Las políticas europeas de disuasión y contención degradan la vida humana

MSF Health Promotion in Vathy, Samos - July 2020

Europa escoge conscientemente esta tragedia en curso en su tierra. Para frenar los movimientos de personas que migran y satisfacer una necesidad mal definida de “asegurar” sus fronteras, la UE utiliza, y abusa, de un sentido de urgencia y desastre para justificar más restricciones a las libertades humanas. Europa está institucionalizando la degradación humana, sistematizando la contención y la disuasión. Al hacerlo, está dando lugar a un patrón de destrucción y desesperación.

Por Iorgos Karagiannis, jefe de misión de MSF en Grecia

"No queremos volver a ver un nuevo Moria" fue la reacción instintiva de los líderes europeos tras el incendio que devastó el Centro de Recepción de Moria en la isla griega de Lesbos hace tres semanas. El desastre en Moria no fue sorprendente. Fue la consecuencia fatal, y tristemente inevitable, de las políticas de disuasión y contención de la Unión Europea (UE), que crearon los campos sobrepoblados y con pocos recursos en las islas del Egeo. La UE ha aplicado estas políticas a cualquier costo y por cualquier medio, sin importar el sufrimiento que causen.

La política de contener a los solicitantes de asilo que llegan a Europa y disuadir a otras personas de hacer el viaje siempre dará lugar a nuevos 'Morias'. Es conveniente que los líderes de la UE miren hacia el otro lado, hasta que un incendio como el de Moria les haga sentarse, prestar atención y gestionar públicamente su culpa, normalmente con la promesa de reubicar a unas pocas docenas de niños o enviar dinero y otras ayudas.

Lesbos ya tiene su nuevo Moria, en forma de un campo improvisado que alberga a 10,000 personas; mientras que hay más 'Morias' existiendo en otras islas griegas, donde miles de personas quedan atrapadas indefinidamente cada año.

El mismo ciclo de miseria en Samos

En la isla de Samos, cualquier persona que se vea obligada a vivir en el centro de recepción de Vathy sigue enfermándose, corre peligro todos los días y es obligada a sobrevivir sin los suministros básicos. Su única esperanza sigue siendo una solicitud de asilo que puede tardar meses o incluso años en ser considerada, con pocas posibilidades de prosperidad y sin ninguna promesa de integración, incluso si su solicitud de asilo es finalmente reconocida.

Esta es la experiencia de quienes acuden a las clínicas de Médicos Sin Fronteras en Samos. Proporcionamos atención médica básica, pero sabemos que cuando estas personas regresen a sus hacinados refugios, volverán a ser atormentadas, se enfermarán por las miserables condiciones en las que se ven obligadas a vivir y se desesperarán. Esta realidad es conocida por las autoridades griegas, los líderes europeos y los mecanismos financieros que la permiten. Los solicitantes de asilo y los refugiados detenidos en las islas griegas siguen siendo excluidos e invisibles porque esto es lo que mejor funciona para la política de migración de la UE.

Solo se hacen visibles cuando se les acusa de alborotadores, de ser un peligro para la salud pública o de ser beneficiarios de la ayuda de la UE.

¿Alguien cree realmente que la gestión de las llegadas y el procesamiento de los solicitantes de asilo y los refugiados está más allá de la capacidad de los estados europeos? Durante años, los equipos de MSF en Samos y Lesbos han sido testigos y han tratado el sufrimiento inconmensurable causado por estas políticas. Tenemos pruebas de que el sistema existente y las políticas de disuasión y contención causan un daño sistémico y desesperación, y despojan de la dignidad humana innata a quienes están atrapados en ellas. Los centros de recepción nunca han sido seguros; las personas que viven en ellos nunca han tenido un acceso adecuado a la atención sanitaria. La dignidad humana es algo que Europa ha arrebatado a quienes están atrapados en las islas.

COVID-19 en Samos

En Samos, actualmente hay alrededor de 4,500 personas atrapadas en Vathy, un campo que tiene una capacidad para 650 personas. Entre ellas hay niños, pacientes con problemas de salud crónicos y personas cuyas vidas estarán en peligro si se exponen a la COVID-19. Con el brote de COVID-19 en el campo, estas personas están en un peligro real y, lo que es peor, todavía no hay un plan de respuesta médica claro de las autoridades.

MSF proporciona la mayor parte del agua potable y los retretes en la zona que rodea el centro de recepción oficial. La atención médica para las personas retenidas en el campo depende casi exclusivamente de las organizaciones humanitarias y de unos pocos funcionarios que han quedado sin ningún apoyo de su gobierno durante meses.

 

 

En este año de COVID-19, el plan para Samos es el mismo que en cualquier otro lugar que involucre centros de recepción: cuarentena y aislamiento. Todos los demás problemas que coexisten no conciernen a nadie: dolor acumulado, exposición al peligro, ausencia de derechos, exclusión y el constante temor a ser olvidado en un centro cerrado que mantendrá a las personas encerradas en condiciones miserables.

Europa escoge conscientemente esta tragedia en curso en su tierra. Para frenar los movimientos de personas que migran y satisfacer una necesidad mal definida de "asegurar" sus fronteras, la UE utiliza, y abusa, de un sentido de urgencia y desastre para justificar más restricciones a las libertades humanas. Europa está institucionalizando la degradación humana, sistematizando la contención y la disuasión. Al hacerlo, está dando lugar a un patrón de destrucción y desesperación.

 

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