“Mientras mi hijo duerme, yo vigilo”

Migrants in the City of Coatzacoalcos- Kimberly

Kimberly es de Copán Ruinas, Honduras. Esta es su historia, que compartió con los equipos de MSF que le brindaron atención en Coatzacoalcos, México.

Kimberly es de Copán Ruinas, Honduras. Esta es su historia, que compartió con los equipos de MSF que le brindaron atención en Coatzacoalcos, México.

"Tengo 29 años, trabajaba en el campo. Tengo tres hijos de 15, 11 y 8 años. Viajo con mi hijo de 11 años, un hermano de la iglesia y su bebé. Los otros niños se quedaron con mi mamá en Honduras.

Con los huracanes en Honduras, perdí mi casa, perdí todo. Me quedé en la calle. Mi meta es llegar a Nueva York, donde está mi hermano. Hace 20 días que entré a México. Hemos dormido en el monte, en la calle, aguantado hambre y sueño porque vamos sin dinero. Sólo encontramos albergue en Salto de Agua, ahí estuvimos dos noches y de ahí sólo ha sido caminar y dormir donde nos agarre la noche. 

El albergue aquí, (Casa del Migrante Diócesis de Coatzacoalcos) está cerrado. Nos han brindado comida y café, pero ya dormir dentro, no. Ayer les supliqué que dejaran bañarme con mi hijo porque la verdad tenía ya dos días que no lo hacíamos y sólo me dejaron entrar a que me bañara con los dos niños, el de mi hermano y el mío y ya después me pidieron que saliera del lugar.

Comemos de la buena voluntad de las personas. En Guatemala, nos sacaron el poquito dinero que traíamos. En todos los retenes pedían 150 o 200 quetzales y amenazaban con deportarnos porque me pedían autorización y pasaporte. Ninguna de las dos cosas traigo. 

 

 

Tengo miedo de quedarnos en la calle porque puede pasarnos cualquier cosa. Tengo miedo de que me arrebaten a mi hijo de las manos. No he podido dormir, no se duerme porque mientras mi hijo duerme, yo vigilo.

También tengo miedo de que me deporten a mi país. Está muy dura la situación. Si yo tuviera un trabajo allá, yo no me arriesgaba, ni a mi hijo, ni tampoco habría dejado a mis otros hijos allá. 

Vamos pidiendo agua, llenamos las botellas y algunos compañeros nos dan dinero para que compremos. Siempre usamos el cubrebocas, el gel y trato de mantener la distancia con las personas. 

Mi hijo está muy tenso y me dice “mamá, ¿por qué no avanzamos?”, pero tengo que esperar hasta que salga el tren. Ahora salió uno, pero yo no me quise subir porque había mucha gente y prefiero esperar otros diez trenes más pero que mi hijo vaya seguro.

Me siento triste por andar arriesgando a mi hijo en este camino, por no poderle dar las comodidades que otros niños tienen. Lo que más me preocupa es su seguridad y no tener dinero para darle comida. Es lo que más me duele. Ha deteriorado un poco su salud porque a veces me regalan comida, le digo “amor, cómete todo” y él me dice, “si tú no comes, yo no como” y luego le digo “no tengo hambre”, aunque sí tenga, eso le digo para que él coma, pero si yo no como, él dice que él tampoco tiene hambre.

Yo en mi futuro digo que si Dios me da la oportunidad de llegar allá, sí va a cambiar porque mi sueño es volver a construirle su casa a mis hijos y prepararlos con estudios, tanto para él como a los que dejé en Honduras. Tener un buen empleo, no importa de lo que sea y ayudar a mi familia. Llegar allá y que mi hijo tenga donde dormir y poder descansar en un lugar seguro".

 
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