Así es nuestro modelo de salud en comunidades afectadas por conflicto armado en Chocó

Desde marzo de 2022,  desarrollamos un proyecto de salud con comunidades indígenas y afrodescendientes en Alto y Medio Baudó (Chocó), una región con graves limitaciones de movilidad por conflicto y vacíos de atención estatal.

MSF trabaja en un modelo descentralizado para llevar atención a las comunidades indígenas de Chocó, Colombia
El proyecto hace visitas recurrentes a las comunidades para conversar con las comunidades y supervisar la labor de los agentes y promotores. © Natalia Romero Peñuela/MSF

Yessica Mosquera dio a luz en la carretera maltrecha que conecta a Istmina con Quibdó, en Chocó en el pacífico colombiano.

Veinte horas antes, en Bocas de Apartadó, un poblado afrodescendiente sobre el río Baudó, había llegado alarmada a la casa de María Daisy Mosquera, su vecina. Le había dicho que, aunque solo tenía siete meses de embarazo, llevaba un día derramando líquido y con dolor fuerte en el vientre. María Daisy, agente comunitaria de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el caserío, le anunció que vería a su bebé antes de lo planeado. Tenía que remitirla urgentemente a un centro de salud.

Luego vino toda la travesía. Recorrió una hora río arriba hacia el puesto de salud más cercano, ubicado en Pie de Pató. Allí vieron que su parto debía recibir atención de segundo nivel. Entonces tuvo que volver a embarcarse y recorrer dos horas más río abajo hasta Puerto Meluk. Aunque Pie de Pató y Puerto Meluk son las cabeceras de los municipios de Alto y Medio Baudó, cuentan apenas con puestos primarios de salud que no pueden atender este tipo de complicaciones. Entonces tuvo que andar cuatro horas más en ambulancia hasta Quibdó, la capital del departamento.

El bebé nació en la ambulancia casi sin signos vitales y fue reanimado por una enfermera. “El niño habría podido morir si no hubiéramos remitido a Yessica, pero ya tiene año y medio y está sanito”, afirma María Daisy con una sonrisa, sentada en una silla roja en la puerta de su casa de madera. Todos en la comunidad de Bocas de Apartadó la conocen por su labor. Es una de los 42 agentes y promotores afrodescendientes e indígenas que MSF ha capacitado en Alto Baudó. El objetivo es apoyar a 133 comunidades que, como esta, tienen inmensas dificultades para acceder a salud.

MSF trabaja en un modelo descentralizado para llevar atención a las comunidades indígenas de Chocó, Colombia
MSF apoya a 133 comunidades sobre el río Baudó y sus alrededores. Algunas de ellas están a más de 12 horas por río de centros de salud. © Natalia Romero Peñuela/MSF

 

Para ir al médico en la subregión del Baudó hay que correr con suerte. Hay que enfermarse de día, porque de noche no se puede andar por el río ante un mandato que los grupos armados niegan haber dado pero las comunidades cumplen a cabalidad. Según cifras de Defensoría del Pueblo de Colombia, durante el 2023 se dieron 124 eventos de confinamiento forzado en Chocó que afectaron a más de 40 mil personas. También es el segundo departamento con mayor número de desplazamientos masivos. El Balance Humanitario realizado por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) da cuenta de que, a las afectaciones a la movilidad, se suman la amenaza constante de minas antipersona y municiones sin explotar, desapariciones forzadas y actos violentos contra la asistencia en salud.

Además, hay que enfermarse en días lluviosos para que el río, que es la única vía de transporte, tenga suficiente agua y se pueda navegar entre 3 y 15 horas hasta la cabecera urbana de los municipios. Y hay que tener un motor y un bote o un buen amigo en la comunidad que preste los suyos. En muy pocos caseríos hay lancha comunitaria,pero no hay ninguna ambulancia fluvial. Aunque entre los municipios de Alto, Medio y Bajo Baudó suman casi 100 mil habitantes.

“Ante las múltiples afectaciones por el conflicto armado, los graves vacíos institucionales y las condiciones geográficas que vive la subregión del Baudó, en MSF consideramos que el modelo de salud debe ser comunitario, descentralizado y con enfoque étnico”, asegura Javier Mattos, coordinador del proyecto de la MSF en la zona.

MSF trabaja en un modelo descentralizado para llevar atención a las comunidades indígenas de Chocó, Colombia
MSF cuenta con más de 40 agentes y promotores comunitarios para promover buenas prácticas en salud en los caseríos. © Natalia Romero Peñuela/MSF

 

El modelo comunitario de Médicos Sin Fronteras contiene tres componentes esenciales. El primero consiste en el conocimiento o involucramiento del equipo con la cosmovisión y costumbres ligadas a la salud de las comunidades afrodescendientes e indígenas con las que trabaja. Basado en ello, desarrolla la prevención y la detección temprana de enfermedades mediante la formación de lideres de las comunidades. “Las principales causas de consulta que tenemos están ligadas a malaria, diarreas, síndromes respiratorios y afectaciones en la piel. Todas estas enfermedades son prevenibles o podrían solventarse con atención de primer nivel”, explica la doctora Johana Vinasco, referente médica del proyecto.

Para prevenir, desde MSF capacitamos a promotores de salud locales que brindan charlas en las comunidades. Principalmente sobre el cuidado del agua, el buen manejo de alimentos y uso de mosquiteros y tanques de recolección de agua que también les donamos. Y para la detección a tiempo, MSF realizamos formaciones a agentes comunitarios que pueden brindar un primer nivel de tratamiento. Además identifican signos de alarma para apoyarles en remisiones a centros de salud cuando son necesarias.

Este es el segundo componente: una red de remisión que brinda a los pacientes el dinero para el traslado a los puestos de salud y su alimentación durante los días que debe estar fuera de su comunidad. Finalmente, MSF ha apoyado el fortalecimiento de las estructuras a las que se realizan las remisiones. “Este modelo descentralizado contribuye a prevenir, por ejemplo, complicaciones graves en menores de 5 años, que son el mayor número de remisiones, y a disminuir las tasas de mortalidad en menores de 2 años, con enfermedades que eran prevenibles o tratables. Un ejemplo claro es la malaria”, explica Johana Vinasco.

De marzo de 2022 a febrero de 2024, los agentes comunitarios han realizado 9,985 consultas, y han brindado primeros auxilios psicológicos a 72 personas. Los promotores han realizado 5,172 charlas preventivas con 46,915 asistentes. Y el equipo ha gestionado 2,097 remisiones a centros de salud, 1,388 de ellas (66%), urgentes.

MSF trabaja en un modelo descentralizado para llevar atención a las comunidades indígenas de Chocó, Colombia
Nuestro proyecto en Alto Baudó, Chocó, tiene un pilar fundamental de involucramiento comunitario con comunidades afrodescendientes e indígenas. © Natalia Romero Peñuela/MSF

 

Sin embargo, las dificultades no cesan.  Las restricciones a la movilidad por conflicto, impuestas por los grupos armados u ocasionadas por combates e instalación de minas, no solo limitan el acceso a centros de salud, sino a alimento porque los pobladores no pueden acudir a sus huertas, pescar o cazar, lo que genera riesgo de desnutrición, principalmente en niñas y niños. Además, el sistema de salud tiene graves falencias. “En condiciones de salud que no son identificables de manera previa como traumas, accidentes, complicaciones en niñas, niños y embarazadas hay que hacer remisiones urgentes. Pero nos encontramos con una estructura que no es estable ni eficiente”, explica Vinasco.

Mientras que la Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo 23 médicos por cada 10 mil habitantes, el promedio de Colombia es de 24. Pero en Alto Baudó se cuenta con menos de dos: solo cinco médicos para casi 30 mil personas. Y quienes viven en los caseríos más lejanos pueden tardar un día en llegar a ellos. Pero, además, si se requiere mayor nivel de atención, los pacientes deben dirigirse al Hospital San Francisco de Asís, en Quibdó. A unas ocho horas de distancia y no asegura asistencia porque lleva cuatro años investigado e intervenido. Esto se suma a testimonios de pacientes indígenas que dan cuenta de un desinterés por parte de los centros de salud en la mediación con sus saberes tradicionales, es decir, discriminación.

“Nuestro llamado es a que se fortalezca la presencia institucional en la subregión del Baudó, en Chocó. Principalmente en el acceso a la salud y a que se desarrollen modelos descentralizados con enfoque étnico en las comunidades con múltiples afectaciones como estas”, señala Mattos.  Y Vinasco complementa: “El modelo comunitario se basa en las condiciones reales de los pacientes. Contribuye a recuperar su dignidad porque respeta sus prácticas de vida y fortalece el acceso a sus derechos”.

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