¿Qué se necesita para silenciar las armas en Sudán?

Tras 16 meses de guerra en Sudán, el acceso humanitario continúa restringido, sin garantías de seguridad para el personal humanitario, o a veces, sin acceso alguno.

Personas desplazadas por la guerra en Sudán buscan refugio en Chad.
Puesto fronterizo de Adré entre el Chad y Sudán. © Corentin Fohlen/Divergence

Stephen Cornish, Director Ejecutivo del centro operacional de Médicos Sin Fronteras en Ginebra, escribe esta carta abierta para explicarnos la situación que la población en Sudán vive actualmente tras 16 meses de una guerra terrible.

 

Stephen Cornish, Director en su visita a Chad.
Stephen Cornish, director general de MSF, en el hospital gestionado por MSF en el campo de personas refugiadas de Adré, Chad. © Johnny Vianney Bissakonou/MSF

 

El año pasado, por estas fechas, me encontré con el testimonio de un niño que había huido de Jartum con su familia en los primeros días de la guerra, buscando refugio en el este de Sudán. A pesar de los horrores que lo rodeaban, su mayor preocupación era que el sonido de los disparos y los ataques aéreos significara que pasaría hambre. Para este niño, la guerra significaba perder las certezas cotidianas, como el acceso a la comida.

Hoy, mientras leía las noticias sobre Sudán, pensé en las negociaciones de alto al fuego que se realizan en Ginebra, a pocos kilómetros de donde escribí este artículo. Estas conversaciones de paz lideradas por Estados Unidos, copatrocinadas por Arabia Saudita y Suiza, tenían como objetivo llevar a las partes beligerantes de Sudán a la mesa de negociaciones. Fue un paso crucial en el largo y difícil proceso de construir una base para la paz en este país desgarrado por la guerra. Pero es sólo eso: un paso.

Aunque el diálogo político es esencial, hará falta mucho más que silenciar las armas para restaurar la dignidad, el bienestar y la atención médica a millones de personas.

El camino hacia la paz requiere un compromiso colectivo y a largo plazo de ambas partes en conflicto. Se deben respetar los centros médicos y se debe permitir que la asistencia humanitaria llegue a todas las personas que la necesitan.

 

Personas desplazadas que huyen del conflicto en Sudán
Alrededor de una quinta parte de la población de Sudán, ha sido desplazada. © Dan Kitwood/Getty Images

 

La crisis de Sudán es multifacética. Diez millones de personas, alrededor de una quinta parte de la población, han sido desplazadas. Esto la convierte en la mayor crisis de desplazamiento en todo el mundo. La desnutrición generalizada afecta a varias regiones, e incluso Jartum, que está en la primera línea desde abril de 2023, está amenazada.

La desnutrición ha alcanzado niveles catastróficos. Desde Médicos Sin Fronteras (MSF) tratamos a más de 20,000 niños y niñas con desnutrición entre enero y junio de 2024. El sistema de salud se ha derrumbado, y entre el 70 y el 80% de las instalaciones ya no funcionan, dejando a innumerables personas sin atención.

Tras 16 meses de guerra, ambas partes en conflicto siguen obstaculizando el acceso humanitario, impidiendo sistemáticamente que la ayuda llegue a las zonas controladas por sus oponentes. El acceso suele estar restringido, sin garantías de seguridad para las y los trabajadores humanitarios, o a veces, sin acceso alguno.

 

Niños y niñas se reúnen al comienzo de una jornada escolar en la escuela primaria de Alkasim. La escuela destruida en El Geneina, Darfur Occidental, Sudán.
Niños y niñas reunidos fuera de la escuela primaria de Alkasim, una escuela destruida en El Geneina, Sudán. © Diana Zeyneb Alhindawi

 

Estas condiciones nos han obligado suspender algunas actividades, pero nuestros equipos siguen trabajando en 8 de los 18 estados de Sudán. Somos una de las pocas organizaciones de ayuda internacional que siguen trabajando en zonas controladas por ambos bandos del conflicto. Pero nuestra capacidad está al límite y las necesidades son inmensas.

Dos millones de personas han huido a países vecinos como Chad. Cuando visité el campo de tránsito de Adré en el este de Chad en diciembre, la mayoría de las personas refugiadas sudanesas que conocí se habían marchado. Esto debido a los altos niveles de violencia y porque había poco para comer. La guerra impide a los agricultores plantar y cosechar. Dejando los mercados vacíos o con precios demasiado altos que evitan que muchas personas puedan permitirse los alimentos.

Para evitar un mayor deterioro, es necesario garantizar el acceso seguro y sin restricciones a una operación humanitaria a gran escala, independientemente de cualquier alto al fuego.

Hay que poner fin a la práctica de restringir o priorizar la ayuda en función del control territorial. Además de centrarse en garantizar el acceso, la seguridad y la protección de los civiles y las misiones humanitarias.

La asistencia transfronteriza es vital, sobre todo porque la temporada de lluvias hace intransitables las rutas de suministro habituales. La producción local de alimentos y los mercados de importación tradicionales se han visto gravemente afectados, y se necesitará mucho tiempo e inversión para recuperarlos. Tiempo que la población sudanesa no puede permitirse.

 

Un taxi rickshaw rodea un tanque destruido de las Fuerzas Armadas sudanesas.
Un taxi rickshaw rodea un tanque destruido de las Fuerzas Armadas sudanesas. Vestigio de los violentos enfrentamientos en El Geneina en 2023. Darfur Occidental, Sudán. Febrero 2024. © Diana Zeyneb Alhindawi

 

Las esperanzas de paz están actualmente desvanecidas. Será necesario un compromiso coordinado y a largo plazo de la comunidad internacional para restablecerlas y financiarlas adecuadamente. Incluso cuando concluyan las conversaciones de paz, la crisis humanitaria en Sudán continuará.

El camino hacia la recuperación en Sudán requerirá algo más que respuestas de emergencia. El país necesita socios de largo plazo (organizaciones humanitarias, agencias de desarrollo y fondos de reconstrucción) comprometidos a ayudar a reconstruir las vidas del pueblo sudanés.

Las conversaciones de paz de Ginebra son esenciales para crear un entorno propicio para el progreso político. Pero la diplomacia por sí sola no será suficiente para abordar la urgente crisis humanitaria y las crecientes necesidades de una población desgarrada por la guerra civil durante más de un año.

El proceso de paz debe ir acompañado de acciones concretas sobre el terreno. De acciones que garanticen la protección de la población civil y el acceso a alimentos, atención médica y servicios básicos para toda la población sudanesa.

El verdadero trabajo está por delante. Sólo entonces podremos tener la esperanza de ver un Sudán en el que las armas callen. Y donde su gente pueda vivir con dignidad, seguridad y esperanza en el futuro.

Hablemos de Sudán
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