‘Rompiendo la barrera’: cirugía de trauma en Haití

Surviving violence

El cirujano Francesco Virdis comparte una experiencia que le hizo sentir humilde y humano después de una intensa misión en Tabarre, Haití.

El cirujano Francesco Virdis, situado en Londres, comparte una experiencia que le hizo sentir humilde y humano después de una intensa misión en Tabarre, Haití. Hoy, te compartimos lo que escribió. 
 
"La de Haití no fue mi primera misión con MSF pero, como en mis misiones anteriores, ocupará un lugar único en lo más profundo de mi ser. Porque cada misión tiene su propia historia, su propio camino, sus dificultades, sus afecciones, sus victorias y sus derrotas. 
 
Pero Haití fue el lugar donde, por primera vez, mi fragilidad humana prevaleció sobre ser solo un cirujano: racional e imparcial tanto como era necesario para no perder el enfoque, especialmente en los contextos difíciles como aquellos donde trabaja MSF. 

Y cuando la barrera se cae, volver a levantarla nunca es fácil. Porque hasta que no se haya reconstruido correctamente, incluso una pequeña ráfaga de viento será suficiente para derribarla nuevamente. 

Emmanuel 

Emmanuel tiene 19 años. Llega al centro de trauma de MSF en Tabarre el viernes en la noche. Aquí los fines de semana son siempre intensos y a menudo tratamos con tres, incluso cuatro pacientes con heridas de bala que llegan a la misma hora. 

La Dra. Laelle me llama para decirme que el paciente recibió un disparo en el pecho y en el abdomen. El drenaje torácico colocado por el equipo en la sala de trauma ha drenado 1800 ml de sangre fresca. Como regla general, se necesita cirugía después de 1500 ml. El ultrasonido también muestra líquido alrededor de su corazón; en términos de trauma torácico, esto parece ser un gran problema. 

Emmanuel está en shock y ya ha sido trasladado al quirófano. Cuando llego, el equipo está listo. Primero abrimos su pecho, su pulmón está gravemente herido. Logramos detener la hemorragia. 

Examinamos el corazón de Emmanuel, y ver que no ha sido herido nos brinda un pequeño momento de alivio y el tiempo para rápidamente reevaluar la situación. Sin embargo, sigue saliendo sangre a través del diafragma, claramente causado por una lesión abdominal. 
 
Abrimos el abdomen de Emmanuel, su hígado está parcialmente destruido por la bala. Hacemos un procedimiento llamado "control de daños", que consiste en envolver el hígado en compresas con la esperanza de que detengan el sangrado. Después cerramos temporalmente para permitir que el equipo de anestesia continúe infundiendo sangre y medicamentos para estabilizar al paciente. 

Es la 1 de la madrugada y la cirugía técnicamente salió como se suponía, logrando, a su debido tiempo, el objetivo de detener el sangrado. 

Emmanuel morirá a las 9 de la mañana, a los 19 años. 
 

Hicimos todo lo que pudimos 

Perdió casi cuatro litros de sangre entre el pecho y el abdomen y nuestros recursos disponibles no pudieron haberlo sostenido más de lo que lo hicieron.

Hicimos todo lo que pudimos, me digo a mí mismo. Y eso es todo: no había nada más que pudiéramos haber hecho. Nadie tiene la culpa salvo la persona que apretó el gatillo. 

La mamá, la hermana y la prima de Emmanuel llegan a la sala de urgencias. No saben nada. Les explico lo que pasó. 

Lo sentimos mucho, desafortunadamente no hubo nada más que pudiéramos haber hecho. 

La desesperación de la madre es el golpe final a esa barrera dentro de mí que probablemente ya había comenzado a derrumbarse unas semanas antes. 

El cirujano en mi cabeza cambia repentinamente al hombre, al padre de una niña recién nacida que está a salvo en su casa en Londres. 

 
En el otro lado 

Intento imaginar lo que está pasando esta mujer, que después de criar a su hijo durante 19 años, vivir cada hito de su vida, caminar con él en su camino, lo pierde en una noche. 

Ni siquiera puedo imaginar cuánto dolor puede causar algo así, pero ahora sé lo que significa ser padre y me enfrento al terror de estar del otro lado. 

Nana, la doctora a cargo de todo el personal médico, está a mi lado y siente mi incomodidad. Me dice que se encargará de la situación, que siga adelante. 

Un paciente con una puñalada se prepara para cirugía en el hospital de traumatología de Tabarre 

Tengo que ir a la unidad de cuidados intensivos para ver a los otros pacientes que han tenido una cirugía. Debemos estar preparados para reaccionar ante cualquier complicación, me digo a mí mismo. Es nuestro trabajo. 

Pero siento que esta vez no hay salida. Junto a la unidad de cuidados intensivos hay un pequeño trastero. Me deslizo dentro y dejo que mi barrera se quiebre por primera vez. 

Todavía no sé si me siento avergonzado por eso o si debería sentirme avergonzado de que no sucedió antes, al haberme enfrentado a situaciones similares en el pasado. 

Desesperación 

Aquí en Haití, ha habido y habrá muchas personas como Emmanuel. Durante mi estadía en Tabarre es el cuarto paciente de esa edad que hemos perdido por heridas de bala. 

El país se encuentra en una situación de increíble inestabilidad social, política y económica; y de pobreza e inseguridad. 

En mi corto tiempo aquí, he tenido numerosas conversaciones sobre la violencia que enfrentan las personas y el miedo causado por las pandillas. Me han explicado que en Tabarre, en cada esquina de la calle, te pueden secuestrar, robar o asesinar. 

Mis colegas me hablaron sobre la desesperación que enfrentan las personas aquí, y la sensación de que no hay otra salida mas que buscar una vida mejor en los Estados Unidos. 

Existe una necesidad real de aumentar y difundir la sensibilización sobre lo que está viviendo la población aquí. 

Haciendo espacio 

Esta misión también ha traído mucha alegría y satisfacción a todas las personas heridas de gravedad que sobrevivieron, a todas y todos los pacientes que nos agradecieron al salir del hospital. 

Cuando la tristeza estalla, miro la foto que me tomé con Delphine el día antes de que le dieran el alta. 

Delphine tiene 16 años y una bala le atravesó la aorta, la arteria principal que transporta la sangre desde el corazón. Para quitar esa bala sin causar una hemorragia descontrolada, Delphine necesitaba una cirugía mayor. 

Y logramos salvarla. 

Recordar su sonrisa cuando salió del hospital me recuerda mi fragilidad humana una vez más, pero esta vez me deja un sentimiento de felicidad y orgullo. 

Sin embargo, aquí en Haití, es solo cuestión de unos días más antes de que suceda el próximo drama."
 

Los nombres han sido cambiados. La imagen superior muestra un equipo de cirugía en Tabarre, pero no es el paciente descrito en esta publicación. 

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