Con la innovación también salvamos vidas

Drones: A helpful humanitarian tool

Briquetas bío en lugar de leña para ayudar a que las poblaciones permanezcan seguras en zonas de conflicto; teléfonos inteligentes para encuestar los campamentos de refugiados y repensar nuestra labor: la innovación es un gran aliado para adaptarnos a contextos complicados y mejorar nuestra intervención médica y humanitaria.

Briquetas bío en lugar de leña para ayudar a que las poblaciones permanezcan seguras en zonas de conflicto; teléfonos inteligentes para encuestar los campamentos de refugiados y repensar nuestra labor: la innovación es un gran aliado para adaptarnos a contextos complicados y mejorar nuestra intervención médica y humanitaria.

 

En agosto de 2017, 700.000 personas comenzaron a huir de una violencia terrible en Myanmar, marcando el mayor éxodo en la historia reciente. Hoy, casi un millón de refugiados rohingyas viven en precarios asentamientos improvisados ​​en el sureste de Bangladesh.

 

youtube://v/5kgYEUD-4WE

 

Superando obstáculos

 

"Es importante que tratemos de superar los obstáculos que afrontamos en la provisión de asistencia médica", dice Silvia Moriana, nuestra directora de Innovación y Transformación en Barcelona. "Por ese motivo nos esforzamos constantemente en encontrar nuevas ideas y formas de hacer nuestro trabajo de la manera más eficiente posible".

 

En el caso de Bangladesh, tecnología fácil de usar permitió una recolección de datos más consistente. La tecnología se ha vuelto cada vez más importante para nuestra organización en los últimos años. Se aplica en proyectos de eSalud como la telemedicina para superar barreras geográficas y aumentar la disponibilidad y la calidad de los servicios. La tecnología también se utiliza para mapear eficientemente áreas a menudo muy inaccesibles a través de imágenes satelitales y de drones.

 

Sin embargo, el uso de la tecnología conlleva limitaciones en una organización que ha triplicado el presupuesto en una década y actualmente opera en alrededor de 70 países en todo el mundo, con una fuerza de trabajo de 42,000 empleados.

 

"La primera fase de la implementación de proyectos tecnológicos requiere muchos recursos y desencadena resistencia. Solo tiempo después podemos ver los beneficios", explica Conor Prenderville, jefe de nuestro equipo Apps4Ops (Aplicaciones para Operaciones) en España, que se creó el año pasado para aumentar la participación de la tecnología en la misión de nuestra organización de proporcionar atención médica. "El uso de la tecnología puede afectar negativamente nuestra proximidad con los pacientes, por lo que debemos tener cuidado y equilibrar su uso. Necesitamos hacernos preguntas éticas difíciles. Las tecnologías que utilizamos y promovemos como organización deben estar alineadas con nuestros principios".

 

El objetivo final, agrega Prenderville, es que al poner más tecnología al servicio de nuestras operaciones "habrá una mayor huella médico-humanitaria en el terreno", de la misma manera que aprovechamos nuestros recursos humanos y financieros hoy, en contextos afectados por crisis, desastres naturales y conflictos.

 

Adaptarse al contexto

 

Más allá de la tecnología, experimentar con herramientas existentes o adaptadas y fomentar el planteamiento de problemas para buscar soluciones también ayuda a comprender y ayudar mejor a las poblaciones necesitadas.

 

Por ejemplo, nuestro equipo en Gwoza, en el noreste de Nigeria, convirtió en ambulancias los populares motocarros, conocidos allí como keke-napeps, porque los vehículos más grandes como automóviles estaban restringidos por los militares debido al conflicto.

 

youtube://v/9o11vhB2eqo

 

En este contexto volátil, desarrollamos también una herramienta alternativa para cocinar: briquetas-bío.

 

"Al abandonar los enclaves controlados por el ejército para buscar leña, las personas se exponían a ataques, secuestros o abusos sexuales", explica Ana Santos, nuestra jefa de la Unidad de Desplazamiento, un departamento con sede en Nairobi que se concentra en brindar asistencia a las personas desplazadas.

 

Las briquetas son bloques de combustible fabricados mediante el uso de una prensa con residuos bío, como corteza de caña de azúcar o cáscaras de cacahuete, mezclados con papel.

 

"Hoy, alrededor de 600 hogares han reemplazado la leña por briquetas y muchas más personas de la comunidad están replicando el proceso por sí mismas", dice Ana Santos. "Esto mantiene a las personas más seguras".

 

 

 

Aprendiendo de los errores

 

"La iniciativa de las briquetas es un buen ejemplo centrado en el ser humano. El desafío es cómo replicar algo que funciona en un lugar a otro", dice Silvia Moriana. Agrega que el riesgo de fracaso siempre está presente en todas las iniciativas. "Si no cometes errores, no estás innovando. Tienes que aprender algo en el proceso".

 

Por ejemplo, antes de la temporada del monzón de este año en Bangladesh, el departamento de Innovación lanzó un concurso con diseñadores para recibir propuestas para desarrollar una camilla especial que funcionara en campos de refugiados embarrados, con difícil movilidad reducida y un gran volumen de casos de cólera.

 

"Los diseñadores aportaron ideas, algunas de ellas originales, en un plazo muy breve, pero ninguna de ellas fue totalmente satisfactoria", dice Silvia. "Al final, necesitas adaptarte y hacerte la pregunta: ¿hay un valor añadido en el impacto de la solución propuesta en comparación con la existente? ¿Mejora el trabajo médico, la experiencia del paciente o el conocimiento de la situación?”

 

La respuesta no siempre es fácil

 

En medio de la emergencia, llegaron organizaciones internacionales, se construyeron centros de salud y se crearon puntos de distribución. Pero, ¿cuánto saben realmente sobre los refugiados las organizaciones que prestan ayuda?

 

"En julio de 2018, realizamos estudios epidemiológicos en dos campos de refugiados en Cox's Bazar, Bangladesh. El objetivo era conocer las tasas de natalidad y mortalidad, los niveles de desnutrición infantil y cuáles son las principales enfermedades en las comunidades", explica María Simón, nuestra coordinadora de emergencias en Bangladesh. "También queríamos saber si las personas estaban utilizando nuestras estructuras de salud y lo que les disuadía de ello en caso contrario".

 

Los hallazgos de las encuestas llevaron a nuestros equipos a abrir una nueva clínica móvil en un gran asentamiento en el que las largas distancias y las condiciones del terreno, particularmente durante la temporada del monzón, estaban dificultando el acceso a servicios médicos. Los hallazgos se lograron gracias a la rápida centralización de los datos a través de una aplicación instalada en los teléfonos inteligentes utilizados por nuestros equipos que visitaron los hogares.

 

 

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