“Quiero sensibilizar a las futuras mamás para que acudan a recibir atención” 

Mujeres en primera línea: desafiar las consecuencias de los conflictos para cuidarse las unas a las otras
Khadija ha instalado una cama sencilla pero ordenada y un área de consulta en su refugio de ramitas y ramas tejidas donde vive con sus hijos. © Diana Zeyneb Alhindawi

Khadija Yahia Adam* es una partera experimentada y una de los más de 600,000 personas refugiadas sudanesas que intentan sobrevivir en Chad. Al no poder trabajar formalmente, recibió capacitación como voluntaria, apoyando la muy necesaria atención prenatal y posnatal y derivaciones para atención de parto seguro con Médicos Sin Fronteras (MSF) en Adré. 

Casi un año después de que estallara la guerra en Sudán, la gente sigue cruzando el oeste hacia Chad para buscar refugio en campos de tránsito como el de Adré, donde sobrevivir es una lucha diaria debido a la insuficiencia de alimentos, agua, cobijo e higiene. Muchos han huido de Darfur Occidental y de su capital, El Geneina, donde los ataques han sido especialmente brutales. Entre las personas refugiadas hay mujeres embarazadas y parteras, como Khadija.  

“Las personas vienen a mí porque saben que trabajé antes en centros [de salud]”, dice Khadija. “Vienen a mí muy a menudo, pidiendo la atención que solía estar disponible para las mujeres de Sudán. Les digo: “No hay problema” y les examino. Desde que llegué aquí… envié más de 10 al hospital. Ya sean mayores o jóvenes, las envío al hospital para que tengan un parto seguro, eso es lo importante”. 

La carrera de partera de Khadija comenzó después de que terminó su formación en Sudán en 2007. “Trabajé durante 17 años en el hospital y también con muchas organizaciones”, afirma Khadija. Muchas de ellas eran organizaciones no gubernamentales internacionales como Médicos Sin Fronteras (MSF). “Me instalé con mis hijos y trabajé, pero luego vino la guerra”. 

“Algunas personas se fueron y no sabemos si están vivas o muertas. Nadie de mi familia [extensa] está conmigo. Estoy con mis antiguos vecinos. El padre de mis hijos nos dejó hace mucho tiempo. Soy la única que cuida de mis hijos [y] durante ocho años he estado trabajando y manteniéndoles”. 

Mujeres en primera línea: desafiar las consecuencias de los conflictos para cuidarse las unas a las otras
Khadija ha instalado una cama sencilla pero ordenada y un área de consulta en su refugio de ramitas y ramas tejidas donde vive con sus hijos. © Diana Zeyneb Alhindawi

 

Según Khadija, muchas otras mujeres también enfrentan al reto de cuidar de sus familias en el caótico campo de escasos de recursos. “Algunas familias perdieron a sus hombres y cuidan de sus hijos e hijas, otras tienen a sus hombres con ellas [pero] se fueron a trabajar aquí y allá”. Viven hacinadas en refugios improvisados o expuestos a los elementos al aire libre, soportando hambre y sed. 

Para las mujeres embarazadas que a menudo no han tenido acceso a la atención médica durante meses, las condiciones ponen en peligro su vida y la de sus bebés. 

El conflicto, la pobreza y las limitadas instalaciones de salud están relacionados con las altas tasas de mortalidad materna e infantil en Chad y Sudán. Pero la renuencia a buscar atención formal, por cualquier motivo, también contribuye a las muertes y las complicaciones. La mayoría de las mujeres refugiadas en el este de Chad prefieren dar a luz en casa, asistidas por parteras de la comunidad. Sin embargo, en un campo como Adré, las parteras normalmente carecen de las herramientas y condiciones higiénicas necesarias, lo que agrava los riesgos para las madres y sus bebés. 

MSF abrió una clínica de salud en julio de 2023, que desde entonces ha crecido para brindar atención a la violencia sexual y atención prenatal y posnatal. Así como una vía de derivación para atención de parto seguro en las maternidades de Adré.
El equipo de MSF también buscó parteras con experiencia dentro de la comunidad desplazada, como Khadija, que no pueden unirse al personal sanitario formal pero que son consultadas con frecuencia por mujeres embarazadas. Las parteras recibieron capacitación en atención prenatal y posnatal y ahora derivan a las mujeres a las instalaciones de MSF en Adré, además de animarlas a buscar atención médica y evitar el riesgo de quedarse en casa. 

Khadija ha instalado una cama sencilla pero ordenada y una zona de consulta en su refugio de ramas tejidas. Un trozo de tela de colores en la entrada abierta mantiene la consulta privada. Examina metódicamente el estado de salud de la mujer y de su bebé, comprobando factores de riesgo y señales de peligro. 

“Si una mujer embarazada tiene anemia, le aconsejaré que coma de forma saludable”, explica Khadija. “Aunque no haya casi nada para comer, puede comer verduras, garbanzos con aceite y azúcar, lentejas. Este consejo es para mantener seguros a la madre y al bebé. Quiero sensibilizar a las futuras mamás para que acudan a recibir atención. Sin la sensibilización, no vendrán”. 

“Cuando una madre embarazada nos consulta [para recibir atención prenatal], su parto será fácil. Después de dar a luz, llevamos al recién nacido a los 40 días para que reciba la vacuna. O puede hacerlo el papá”. 

Las vidas de Khadija, sus hijos y sus vecinos han cambiado dramáticamente desde que dejaron El Geneina. Todos en Adré sufren dificultades y están cansados”, reconoce Khadija. “Es muy duro para todos. Si trabajas, puede ir bien, pero si no lo haces, será difícil. Voy al pueblo principal y lavo la ropa de la gente. Otros fabrican ladrillos rojos, otros trabajan en la construcción. Sólo las personas con discapacidad y las niñas y niños pequeños no trabajan”.

 

*Se ha adoptado un seudónimo para proteger la privacidad individual. 

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