Gaza: mi único sueño es ser capaz de ir a la escuela

Desde marzo pasado, las protestas semanales en Gaza han sido recibidas con fuerza letal por el ejército israelí. En los últimos seis meses, más de 5 mil habitantes fueron heridos por balas israelíes. Médicos Sin Fronteras trató casi al 40% de ellos, el 12% tenía menos de 18 años. Médicos Sin Fronteras al 40% de ellos. 12% tenía menos de 18 años. Esta es la historia de Mohammed, uno de los muchos jóvenes que padece los daños de esta violencia.

El 13 de abril de 2018, Mohammed y su padre acudieron a un viernes de protestas. Cuando Mohammed, de 9 años, y su padre apoyaban la marcha, estalló la violencia. Una bala disparada por el ejército israelí pasó a través de la mano de su padre, antes de golpear al joven. La bala entró detrás de su rodilla y salió por el frente.

 

El pulgar del padre fue amputado y Mohammed, quién había pasado por múltiples operaciones, necesitaba una cirugía adicional para tratar de reparar el daño del nervio en su rodilla. La lesión ya no le permite caminar sin ayuda. El pequeño también tiene muchos problemas para dormir a causa del dolor. Su padre solía ser conductor, pero perder el pulgar dificultó su capacidad de trabajar. Mohammed dice que le gustaría ser optómetra cuando crezca. Padre e hijo vienen a la clínica de MSF tres veces a la semana para recibir fisioterapia exhaustiva.

 

“¿Por qué fui a la protesta?… Fui para divertirme con mis amigos. No sabía que podía ser tan peligroso”, dice Mohammed. El día que le dispararon a Mohamed fue uno de los más sangrientos que los equipos de MSF en Gaza han presenciado a lo largo de cinco meses de violencia. Las autoridades de salud locales registraron un total de 2.271 heridos en un día. Esto incluye a 1.359 personas heridas por una munición activa en solo pocas horas. La situación sobrepasó completamente las instalaciones y al personal médico.

 

A Mohammed le dispararon en ambas piernas. Una bala golpeó su pierna derecha y la otra su muslo izquierdo. Tiene heridas de entrada y salida en ambas.

 

“Gracias a dios mi lesión está sanando,” comenta Mohammed, mientras espera la sesión de fisioterapia en la clínica de MSF donde recibe tratamiento tres veces a la semana. A Mohammed le gusta venir a la clínica. “Después de ver cómo me han ayudado aquí, quisiera ser enfermero. Mi único sueño es ser capaz de ir a la escuela. Eso me haría muy feliz.”

 

La madre de Mohammed dice: “sabía que él iba a todos los viernes de protesta, pero pensaba que estaba a salvo y lejos de los cientos de personas. Me sorprendí completamente cuando supe que estaba en el frente, cerca de los soldados”.

 

Continua, “tras escuchar que estaba herido fui directo al hospital. Ahí me dijeron que le habían disparado en ambas piernas. Cuando estuvo en el hospital, era como un árbol plantado a lado de su cama que cuidaba de él. Nunca me aparté de su lado”.

 

“Ha sido muy difícil cuidar a Mohammed y a mis otros niños al mismo tiempo. Tengo cinco hijos. No tenemos mucho dinero y mi esposo esperaba que Mohammed trabajara y ganara algo de dinero para ayudar a la familia”, dice.

 

Para recuperarse de las heridas en sus piernas, Mohammed estuvo hospitalizado durante un mes. Una semana después de que regresara a casa, su padre lo presionó para que fuera a trabajar. Recolectan cosas para vender en el mercado. “Veo como esto hace sufrir a mi hijo. No tiene oportunidad de descansar ni de recuperarse, o de ir a sus citas en MSF. Trabajar también le impide ir a la escuela. Es una situación muy difícil. Cuando trabaja con su padre, está afuera por más de 12 horas al día, y al regresar veo que no puede hacerle frente al todo como los demás. Necesita recuperarse de sus heridas y, además, tiene problemas para dormir, debido a que le dan ataques de pánico durante la noche. Cuando es posible, duerme mejor durante el día”.

 

“Mi sueño es que Mohammed vaya a la escuela, ese es el sueño que todas las madres en Gaza tenemos: ver a nuestros hijos con mochila y uniforme. Pregunté si podía inscribir en la escuela a Mohammed, pero dijeron que no hasta que tuviera el uniforme y no podemos pagarlo”, concluye la madre.

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