Infancias migrantes esperan su siguiente paso en Guatemala

Angélica tiene 11 años y viajó más de dos mil kilómetros desde Venezuela hasta Guatemala. En Esquipulas debe vender confites antes de jugar.

A través del juego el equipo de MSF enseña habilidades psicomotrices, parentales, trabajo en equipo y convivencia a las infancias migrantes.
A través del juego el equipo de MSF enseña habilidades psicomotrices, parentales, trabajo en equipo y convivencia a las infancias migrantes. Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF
  • Angélica tiene 11 años y viajó más de dos mil kilómetros desde Venezuela hasta Guatemala. Una tarde de abril elaboraba un remolino de colores en una actividad coordinada por el equipo de promoción de la salud de Médicos Sin Fronteras. Su historia es la de miles de niñas y niños que llevan las huellas de la migración desde la infancia. 

En las calles de Esquipulas, Guatemala, cerca de la histórica basílica del Santo Cristo de Esquipulas, un grupo de niños y niñas destacan entre los turistas por su acento sonoro cuando saludan y buscan clientes para sus ‘confites’, como le llaman en Venezuela a los dulces.  

 

El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. A veces hacen presentaciones con títeres hechos con calcetines, otras usan juegos de mesa, manualidades, pintura, entre otras cosas.
El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. A veces hacen presentaciones con títeres hechos con calcetines. Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF

 

El lugar es concurrido y reúne a visitantes locales y de otras partes del mundo que llegan para venerar la imagen del Cristo Negro, que data del siglo XVI. A sus cinco, 11 o 13 años, las niñas y niños se mueven en grupo y con suma confianza entre la multitud. Han viajado igual o mucho más que cualquiera de los turistas que los rodean.  

Angélica* es una niña de 11 años que una tarde de abril, luego de vender confites, tuvo una breve conversación con el equipo de promoción de la salud que realizaba una actividad lúdica con un grupo originario de Venezuela.  

Angélica viaja con su familia, pero por las tardes pasa unos minutos por la clínica de Médicos Sin Fronteras (MSF), que ha colocado una mesa y sillas bajo un toldo para realizar actividades y ofrecer un espacio de reposo para las personas migrantes. Al igual que muchos niños y niñas, Angélica habla con normalidad de todo lo que ha vivido a su corta edad.  

Después de salir de Venezuela se instalaron en Colombia y de ahí decidieron viajar hacia Estados Unidos, un evento que se convirtió en la expedición más riesgosa de sus vidas. Atravesaron la selva del Darién para llegar a Panamá. Después de pasar unos días en un campamento en el que coincidieron con miles de sobrevivientes siguieron la ruta hacia Costa Rica. De ahí fueron a Nicaragua, pasaron por Honduras hasta llegar a Esquipulas, Guatemala.  

 

Para captar fácilmente la atención de grandes y pequeños, el equipo de MSF realizan actividades de pintura. Esquipulas, Guatemala 2025.
Para captar fácilmente la atención de grandes y pequeños, el equipo de MSF realizan actividades de pintura. Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF

 

Se cuenta rápido, pero han sido miles de kilómetros a pie o en buses que las familias han podido costear. Hubo quienes siguieron el viaje hacia México para gestionar desde esa ubicación la cita con autoridades estadounidense a través de la aplicación CBP One. Tras los cambios en las disposiciones migratorias, las opciones se cerraron y después de varias semanas de espera, muchas personas decidieron hacer la ruta de regreso.  

Angélica ha caminado, ha pasado hambre y frío. Ha dormido en la calle, en una carpa, se ha enfermado, ha visto los lamentos de su mamá, papá y hermanos. Dejó de ser niña, dejó los juegos, la escuela. La última vez que asistió a clases fue hace casi un año.  

La historia de Angélica se repite en miles de niños y niñas que han tenido que atestiguar la violencia en la ruta y los actos más crueles e inhumanos que se puedan narrar.  

Angélica no sabe cuánto tiempo permanecerá en Esquipulas. Al igual que muchos de su edad, o incluso más pequeños, vende dulces para ayudar a su familia. Por lo general, las mujeres adultas se suman a esta actividad, aunque también hacen trabajos como limpieza en casas y negocios, mientras que los hombres jóvenes y adultos se emplean en la construcción o agricultura. El dinero que reúnen les permite comprar alimentos y hospedaje por día, porque muchas personas no quieren dormir en la calle.  Esos fondos también los usan para comprar los boletos de transporte a su próximo destino.  

 

El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con infancias migrantes en su paso por Esquipulas, Guatemala 2025
El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con infancias migrantes en su paso por Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF

 

Como en todo lugar turístico, hay días de mucha afluencia de personas y otros en donde las calles lucen vacías. “Me aburro y por eso vengo aquí”, cuenta Angélica, mientras elabora un remolino de colores en una actividad que organizó el equipo de Promoción de la Salud de Médicos Sin Fronteras.  

En los puntos de atención de MSF hay personal médico, enfermería, psicología y trabajo social, pero también de promoción de la salud, que realiza diferentes actividades con la población migrante. Brindan charlas sobre higiene, seguridad y cuidado personal, salud física y mental. La metodología que utilizan involucra actividades lúdicas. A veces hacen presentaciones con títeres hechos con calcetines, otras veces usan juegos de mesa, manualidades, pintura, entre otras cosas, por lo cual captan fácilmente la atención de grandes y pequeños.  

A través del juego enseñan habilidades psicomotrices, parentales, trabajo en equipo y convivencia. Otras veces, se enfocan en ofrecer información sobre la ruta. Distribuyen kits de higiene, agua potable y ayudan a identificar cuando las personas necesitan atención médica y psicológica y las guían a la clínica.  

-“Profe, profe”, le gritan unos niños de entre cinco y ocho años a Oliver Escobar, del equipo de promoción de la salud un viernes al final del día, mientras guarda con cuidado unos globos de plástico cubiertos con pegamento y papel.

-“Es una alcancía” explica Oliver, muy sonriente, mientras trata de apaciguar a esos alumnos que lo rodean y lo siguen a cada paso que da. “El lunes vamos a terminarlo, ahorita no, porque el pegamento tiene que secar”, les explica.  

 

El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con infancias migrantes en su paso por Guatemala.
El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con infancias migrantes en su paso por Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF

 

El lunes amaneció nublado. Las familias que dormían en carpas a un costado de la clínica ya no están. Las alcancías se quedaron sin terminar. El profe perdió a sus alumnos. No es inusual. Durante 2024 y años anteriores, cuando la afluencia de personas estaba a tope y la prioridad era continuar con la ruta, las personas migrantes apenas tenían unos cuantos días para participar en las actividades.  

Ahora, tampoco hay tiempo. Muchas familias que pasan por Esquipulas sólo quieren reunir dinero rápido para seguir el viaje, pero a la inversa. Patricia, una joven de 24 años, venezolana, madre de un niño de cuatro años, contó que esperaba pasar un máximo de dos semanas en Esquipulas para vender sus confites mientras su pareja trabaja en construcción.  

– “Yo ya no quiero seguir, voy de regreso a mi país porque ya el niño necesita estabilidad”, dice mientras observa a su pequeño que juguetea frente a ella. Un día con poca afluencia de clientes para sus confites, pasó por la instalación de MSF para descansar un momento.

Con la venta de los dulces espera reunir un fondo que le ayude a llegar a Honduras y desde ahí conseguir un cupo en un vuelo humanitario hacia Venezuela.  

Los puntos de atención de Médicos Sin Fronteras suelen ser un espacio seguro de concentración para muchas personas en su trayecto. Angélica, por ejemplo, no tenían ningún otro lugar al cual ir para aprender algo nuevo. Además, sabe que cuando se reúnen varias personas, “los profesores y las profesoras” con chaleco blanco realizan actividades divertidas.  

 

El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. Esquipulas, Guatemala.
El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. Esquipulas, Guatemala. © MSF

 

En la mesa de Angélica, los niños más grandes seguían las indicaciones de sus profesores y pegaban con cuidado las tiras de colores. Mientras, los más pequeños tenían crayones y hojas para pintar.   

Por un momento su mente estuvo en otro lugar. “Hacer esto me gustó, porque me ayudaron a distraerme”, dijo.  

Médicos Sin Fronteras mantuvo un punto de atención en Esquipulas, en la frontera de Guatemala y Honduras, desde octubre de 2023 hasta abril de 2025, cuando se hicieron ajustes al proyecto de migración debido a la reducción del flujo de personas en tránsito.  

Esquipulas es el segundo punto fronterizo de más relevancia en todo el país por el número de personas que lo usan como vía de ingreso y salida. Hasta abril, fue un lugar donde las personas hacían una pausa en la ruta hacia México. Recientemente, es el paso obligado para quienes van de regreso a sus países de origen.   

El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. A veces hacen presentaciones con títeres hechos con calcetines, otras usan juegos de mesa, manualidades, pintura, entre otras cosas. Esquipulas, Guatemala 2025.
El equipo de MSF realiza actividades lúdicas con las infancias migrantes. A veces hacen presentaciones con títeres hechos con calcetines, otras usan juegos de mesa, manualidades, pintura, entre otras cosas. Esquipulas, Guatemala 2025. © MSF

 

*El nombre fue cambiado para proteger la identidad de la menor de edad. 

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