Sudán del Sur: Vacunamos a la población en medio de un brote mortal de hepatitis E 

En medio de un brote mortal de hepatitis E, desde Médicos Sin Fronteras lanzamos una campaña de vacunación masiva para llegar a comunidades remotas y evitar más muertes.

MSF realiza campaña de vacunación contra la hepatitis E en Sudán del Sur
Personal de MSF administra la vacuna contra la hepatitis E a una mujer en Hai Matar, en el estado de Jonglei. © Gale Julius Dada

En respuesta a un brote mortal de hepatitis E en Sudán del Sur, desde Médicos Sin Fronteras (MSF) lanzamos una campaña de vacunación en colaboración con el Ministerio de Salud. 

Nuestro objetivo es proteger a las mujeres y niñas en edad reproductiva, que corren el mayor riesgo de morir por la enfermedad. La letalidad puede llegar al 40 % entre las mujeres embarazadas. No hay cura, por lo que muchas de las que se encuentran en etapas avanzadas de la enfermedad no sobreviven.  

Desde abril de 2023, hemos tratado 501 casos de hepatitis E en nuestro hospital en Old Fangak, en el estado de Jonglei, y 21 personas, en su mayoría mujeres, han muerto. La primer campaña de vacunación realizada durante las fases agudas de un brote activo y en una zona tan remota y aislada de Sudán del Sur, tiene como objetivo evitar que se pierdan más vidas. 

“La hepatitis E se transmite por el agua que puede ser fatal”, explica Mamman Mustapha, jefe de misión de MSF en Sudán del Sur. “Alrededor de 20 millones de personas se contagian cada año. De estas, tres millones de personas experimentan síntomas que requieren tratamiento. Sin embargo, no todo el mundo puede acceder al tratamiento a tiempo, especialmente en países con un número limitado de centros de salud, como Sudán del Sur”, explica.

MSF realiza campaña de vacunación contra la hepatitis E en Sudán del Sur
Mujeres hacen fila para recibir vacunas contra la hepatitis E en Hai Matar, en el estado de Jonglei. © Gale Julius Dada

 

“En estos lugares, aunque las personas lleguen a un hospital, suele ser tarde. No existe cura para la hepatitis E y, lamentablemente, 70,000 personas mueren a causa de la enfermedad cada año. Por eso es tan importante la vacuna: puede salvar vidas”, concluye. 

 La vacuna se desarrolló en 2012 y la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprobó su uso en situaciones de emergencia desde 2015. Sin embargo, a pesar de esto, solo se ha utilizado una vez antes. Esto fue en 2022, cuando MSF llevó a cabo una primicia mundial al utilizar la vacuna en una campaña de vacunación masiva en el campo para población internamente desplazada de Bentiu, también en Sudán del Sur.  

En ese momento, el brote había estado en curso durante más de dos años. La vacuna se utilizó para proporcionar protección futura a más de 25,000 personas. Esta última campaña en el condado de Fangak se basa en la experiencia de Bentiu, pero se está administrando en un contexto muy diferente. 

“El condado de Fangak está situado en una zona extremadamente remota al norte de Sudán del Sur, en los terrenos bajos de Sudd. Es una vasta zona de humedales poblada de pequeñas comunidades, donde las personas tienen un acceso excepcionalmente limitado incluso a la atención médica más básica”, continúa Mustapha.  

“Incluso llevar nuestras vacunas infantiles de rutina a Old Fangak es un desafío. Solo es posible llegar al hospital en barco, utilizando el río Nilo, o por aire. Pero la pista de aterrizaje de Old Fangak ha estado inundada durante los últimos cuatro años, por lo que primero tuvimos que llevar las vacunas a una aldea cercana y luego transportarlas durante otros 35 km a lo largo del río hasta nuestro hospital. Las vacunas deben mantenerse entre 2 y 8 grados centígrados, y aunque esto es relativamente fácil en nuestro hospital, es un proceso completamente diferente tratar de garantizar que no rompamos la cadena de frío durante las ocho horas que se tarda en llegar a algunas de las comunidades a las que nos dirigimos con esta campaña”, explica. 

MSF realiza campaña de vacunación contra la hepatitis E en Sudán del Sur
Nyayiena Koryom Jal, de MSF, habla con una mujer que recibió su primera dosis de la vacuna contra la hepatitis E, en el estado de Jonglei. © Gale Julius Dada

 

La vida ya era difícil en el condado de Fangak incluso antes de que la hepatitis E comenzara a llevarse la vida de las personas. En los últimos cuatro años, las inundaciones recurrentes han destruido las cosechas de la población y han ahogado su ganado. Las aldeas a las que antes se podía acceder a pie se han convertido en islas. Ahora las personas no tienen más remedio que usar canoas para ir de un lugar a otro.  

Los casos de malaria han aumentado porque las aguas de las inundaciones no han retrocedido. Los charcos de agua estancada han creado un ambiente perfecto para los mosquitos. Al mismo tiempo, los casos de desnutrición han aumentado a medida que las personas han tenido que cambiar sus dietas. Han aprendido a pescar o recurriendo a comer plantas acuáticas para sobrevivir. Ahora, se enfrentan a una nueva amenaza: la hepatitis E se propaga a través del agua que beben y de la que dependen para sobrevivir. 

“Llegar a un centro de salud ya era difícil para las personas en este ambiente hostil, pero ahora, las inundaciones lo han hecho aún más difícil”, continúa Mustapha. “Para muchas, un viaje de ocho horas en canoa es la única forma de llegar a uno, y es probable que otras no intenten el viaje debido al costo del transporte y la larga distancia. Sabemos con certeza que 21 personas han muerto de hepatitis E durante este brote, pero eso es solo porque pudieron llegar al hospital”, asevera. 

“Es probable que muchas más personas hayan fallecido en casa, sin poder acceder a un tratamiento. Con el fin de tratar de evitar que tengan que intentar este viaje, estamos tratando de llegar a ellos. Algunas de las comunidades son tan remotas que a veces nosotros mismos hemos tenido que usar canoas para llegar a ellas. Utilizamos regularmente lanchas rápidas para llevar nuestras clínicas móviles a aldeas remotas, pero debido a la ubicación de las comunidades afectadas por el brote, hemos tenido que adaptar nuestras actividades habituales para llegar a las personas en riesgo”, termina. 

Una lancha de MSF sale de Toch para entregar vacunas contra la hepatitis E al hospital de MSF en Old Fangak. © Gale Julius Dada

 

Otro desafío adicional es la disponibilidad limitada de la vacuna y su alto costo. La producción se licencia a un solo fabricante en China y no se produce en grandes cantidades. También es voluminosa, en comparación con otras vacunas. Por lo tanto difícil de transportar y almacenar, especialmente en zonas de difícil acceso como Old Fangak.  

Estos desafíos presentan barreras significativas cuando se trata de responder a brotes de enfermedades en entornos de emergencia como Sudán del Sur. Desde Médicos Sin Fronteras pedimos que se eliminen estas barreras, para que se pueda proteger a un número mucho mayor de personas. Particularmente a las mujeres y niñas en edad fértil, que siguen siendo el grupo de población que está en mayor riesgo.   

La vacuna requiere tres dosis. La inicial, otra al mes de aplicarse esa, y otra a los 6 meses. Para junio de 2024, cuando la campaña de vacunación este completa, esperamos haber vacunado completamente a 12,776 mujeres y niñas de entre 16 y 45 años.  

Además de la campaña de vacunación, en MSF estamos tratando casos y en nuestro hospital,y derivamos a quienes lo necesitan. También hacemos campañas de sensibilización comunitaria y vigilancia epidemiológica.  

Sin embargo, sugerimos a las organizaciones médicas y humanitarias internacionales y locales que tomen medidas para mejorar las condiciones de agua y saneamiento en Old Fangak a través de la sensibilización, la implementación de instalaciones adecuadas de alcantarillado y saneamiento, como inodoros y sistemas de eliminación de residuos, y la perforación de pozos para garantizar la disponibilidad de agua potable. Esto es vital para detener la propagación de la enfermedad y prevenir brotes en el futuro. 

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