COVID-19, a la vez que se mantiene la continuidad de la atención a los pacientes en las salas.

"Hace unos días, una joven vino a uno de los hospitales que co-administramos. Todavía estaba en la entrada cuando se le examinó como un posible caso de COVID-19", relata el Dr. Halim Boubaker, coordinador médico de MSF para el noroeste de Siria. "Fue remitida a otro centro de salud donde dio positivo en la prueba de COVID-19. Sin embargo, un problema importante al que nos enfrentamos actualmente es que la mayoría de los pacientes que dan positivo se aíslan en casa con sus familias en lugar de hacerlo en centros de aislamiento, lo que aumenta las posibilidades de crear nuevos grupos de contagio, que sin duda contribuyeron al reciente aumento del número de casos de COVID-19. Se han abierto varios centros de aislamiento y los pacientes que muestran síntomas de COVID-19 pueden ir allí para ser examinados y atendidos. Tener a más personas aisladas en estos centros en lugar de en la comunidad, definitivamente ayudaría a reducir la tasa de contagios".

En respuesta a la pandemia, se han establecido nueve hospitales dedicados al tratamiento de la COVID-19 (con un total de 645 camas disponibles) y 14 centros de aislamiento y tratamiento que prestan atención básica a los pacientes con síntomas leves (con 550 camas). "En este momento, muy pocas de las camas disponibles en los centros de aislamiento y hospitales están ocupadas, pero el número de casos de COVID-19 sigue aumentando. Esto hace que la situación sea particularmente preocupante", añade el Dr. Boubaker. 

Para apoyar aún más la respuesta a la COVID-19 en la región, MSF gestiona un centro de tratamiento de 30 camas para pacientes moderados y severos, que puede referir a pacientes críticos al hospital nacional de Idlib. MSF también ha construido recientemente un centro de aislamiento adicional con capacidad de 31 camas en la ciudad de Salqin, que gestionará en caso de que en el futuro sea necesario proporcionar más capacidad de aislamiento a los pacientes con síntomas leves o moderados.

"Intentamos trabajar en ambos frentes y contribuir tanto a la prevención de COVID-19 como al tratamiento de los pacientes", continúa el Dr. Boubaker. "Seguimos haciendo todo lo posible para mantener también nuestros servicios regulares en funcionamiento porque la gente todavía los necesita a pesar de la pandemia. El noroeste de Siria ya era una región inestable y estábamos acostumbrados a superar la incertidumbre y las situaciones complicadas para prestar asistencia a la gente. Pero la COVID-19 ha añadido un reto adicional a nuestro trabajo", concluye.

 

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