La rápida respuesta de salud mental para migrantes y solicitantes de asilo que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México

Para muchas personas que viajan a través de las Américas en busca de seguridad, cruzar la frontera sur de Estados Unidos marca el final de un viaje peligroso e incierto, y el comienzo de otro que trae sus propios desafíos

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Migrantes y solicitantes de asilo de Bangladesh y Nepal esperan a que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos los recoja en la carretera sin pavimentar junto al muro fronterizo entre Estados Unidos y México en Sasabe, Arizona.
Migrantes y solicitantes de asilo de Bangladesh y Nepal esperan a que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos los recoja en la carretera sin pavimentar junto al muro fronterizo entre Estados Unidos y México en Sasabe, Arizona. © Maria Elena Romero/MSF

Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Arizona trabajan con las organizaciones locales de voluntarios, brindando atención de salud mental e información a los migrantes que cruzan la frontera con Estados Unidos. 

Para muchas personas que viajan a través de las Américas en busca de seguridad, cruzar la frontera sur hacia los Estados Unidos marca el final de un viaje peligroso e incierto, pero el comienzo de otro que trae sus propios desafíos. En agosto, Médicos Sin Fronteras (MSF) reanudó la colaboración con organizaciones humanitarias locales en Arizona que ayudan a las personas que cruzan la frontera sur de Estados Unidos desde México, entregando artículos esenciales como productos de higiene, alimentos, agua y primeros auxilios psicológicos. Muchas personas migrantes describen una avalancha de emociones y alivio por haber llegado. Pero también tristeza y rabia por las dificultades que han experimentado y nostalgia por lo que y a quién dejaron atrás. 

A continuación, Athena Viscusi, trabajadora social clínica de la unidad de atención psicosocial de MSF en Arizona, nos cuenta sobre el trabajo que realiza con las personas que cruzan la frontera, sus necesidades y sus experiencias antes de llegar a Estados Unidos. 

 

Un voluntario de Samaritans habla con un grupo de menores no acompañados que cruzaron la frontera hacia Estados Unidos.
Un voluntario de Samaritans habla con un grupo de menores no acompañados que cruzaron la frontera hacia Estados Unidos. © Maria Elena Romero/MSF

 

¿Cuáles son algunas de las necesidades que tienen las personas solicitantes de asilo justo después de cruzar la frontera? 

Hablamos de estrés postraumático en personas en movimiento. Pero para aquellas que recién están cruzando la frontera no es postraumático. Todavía están en una especie de reacción traumática, que es un estado físico y mental hiperalerta y están listas para correr en cualquier momento. Esto surge como consecuencia de lo que han pasado. 

En este punto, es importante restaurar esa sensación de control y seguridad. Han sido completamente maltratadas y han estado a merced de otras personas. Algunas han sido brutalizados en repetidas ocasiones. Y si no son ellas mismas, han sido testigos de cómo otras personas han sido violentadas. Algunas han estado bajo amenaza constante de violencia durante días, semanas o meses. 

También está el agotamiento físico. Han estado durmiendo a la intemperie o no han dormido en absoluto, han viajado por el suelo de un coche o simplemente han caminado por millas. Realmente tienen necesidades físicas tan abrumadoras que deben satisfacerse: comida, agua y descanso. 

 

La coordinadora del proyecto, Belén Ramírez, y un chico de 17 años de Bangladesh observan un helicóptero que sobrevuela el campamento de End of the Wall.
La coordinadora del proyecto, Belén Ramírez, y un chico de 17 años de Bangladesh observan un helicóptero que sobrevuela el campamento de End of the Wall. © Maria Elena Romero/MSF

 

¿Cómo pueden las organizaciones ayudarles? 

La intervención psicosocial más relevante para la mayoría de las personas que llegan son los primeros auxilios psicológicos, que incluyen satisfacer sus necesidades físicas inmediatas de alimentación y descanso, escucharlas y conectarlas con la información necesaria. La presencia de un profesional de la salud mental capacitado permite intervenciones más específicas y ayuda a las personas en peligro a obtener alivio y desarrollar habilidades. 

Algunos proceden de circunstancias extremadamente desfavorecidas, tienen poca educación o posesiones, o pertenecen a minorías étnicas en sus países de origen y pueden no hablar el idioma oficial. A menudo, sus núcleos familiares se han visto interrumpidos y es posible que hayan perdido compañeros de viaje en el camino. 

La duración de la estancia en los campamentos improvisados gestionados por voluntarios, el tamaño del grupo, los idiomas que se hablan y la gravedad de las necesidades afectan a la cantidad y calidad de los servicios psicosociales que se pueden brindar. 

 

¿Qué artículos materiales proporcionan la mayor e inmediata comodidad a los que llegan? 

A menudo, no hay conexión de telefonía celular a lo largo del muro fronterizo y en muchos tramos del desierto, por lo que la provisión de internet es una intervención psicosocial clave ya que permite a las personas migrantes ponerse en contacto con sus familias. 

Para los voluntarios que están ayudando a los migrantes y solicitantes de asilo en el lado estadounidense, una conexión a Internet facilita el acceso a sitios web y llamadas telefónicas para obtener información que los tranquilice y oriente. Por ejemplo, cómo localizar a alguien detenido, dónde encontrar servicios médicos en la ciudad de destino, materiales educativos en varios idiomas y, por supuesto, aplicaciones de traducción. 

Proporcionar actividades recreativas sencillas para los niños, como burbujas, globos y juguetes pequeños, también es un enfoque psicosocial útil. Los profesionales de la salud mental capacitados también pueden abordar las preocupaciones de los padres sobre sus hijos. Además de proporcionar información sobre el proceso de inmigración que se avecina. 

 

Migrantes y solicitantes de asilo de Bangladesh y Nepal esperan a que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos los recoja en la carretera sin pavimentar junto al muro fronterizo entre Estados Unidos y México en Sasabe, Arizona.
Migrantes y solicitantes de asilo de Bangladesh y Nepal esperan a que la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos los recoja. Sasabe, Arizona 2024. © Maria Elena Romero/MSF

 

¿Cuáles son algunas de las historias que escuchaste de migrantes y solicitantes de asilo y cómo les ayudaste? 

Hablamos con una mujer china a la que se le había implantado a la fuerza un dispositivo intrauterino (DIU) debido a la “política de un solo hijo” de China, a las creencias religiosas y a la discriminación. Lloraba histéricamente y su pareja pidió específicamente ayuda psicológica para ella. 

Una mujer hondureña que huía de la violencia doméstica con su hijo de seis años tenía cicatrices visibles de lo que parecían cortes de machete. La ayudamos a calmarse, a entender el proceso de asilo y a volver a centrarse en las necesidades de su hijo. 

Un menor no acompañado de Guinea Equatorial fue separado del grupo de adultos no emparentados con los que había viajado. Recibió una explicación del sistema para menores no acompañados y estaba preparado psicológicamente para lo que se avecinaba. Le habían robado todas sus pertenencias en México y no tenía familiares ni amigos con quienes contactar en Estados Unidos. 

Un joven sudanés resultó herido durante el bombardeo de su casa en las afueras de Jartum, durante el cual sus dos hermanos murieron frente a sus ojos. Todavía llevaba metralla incrustada en la clavícula. Estaba sensible y habló de tener constantemente la imagen de sus hermanos muertos en su cabeza. Esta historia tuvo un final esperanzador: uno de los voluntarios pudo conectarlo con un pariente que es cirujano en Phoenix, quien accedió a operarlo gratuitamente. 

 

La coordinadora del proyecto, Belén Ramírez, habla con voluntarios del campamento Samaritans at the End of the Wall.
La coordinadora del proyecto, Belén Ramírez, habla con voluntarios del campamento Samaritans at the End of the Wall. © Maria Elena Romero/MSF

 

¿Qué problemas de salud mental experimentan los voluntarios en la frontera? 

El agotamiento es un factor importante para los voluntarios que realizan este trabajo duro y, a veces, poco gratificante. Los voluntarios son testigos de tremendos sufrimientos e injusticias. Recorren largas distancias por carreteras terribles para brindar asistencia en zonas muy remotas. Trabajan largas horas bajo el sol ardiente sin sombra y pasan largos periodos sin ningún medio de comunicación. Reciben llamadas sobre personas migrantes perdidas en el desierto. Encuentran heridos y cadáveres, mientras carecen de recursos como automóviles confiables o fondos para alimentos y otros suministros para satisfacer las necesidades de los migrantes. Algunos han estado haciendo este trabajo desde la década de 1980. 

El factor más importante que contribuye a la resiliencia de los voluntarios es el apoyo social que proviene de una comunidad de personas con ideas afines. Algunos son miembros de comunidades religiosas e incluso son miembros del clero. Mantener los lazos sociales es una intervención psicológica importante tanto para los voluntarios como para las personas migrantes. 

 

*Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de las personas. 

 

 A comienzos de año un pequeño equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) trabajó junto con Humane Borders, Samaritans, No More Deaths y otros grupos locales sin fines de lucro para evaluar las necesidades médicas en la región y sugerir formas de desarrollar la capacidad para aumentar los servicios y las colaboraciones. En agosto reanudamos nuestro trabajo para apoyar a personas migrantes y solicitantes de asilo que cruzan la frontera entre Estados Unidos y México, cerca del desierto de Sonora. En septiembre se completará la primera fase de las actividades. MSF estudiará la posibilidad de brindar apoyo adicional en función de las necesidades que puedan surgir por el aumento del número de personas que cruzan la frontera.

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