La población de Sudán sufre desnutrición extrema por la crisis prolongada 

Durante meses, los equipos que tenemos en Tawila han tratado la desnutrición entre los pacientes que huyeron de El Fasher, pero las tasas de desnutrición actuales son alarmantes.

Un miembro del personal de MSF mide la circunferencia media del brazo (CMB) de Nouran Abdallah, de 2 años, quien huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia. La medición muestra desnutrición aguda moderada; será inscrita en el programa de la Clínica de Desnutrición Aguda Moderada en el campamento de desplazados de Dabaniera.
Un miembro de MSF mide la circunferencia del brazo (CMB) de Nouran Abdallah, de 2 años, quien huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia. La medición muestra desnutrición aguda moderada. © Aurélie Lécrivain/MSF

Mientras la población hambrienta sigue intentando huir de las atrocidades cometidas por las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF/FAR) en El Fasher, los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) brindamos atención urgente a quienes han llegado a la ciudad de Tawila. Allí, desde MSF constatamos niveles extremos de desnutrición aguda, en lo que constituye el ejemplo más grave de la crisis nutricional que azota a Sudán desde el inicio de la guerra. 

 

Una enfermero de MSF recorre el Centro de Alimentación Terapéutica para Pacientes Internos (CATI), una sala que trata a niños con desnutrición grave en el Hospital Rokero, en Darfur Central.
Una enfermero de MSF recorre el Centro de Alimentación Terapéutica para Pacientes Internos (CATI), una sala que trata a niños con desnutrición grave en el Hospital Rokero, en Darfur Central. © Aurélie Lécrivain/MSF

 

Durante meses, los equipos que tenemos en Tawila han tratado la desnutrición entre los pacientes que huyeron de El Fasher, pero las tasas de desnutrición actuales son alarmantes. Entre los niños y niñas menores de cinco años que llegaron a Tawila entre el 27 de octubre, cuando las FAR tomaron el control de El Fasher, y el 3 de noviembre, más del 70% presentaba desnutrición aguda, y el 35 % sufría desnutrición aguda grave. De igual manera, el 60 % de las 1,130 personas adultas examinadas por MSF presentaba desnutrición aguda, y el 37 % de ellos, desnutrición aguda grave. Los índices de desnutrición son aún mayores entre las mujeres embarazadas y lactantes.  

Los hallazgos de nuestros equipos corroboran los temores de que la hambruna ha devastado a la población de El Fasher, que estuvo asediada durante más de 500 días. Coinciden también con el informe de prevención y control de infecciones o IPC, publicado recientemente, que constató la hambruna en El Fasher y en Kadugli. 

Las personas sobrevivientes que llegaron a Tawila describieron a los equipos de Médicos Sin Fronteras cómo la vida se había vuelto insoportable en El Fasher. Las personas informaron que no habían tenido acceso a alimentos, pues los comedores comunitarios cerraron, la ayuda humanitaria fue bloqueada y los mercados fueron bombardeados y saqueados. En septiembre, 7 kg de mijo costaban 500,000 libras sudanesas –SDG– (o 208 dólares estadounidenses –USD –) y 1 kg de azúcar, 130,000 SDG (o 54 USD).  

 

Un miembro del personal de MSF mide la circunferencia braquial de Hawa Abdallah, embarazada de cuatro meses, que huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia, para comprobar su nivel de desnutrición. © Aurélie Lécrivain/MSF
Un miembro del personal de MSF mide la circunferencia braquial de Hawa Abdallah, embarazada de cuatro meses, que huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia, para comprobar su nivel de desnutrición. © Aurélie Lécrivain/MSF

 

En su desesperación, las personas no tuvieron más remedio que convertir el alimento para animales en alimento humano. “Teníamos tanta hambre que empezamos a comer ambaz (alimento para animales). Al principio era gratis, luego tuvimos que comprarlo a 20,000 SDG por cada 1,5 kg (8 USD), precio que subió a 50,000 SDG (20 USD) en junio”, declaró una mujer desplazada a Médicos Sin Fronteras en Darfur Norte.  

Quienes intentaban llevar alimentos a El Fasher fueron baleados por las Fuerzas de Respuesta Rápida. Decenas de sobrevivientes lograron llegar a Tawila, donde recibieron atención médica por parte de MSF.  

“Mi primo desapareció en junio cuando intentaba llevar alimentos por primera vez, y desde entonces no hemos tenido noticias suyas. A la salida de El Fasher, se enfrentaron a combatientes de las Fuerzas de Respuesta Rápida que iban en motocicletas y les dispararon”, relata una mujer que huyó de la ciudad en octubre. 

En Médicos Sin Fronteras tememos que muchas personas en El Fasher y sus alrededores sigan atrapadas, retenidas para pedir rescate e incapaces de escapar. Las RSF y sus aliados deben detener las atrocidades masivas y proporcionar un paso seguro para que las personas sobrevivientes puedan huir. 

Las dificultades de la población no terminan al llegar a Tawila. Desde principios de año, la mitad de las 6,500 mujeres embarazadas atendidas por MSF y que recibieron cuidados prenatales presentaban desnutrición aguda, el 15% desnutrición grave y el 35% desnutrición moderada. Esto supone un grave riesgo para sus bebés, que podrían nacer con bajo peso o desnutrición. 

 

Atención a una niña de un año con desnutrición en el hospital de Tawila. 14 de octubre de 2025.
Atención a una niña de un año con desnutrición en el hospital de Tawila. 14 de octubre de 2025. © Aurélie Lécrivain/MSF

 

Más allá de El Fasher, los equipos que MSF tenemos en todo Sudán han observado un deterioro generalizado del estado nutricional infantil en los últimos meses. La crisis se ve agravada por diversos factores interrelacionados, como la escasez de alimentos, las enfermedades, la inseguridad, la falta de medios de subsistencia y las precarias condiciones de vida.   

“En todo Sudán se puede hacer mucho más para reducir el sufrimiento causado por la desnutrición. Hacemos un llamado a todas las partes en conflicto para que permitan a las organizaciones humanitarias un acceso seguro y sin trabas para ampliar sus servicios y así contribuir a mitigar esta crisis”, afirma Myriam Laaroussi, coordinadora de emergencias de MSF. 

El desplazamiento, tanto de personas dentro de Sudán como procedentes de otros países, también contribuye significativamente a la desnutrición. En el estado del Nilo Azul, al este de Sudán, la llegada de sudaneses retornados de Sudán del Sur desde junio ha llevado al límite los ya precarios recursos. Miles de familias viven en campos improvisados con escaso acceso a agua potable, alimentos o servicios de higiene, lo que ha provocado un brote continuo de cólera y un aumento de las muertes infantiles prevenibles. Entre julio y septiembre, Médicos Sin Fronteras atendimos a 1,950 niñas y niños con desnutrición grave en el hospital universitario de Damazin; 100 fallecieron, muchos de ellos a causa de una combinación de cólera y desnutrición aguda. 

Incluso cuando las personas logran regresar a sus hogares tras el desplazamiento, a menudo se enfrentan a importantes dificultades para encontrar o costear alimentos o acceder a servicios como la atención médica.  

Un miembro del personal de MSF mide la circunferencia media del brazo (CMB) de Nouran Abdallah, de 2 años, quien huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia. La medición muestra desnutrición aguda moderada; será inscrita en el programa de la Clínica de Desnutrición Aguda Moderada en el campamento de desplazados de Dabaniera.
Un miembro de MSF mide la circunferencia del brazo (CMB) de Nouran Abdallah, de 2 años, quien huyó de El Fasher el 11 de octubre con su familia. La medición muestra desnutrición aguda moderada. © Aurélie Lécrivain/MSF

 

En el estado de Jartum, la desnutrición se ha agravado desde junio, ya que más de 700,000 personas han regresado a barrios devastados por la guerra con acceso limitado al agua y a la atención médica. El hospital Al Buluk en Omdurman, estado de Jartum, admitió a 351 pacientes con desnutrición en septiembre, mientras que el hospital Al Banjadeed en la ciudad de Jartum detectó desnutrición en el 46% de las niñas y niños examinados durante las consultas. La respuesta humanitaria en Jartum aún está muy por debajo de las necesidades, con escasa presencia de organizaciones y grandes deficiencias tanto en la ayuda de emergencia como en los esfuerzos de recuperación a largo plazo.   

Además, es probable que la verdadera magnitud de la crisis sea mucho peor de lo que se reporta. Si las partes en conflicto no garantizan un acceso seguro y sin trabas a las personas en riesgo, y sin un aumento de la financiación y el apoyo humanitario de las organizaciones internacionales, más niñas y niños serán vulnerables a la prolongada crisis de desnutrición en Sudán.  

 

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