Se necesitan más recursos para combatir la desnutrición en el norte de Nigeria 

Nigeria está a punto de entrar en la temporada alta de desnutrición, que sigue afectando a más niñas y niños nigerianos.

Mujeres, niñas y niños asisten a las sesiones sobre la promoción de la salud nutricional en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados de la ciudad de Katsina, Nigeria.
Mujeres, niñas y niños asisten a las sesiones sobre la promoción de la salud nutricional en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados de la ciudad de Katsina, Nigeria. © Zoe Bennell/MSF

El Dr. Simba Tirima, representante saliente de  Médicos Sin Fronteras (MSF) en Nigeria, reflexiona en este texto sobre cómo la interrupción de la ayuda afectará la respuesta a largo plazo para combatir la desnutrición, la mortalidad materna y las enfermedades infecciosas. 

Durante los últimos (casi) ocho años, he tenido el privilegio de considerar a Nigeria mi hogar. Primero como jefe adjunto de misión y ahora como representante en Nigeria, he visto de primera mano cómo Médicos Sin Fronteras (MSF), ha respondido con compasión ante brotes de enfermedades, desastres naturales y crisis recurrentes. También he visto cómo otras organizaciones, tanto internacionales como locales, han dado un paso al frente para apoyar a las autoridades en la lucha contra muchos de estos mismos problemas. En MSF sabemos que no podemos resolver todos los problemas médicos mundiales por nuestra cuenta; las alianzas son fundamentales. 

 

La bebé Jamila está recibiendo tratamiento por desnutrición en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados apoyado por MSF en la ciudad de Katsina, mientras es atendida por su madre, Rabi.
La bebé Jamila recibe tratamiento por desnutrición en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados apoyado por MSF en la ciudad de Katsina, mientras es atendida por su madre, Rabi. © Zoe Bennell/MSF

 

En muchos sentidos, MSF se mantiene tan estable como siempre. Dado que el 99% de nuestra financiación proviene de donantes individuales, nuestras decisiones se basan en las necesidades de los pacientes y no en prioridades políticas. Sin embargo, con la drástica reducción de la financiación de Estados Unidos y otros países ricos, todos sentiremos el impacto. 

Nigeria está a punto de entrar en la temporada alta de desnutrición, que sigue afectando a más niñas y niños nigerianos que cuando me mudé aquí. Se trata de una afección grave que no solo es peligrosa o mortal a corto plazo, sino que también puede provocar problemas de desarrollo a largo plazo; el retraso del crecimiento puede ocurrir incluso con desnutrición moderada. Invertir en la reducción de la desnutrición no solo es humanitario, sino que es una inversión en la prosperidad futura de Nigeria.  

En 2024, más de 250,000 menores con desnutrición aguda grave (SAM por sus siglas en inglés) fueron ingresados en centros ambulatorios apoyados por MSF y 76,000 menores con desnutrición aguda con complicaciones médicas en centros de hospitalización, lo que representa un aumento del 38% y del 53% respectivamente en comparación con 2023.  

 

Es el día del alta para la hija de Zuwaira, quien recibía tratamiento por desnutrición en el centro de alimentación ambulatoria de MSF en Katsina.
Es el día del alta para la hija de Zuwaira, quien recibía tratamiento por desnutrición en el centro de alimentación ambulatoria de MSF en Katsina. © Zoe Bennell/MSF

 

El año pasado, en muchos de nuestros hospitales, nuestros equipos atendieron a tantos niños y niñas que tuvimos que aumentar la capacidad de camas. Abrimos todas las tiendas de campaña de emergencia disponibles, colocar colchones en los pasillos y en todo el espacio disponible, y atender a dos o tres niños por cama. Solo en un hospital —el Hospital Katsina, el más grande de nuestros hospitales dedicados a la desnutrición—, tuvimos dificultades para atender a los más de 25,000 niñas y niños ingresados a lo largo del año. Durante el pico de desnutrición, a menudo ingresábamos a un niño cada 5 minutos debido a complicaciones de la desnutrición aguda. En general, los ingresos en el Hospital Katsina ITFC fueron un 35% superiores a los de 2024. 

A finales del año pasado, un análisis de inseguridad alimentaria y desnutrición, dirigido por el gobierno nigeriano, proyectó que 33,1 millones de personas enfrentarán altos niveles de inseguridad alimentaria aguda durante la temporada de escasez de 2025 (de junio a agosto), siete millones más de personas afectadas que en 2024. 

A medida que nos acercamos a la temporada de escasez de este año, estas proyecciones ya se están haciendo realidad. Muchos de nuestros hospitales ya registran cifras más altas que el año pasado. Por ejemplo, en el estado de Kebbi, en el extremo noroccidental, solo en abril ingresamos un 41,8 % más de pacientes que en abril de 2024. En el estado de Kano, un centro de alimentación terapéutica para pacientes hospitalizados del Ministerio de Salud, apoyado por MSF —el Centro de Salud Primaria Unguwa Uku—, está al 100% de su capacidad; proyectamos que el otro que apoyamos —el Hospital Murtala Mohamed— también alcanzará pronto su capacidad máxima.  

Es probable que los centros apoyados por Médicos Sin Fronteras en el norte de Nigeria se enfrenten a una afluencia de pacientes. En muchas zonas —como Shinkafi y Zurmi en el estado de Zamfara— MSF es el único proveedor de atención hospitalaria para niños con desnutrición. 

 

Mujeres, niñas y niños asisten a las sesiones sobre la promoción de la salud nutricional en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados de la ciudad de Katsina, Nigeria.
Mujeres, niñas y niños asisten a las sesiones sobre la promoción de la salud nutricional en el centro de alimentación para pacientes hospitalizados. Katsina, Nigeria. © Zoe Bennell/MSF

 

Mientras hacemos los arreglos necesarios para tratar a este número proyectado de pacientes ampliando la capacidad de camas, reclutando más trabajadores de la salud e iniciando actividades clínicas móviles, los recortes y cambios en la logística en torno a USAID inevitablemente tendrán un impacto en la región norte, donde tratamos a la gente. 

UNICEF, por ejemplo, recibe la mayor parte de su financiación de USAID y es un distribuidor líder de alimentos terapéuticos listos para usar (RUTF por sus siglas en inglés) que salvan vidas a organizaciones internacionales, nacionales y locales. Aún persisten muchas preguntas e inquietudes sobre cómo estos cambios drásticos interrumpirán el flujo de alimentos a quienes más los necesitan. Dado que se prevé que más niños que nunca sufran desnutrición, necesitamos más recursos, no menos, para garantizar que sobrevivan a la temporada de escasez. 

Son muchos los factores que contribuyen a esta crisis. Una combinación devastadora de aumento de los precios de los alimentos, desplazamientos, inseguridad, pérdidas de cosechas provocadas por el clima, baja cobertura de inmunización y falta de agua potable y saneamiento deja a más menores vulnerables ante la desnutrición. Es necesario seguir desarrollando estrategias sostenibles para mitigar estos factores, incluso por parte de MSF. Pero tras años trabajando en este tema, sé que la financiación de ayuda alimentaria por sí sola no resolverá el problema. Sin ella, las niñas y los niños nigerianos seguirán muriendo. 

Durante décadas, el sector humanitario ha operado bajo la premisa de que si un donante se retiraba, otro intervendría. Esta premisa ya no se sostiene. Se necesitan urgentemente nuevos donantes y soluciones en este momento para analizar las necesidades de los alimentos terapéuticos listos para usar y las brechas de tratamiento. Además de invertir en vacunación y atención primaria de salud, y abordar la desnutrición en el norte de Nigeria. 

No se equivoquen: este colapso estructural devastador tendrá un efecto dominó durante generaciones, de una magnitud tan grande como la de una pandemia. Algunas de estas repercusiones serán más evidentes que otras, pero todos sentiremos sus impactos de una forma u otra. De todos depende corregir el rumbo hoy. 

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