Más de 180,000 niños reciben el nuevo tratamiento para prevenir la Malaria en Níger

Durante las semanas previas al comienzo de la temporada de lluvias, y mientras se preparaban para hacer frente a la más que posible llegada de la crisis alimentaria, varios equipos de Médicos Sin Fronteras han estado distribuyendo en diversas regiones de Níger cientos de miles de tratamientos para prevenir la malaria.

Durante las semanas previas al comienzo de la temporada de lluvias, y mientras se preparaban para hacer frente a la más que posible llegada de la crisis alimentaria, varios equipos de Médicos Sin Fronteras han estado distribuyendo en diversas regiones de Níger cientos de miles de tratamientos para prevenir la malaria.

Con la llegada de la temporada de lluvias, año tras año los mosquitos comienzan a reproducirse en el agua estancada, lo cual aumenta exponencialmente el riesgo de contraer la malaria. Por ello, con el fin de evitar que miles de personas lleguen a padecer la enfermedad, los equipos de MSF acaban de completar una primera ronda de quimioprevención de la malaria estacional (SMC, por sus siglas en inglés), un nuevo método preventivo que está reconocido y recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde el año pasado.

Es la primera vez que la SMC se utiliza en Níger. El tratamiento, introducido en el país por equipos de MSF que trabajan junto a los profesionales del Ministerio de Salud, está dirigido a niños de entre tres meses y cinco años, que reciben tres dosis al mes durante los cuatro meses de la estación lluviosa. Hasta el momento, más de 184,000 niños de unas 1,000 aldeas de los distritos de Magaria, Guidan Sori, Moulé, Tafo, Sabon Guida, Bouza y Madaoua han recibido las dosis iniciales. Los más de 1,850 agentes comunitarios que trabajan con los equipos internacionales de MSF visitan las aldeas de la zona, sensibilizan acerca de la importancia de protegerse de la enfermedad, distribuyen el medicamento y alientan a los padres para que se aseguren de que los niños reciban las 12 dosis necesarias.

Como ya es sabido, más de 600,000 personas mueren cada año de malaria. Sin embargo, las estimaciones más recientes de la OMS indican que en la última década el número de casos ha disminuido en un 25 por ciento, lo cual viene a decir que se han logrado evitar más de un millón de muertes, la gran mayoría entre los menores de cinco años en África subsahariana.

La mejora del acceso a las pruebas de diagnóstico rápido, así como las terapias combinadas basadas en artemisinina (ACT) han revolucionado durante los últimos años el tratamiento de la malaria en los países en desarrollo. La SMC supone un nuevo motivo de esperanza en la lucha contra esta enfermedad, pues a través de este nuevo enfoque basado en la prevención, ya se ha demostrado que el número de casos de malaria se puede llegar a reducir hasta en un 80%.

Resultados alentadores que no deberían hacer que bajemos la guardia

En 2012, MSF puso en marcha en Malí y Chad un programa piloto de similares características al de Níger. Más de 200,000 niños sanos recibieron la SMC con unos resultados que no podrían haber sido más alentadores: en Malí se observó un descenso del 65% en el número de casos de malaria simple en las semanas siguientes a la distribución del tratamiento. Además, el número de hospitalizaciones asociadas a la enfermedad cayó de un promedio de 247 por semana a solo 84. En el sur de Chad, los resultados fueron igualmente buenos; en dos zonas sanitarias del distrito de Moissala la disminución en el número de casos de malaria simple fue de entre el 72 y el 86 %, en comparación con los casos registrados las semanas anteriores a la primera distribución de SMC

“A pesar de estos resultados alentadores, no hay que caer en la tentación de pensar que ya está todo hecho”, advierte Anja Wolz, coordinadora médico de MSF en Níger. “La SMC nos permite reducir la tasa de mortalidad y el número de casos de malaria en los países donde hay un acceso limitado a la atención. Sin embargo, la principal prioridad es seguir aumentando el suministro de mosquiteras e insecticidas, así como el diagnóstico y el tratamiento de los casos de malaria. Además, la SMC sólo es relevante en las regiones donde la malaria es estacional, en lugar de endémica, ya que la distribución del tratamiento durante todo el año sería una tarea casi imposible”.

Malaria y desnutrición, una combinación fatal

“Esperamos que la SMC juegue a partir de ahora un papel importante para la prevención de la malaria en Níger”, explica Wolz. “Para los niños menores de cinco años resultaría vital, ya que en esta época del año tienen que hacer frente no sólo a la malaria, sino también a las crisis alimentarias. Y ya sabemos que la malaria combinada con la desnutrición es una combinación que suele resultar fatal”.

Durante el período de transición marcado por la temporada de lluvias es cuando las reservas de alimentos comienzan a agotarse. Los precios de los productos en los mercados comienzan a alcanzar su pico anual y, a la espera de que el tiempo se estabilice, la siguiente cosecha ni siquiera se ha plantado todavía. La desnutrición y la malaria son los dos enfermedades que más afectan a los niños durante estos meses. “Es como un círculo vicioso: sin acceso a alimentos ricos en micronutrientes, muchos niños sufren de desnutrición. Los niños desnutridos tienen menos inmunidad a las enfermedades en general, y por lo tanto son más susceptibles a contraer una malaria con complicaciones. La malaria por su parte debilita el metabolismo y conduce a la pérdida de apetito en los niños pequeños, así que si no es por un lado, al final es por el otro, pero lo que está claro es que ambas enfermedades tienen muchas posibilidades de acabar asociándose”, continúa Wolf.

Paralelamente a la campaña de SMC, MSF ha hecho el seguimiento nutricional de unos 128,000 niños de edades comprendidas entre los 6 meses y los 5 años y ha tratado a todos aquellos que sufrían desnutrición severa. Los equipos de la organización se mantienen por el momento en estado de alerta y siguen preparados para responder a las necesidades médicas de este período tan crítico.

Alto índice de desnutrición en algunas regiones de Níger

Este año, los niños menores de cinco años han sufrido niveles excepcionalmente altos de desnutrición en algunas regiones de Níger, sobre todo en la región de Maradi. En Madarounfa, MSF ha atendido casi el doble de niños desnutridos en 2013 que en el mismo periodo de 2012 (5,455 frente a 3,985).

El doctor Chantal Gamba, coordinador general de MSF en Níger, dice que muchos de estos niños sufren marasmo (una forma grave de desnutrición caracterizada por la extrema delgadez que presentan aquellos que la padecen), así como malaria o deshidratación severa. “En el último año nos hemos visto obligados a aumentar nuestro número de actividades y de proyectos y no nos ha quedado más remedio que adaptar nuestra forma de trabajar a esta nueva situación: hemos adecuado más espacio hospitalario para poder admitir a más niños y hemos aumentado los recursos humanos y materiales para poder garantizarles un cuidado adecuado”.

Las cifras que han hecho públicas las autoridades de Níger indican que Maradi es la única región del país afectada por focos de desnutrición. Y según las cifras que maneja MSF, efectivamente el estado nutricional de los menores de cinco años ha mejorado ligeramente en este 2013, ya que la desnutrición aguda representa un 13,3% de la población a nivel nacional, mientras que la desnutrición aguda severa “sólo” llega en esta ocasión hasta el 2,6%. Si extrapolamos estas cifras al número total de personas, esto significa que 376,000 niños de Sudán del Sur sufren de desnutrición. De todos ellos, 77,000 en la forma más severa de esta enfermedad.

El trabajo de MSF en Níger está dirigido principalmente a mejorar la salud de los niños menores de cinco años y de las mujeres embarazadas, centrándose particularmente en la prevención y tratamiento precoz de la desnutrición. En 38 centros de salud de las regiones de Zinder, Maradi y Tahoua, los equipos de MSF llevan a cabo programas de distribución de alimentos terapéuticos para sus pacientes ambulatorios. Los niños que necesitan atención hospitalaria son ingresados en los centros nutricionales intensivos de Zinder, Magaria, Madarounfa, Guidan Roumdji, Madoua y Bouza. MSF trabaja en Níger desde 1985 y desde hace algo más de un año ha estado proporcionando atención primaria y hospitalaria en Abala, una localidad de Tillabéri, la región que acoge a la mayor parte de los refugiados de Mali.

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