El viaje de Mbala: de República Democrática del Congo hasta Ciudad de México

“Dejé mi país después de las elecciones presidenciales de 2016, ya que mi familia fue perseguida políticamente por oponerse al candidato ganador”.

En la Plaza de la Soledad, migrantes de diferentes partes del mundo han construido un refugio temporal. Sin acceso a albergues, muchos viven en casas improvisadas, esperando una oportunidad para continuar su viaje.
En la Plaza de la Soledad, migrantes de diferentes partes del mundo han construido un refugio temporal. Sin acceso a albergues, muchos viven en casas improvisadas, esperando una oportunidad para continuar su viaje. © Sergio Pérez Gavilán/MSF

Entrevista con Mbala*, de la República del Congo, realizada por Médicos Sin Fronteras (MSF). La entrevista fue conducida en francés con traducción simultánea al español el 4 de noviembre de 2024 en la Plaza La Soledad, en el barrio de La Merced, Ciudad de México.

Por Sergio Pérez Gavilan (MSF) y Sofía Pérez Gavilan.

 

Personas migrantes del continente americano y extracontinentales han construido un refugio temporal en a Plaza de la Soledad en Ciudad de México.
Personas migrantes del continente americano y extracontinentales han construido un refugio temporal en a Plaza de la Soledad en Ciudad de México. © Sergio Pérez Gavilán/MSF

 

Testimonio

Soy originario de Congo-Brazzaville. Dejé mi país después de las elecciones presidenciales de 2016, ya que mi familia fue perseguida políticamente por oponerse al candidato ganador.

 

Vida en el exilio

Pasé seis años en la República Democrática del Congo. En 2023, regresé a casa, pero nuestro hogar había sido destruido. No tenía nada.

Buscaba una manera de salir del país porque no tenía libertad y logré obtener una visa para Angola. Me fui solo, mientras que mi esposa huyó al sur del Congo.

[Ruta recorrida hasta ese momento: Congo – República Democrática del Congo – Congo – Angola]

Desde Angola, solicité una visa para Brasil y viajé solo. Mi familia se reunió conmigo más tarde.

Llegando a Brasil

No tenía apoyo en Angola, dependía de mis amigos. Solo contaba con 500,000 francos CFA (aproximadamente $780 dólares), pero el boleto de avión a Brasil costaba 1.3 millones de francos CFA ($2,000 dólares). Tuve que pedir prestados 800,000 CFA.

Volé de Angola a Etiopía y luego a São Paulo, Brasil.

Cuando bajé del avión en Brasil, me sentí aliviado y feliz.

[Ruta recorrida hasta ese momento: Congo – República Democrática del Congo – Congo – Angola – Congo – Etiopía – Brasil]

Al llegar a Brasil, comencé a trabajar limpiando baños y ganaba 300 reales brasileños ($49 dólares) por día. Trabajaba 12 horas diarias, de 9 a.m. a 9 p.m.

Durante ese tiempo, pude comunicarme con mi familia. La familia de mi esposa, que vive en Francia, le ayudó a comprar los boletos de avión, por lo que ella y nuestro hijo viajaron de Congo a Brasil directamente.

Buscando una vida real

Desde São Paulo, nuestra pequeña familia tomó un autobús hacia Bolivia, luego Perú, Ecuador y Colombia. En Colombia, cruzamos en bote.

[Ruta recorrida hasta ese momento: Congo – República Democrática del Congo – Congo – Angola – Congo – Etiopía – Brasil – Bolivia – Perú – Ecuador – Colombia]

En Colombia, mientras íbamos en autobús por una zona montañosa remota, un grupo de bandidos nos obligaron a bajar. Nos apuntaron con armas, nos golpearon y nos despojaron de todo.

 

Vista de la Plaza de la Soledad, donde migrantes de diferentes partes del mundo han construido un refugio temporal.
Vista de la Plaza de la Soledad, donde migrantes de diferentes partes del mundo han construido un refugio temporal. © Sergio Pérez Gavilán/MSF

 

Los bandidos son hijos de Dios, y yo también

En la selva, solo pensaba en sobrevivir. Tenía miedo de los bandidos, pero me repetía que ellos también son hijos de Dios, igual que yo, así que de alguna forma podríamos comunicarnos si los encontraba de nuevo.

Pasamos cuatro días en la selva. Nos encontramos con cuerpos de personas muertas. Vi a cuatro niñas de 15 o 16 años que habían sido violadas frente a sus padres y madres.

Dormir en la selva era aterrador. Me preguntaba qué más tendríamos que enfrentar. Perdí la esperanza. Pensaba: “Hui de allá y aquí es lo mismo”. Mis amigos trataban de animarnos: “Nuestra vida vale más que cualquier cosa”.

En Panamá, la policía nos detuvo, revisó nuestros pasaportes y nos registró. Nos permitieron dormir ahí hasta que pudiéramos continuar el viaje al día siguiente.

Desde Panamá tomamos autobuses por $60 dólares hasta Costa Rica, donde trabajadores sociales nos dieron comida, agua, algo de dinero y ropa.

[Ruta recorrida hasta ese momento: Congo – República Democrática del Congo – Congo – Angola – Congo – Etiopía – Brasil – Bolivia – Perú – Ecuador – Colombia – Panamá – Costa Rica]

En Guatemala, volvimos a encontrarnos con criminales. Nos llevaron a un bosque, nos apuntaron con armas nuevamente, desnudaron a las mujeres y me robaron $50 dólares y todas mis pertenencias.

La bondad de los desconocidos

Algunas personas del grupo tenían familiares en el extranjero que les enviaban dinero. Gracias a ellos, todos podíamos seguir adelante. Si alguien recibía dinero, decía: “Aquí hay $200 dólares, pagaré por todos”. Eso es solidaridad.

En Honduras, no tuvimos problemas. Incluso conocimos familias que nos dieron agua y un lugar para dormir. Luego llegamos a Tapachula, México.

[Ruta recorrida hasta ese momento: Congo – RDC – Congo – Angola – Congo – Etiopía – Brasil – Bolivia – Perú – Ecuador – Colombia – Panamá – Costa Rica – Guatemala – Honduras – México]

Al acercarnos a Tapachula, nos dijeron que la frontera estaba cerrada. Tuvimos que cruzar el río en una balsa hecha con 15 llantas y madera.

El negocio de las visas en Tapachula

Escuchamos que había personas que sabían cómo llegar a Estados Unidos. Un venezolano me dijo que si solicitaba una cita con CBP One, podría ingresar directamente.

En Tapachula, algunos cobran por ayudar a registrarse en la aplicación. Le pagué 200 pesos a un haitiano para que registrara a mi familia.

Después de esperar dos meses, decidimos irnos a Ciudad de México, pues ya no teníamos dinero para sobrevivir.

El infierno entre Tapachula y Ciudad de México

Al llegar a Juchitán para cambiar de autobús, apareció la mafia y exigió $5,000 dólares por persona. Nos obligaban a llamar a nuestras familias para pedir dinero.

Les dije: “No tengo nada. Si van a matarme, háganlo aquí mismo”. Me respondieron: “Si no tienes dinero, te matamos aquí”. Finalmente, me dejaron ir.

Con mis amigos tomé un autobús hasta Ciudad de México. No es fácil vivir aquí. Sin dinero, solo esperamos la cita de CBP One. Cuando tengamos los recursos, seguiremos hasta la frontera con Estados Unidos.

 

*El nombre fue cambiado para proteger la identidad de la persona

 

 

En 2023, la administración de Biden comenzó a exigir que las personas que buscaban asilo en la frontera sur de EE.UU. lo hicieran a través de la aplicación móvil CBP One, como parte de una serie de políticas destinadas a frenar la migración. Estas medidas dejaron a muchas personas como Mbala varadas durante semanas o meses en peligrosas ciudades fronterizas de México, mientras esperaban sus citas para iniciar el proceso de asilo, a menudo sin acceso a servicios esenciales y expuestas a la violencia de grupos criminales.

En enero de 2025, esta única y defectuosa vía para solicitar asilo fue cerrada cuando la administración de Trump eliminó la función de programación de citas en la aplicación CBP One. Las personas vulnerables que esperaban en la frontera sur de EE.UU.—incluyendo aquellas que ya tenían una cita programada—se quedaron con aún menos opciones para solicitar asilo.

Médicos Sin Fronteras es una organización médica humanitaria internacional e independiente que brinda ayuda a personas en situación de emergencia en más de 70 países. En América Latina, los equipos de MSF brindan atención médica, apoyo en salud mental y educación en salud a personas en movimiento a lo largo de las rutas migratorias en Colombia, Guatemala, Honduras, México y Panamá.

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